"A partir de ese momento los días cambiaron. Quiero decir, el transcurso de los días. Quiero decir, aquello que une y que al mismo tiempo marca la frontera entre un día y otro. De pronto la noche dejó de exisitir y todo fue un continuo de sol y luz. (...) Sol y luz y explosión de ventanas." Pág. 14 "A eso de las cuatro de la mañana yo solía despertarme con un sobresalto. (...) y no podía creer que fuera de noche todavía, que esa incandescencia fuera la noche. Daba lo mismo cerrar los ojos o mantenerlos abiertos" Pág. 18 "Entonces me miré en un espejo y me vi ojerosa, con la piel blanca, como si la luna, que para mí brillaba tanto como el sol, me estuviera afectando". Pág. 40
Estos fragmentos, extraídos de Una novelita lumpen, inciden en uno de esos aspectos que tanto me atraen de Bolaño: el elemento extraño (irreal, a veces irracional, o surreal, o incluso próximo a lo paranormal) que se inmiscuye sin hacer ruido en una trama cotidiana. Algo que nos indica que, pese a la aparente monotonía de unos personajes inmersos en el día a día de una vida insustancial, hay algo ahí cerca o dentro de nosotros que nos sumerje en un mundo paralelo, ficticio, pero que nace de nuestros sentimientos y anhelos.
La historia de la muchacha protagonista, que habla en primera persona como cualquier adolescente con granos, podría ser de una tontería mayúscula si no pensáramos que hay algo más. Que esa teenager que recién acaba de vivir un drama personal encarna de alguna manera al adolescente en potencia que habita en cada uno, y que en un momento dado da un paso adelante y nos sumerge en una vergüenza propia descomunal. Pero ella refleja sus miedos y angustias en esa luz externa que proyecta su cerebro y que ilumina las noches, la luna y los sueños. Entre concursos de la tele, frío sexo nocturno y ex novios de discoteca, esa incandescencia nos devuelve al mejor Bolaño, el que se aparta de vez en cuando de la cercanía para recordarnos que fuera del tiempo real se esconde otro mucho más interesante. El espejismo de la cercanía, como dice en otra página.
De todas maneras, no reniego de la trama principal ni de las reacciones de la muchacha en sus momentos menos espirituales: su aparente frialdad me lleva a la memoria, por no sé que extrañas relaciones, otros personajes recientes (esa Liv Tyler de Belleza robada, presente y ajena al mismo tiempo en lo que sucede alrededor, y además en ambiente italianizante; o ese personaje de Powell, uno entre trescientos: Gipsy Jones; o las impúberes infintamente más planas de Larry Clark). Pero sólo son destellos en mi mente, explosiones de ventanas, mientras la lectura prosigue.
El azul del cielo
Hace 1 día
8 comentarios:
Oye, Jacobo, y esa María Valverde que "entrevistaban" el otro día en El País? Decididamente, una chica muy erótica, no sé si fue lolita, aunque cuando dice que su personaje de Melissa P. no lo es, que ella se acuesta con chicos de su edad, ya no me gusta tanto. ¿Hay algo más deleznable que acostarse con chicos de la edad de una? En fin, por lo que cuentas, esta novelita da para mucho, así que habrá que conseguirla. Bolaño tal vez sea el último grande en castellano. Y me encanta eso de lo irreal colándose por lo cotidiano. Hay que ser bueno para lograr el tránsito.
Recuerdo el cartel de "La flaqueza de María" o del bolchevique, que tanto da para el caso: pura belleza andrógina. Me perdí la entrevista (por qué las comillas?) de El País, pues en mi ruta entre Barcelona y Managua me hallo ahora en la segunda ciudad.
Cuidado, siempre estamos ante lo que me sigue pareciendo una novela menor, pero que da bastante juego: cuántas novelas menores así quisieran escribir muchos. Se puede leer en una noche de insomnio, cuando no haya nadie que no tenga tu edad cerca, pero prefiero saborear cada capítulo y pensar luego en él.
Estaba pensando (lejos de las nínfulas) en La pista de hielo, donde la historia se desarrolla desde tres puntos de vista distinos. Uno de ellos, el de Gaspar, es decididamente el que introduce el elemento extraño e irreal y el que, en cierta manera, más alejado está del hio argumental principal, y el más, si se puede decir así, belaniano (no bolañiano... ¿o si?)
Sólo el elemento de las ratas en los árboles le hace a uno estremecerse.
En fin, es un argumento a tener en cuenta.
Un saludo.
Jacobo, las comillas en entrevista es porque esas supuestas entrevistas con gente emergente son de risa, le preguntan a la nena (que vaya nena!) que si le gusta el botellón, que si es una lolita y otras pamplinas, pareciera que el periodista sólo acierta a pensar que por tener 18 años y estar la cosa en la última página, ha de ser para gente borderline... No vi "La flaqueza del bolchevique", es de esas que apenas den en TV no me puedo perder. Ahora sale en "Vorvik", una española de cine negro, muy interesante. En fin, las lolitas, verdaderas o falsas, me fascinan. Podrías escribir tú sobre ellas también, no? "Belleza robada" me gustó mucho.
La senda pretendía en un inicio abrazar obras muy diversas (las más de las veces lecturas propias que se irían comentando sobre la marcha, no siempre de ficción), y ese seguirá siendo en principio el objetivo, desarrollando al máximo la posibilidad de relacionar obras de un mismo autor o de otros autores, buscando interconexiones escondidas y ofreciendo mapas de lectura.
Pero la atención sobre Bolaño y la respuesta obtenida me obligan en cierto modo a insistir bastante más de lo previsto en este autor. Ya dije al principio que tanto Bolaño como Marías iban a ser referentes del blog, y por tanto su aparición sería constante, aunque intermitente. De momento esa intermitencia será mucho más fluida con nuestro Roberto.
Pero habrá otros temas y otros libros: el que apunta Lukas sobre las lolitas seguro que puede ser uno de ellos: de literatura sobre el tema no hay escasez, precisamente.
El lunes retomo otras reflexiones y vuelo a añadir nuevos comentarios: estoy en pleno movimiento perpetuo (carreteras, aviones) que me impiden tener la serenidad para sentarme frente a la pantalla, pero sí tengo tiempo de leer y pensar, aunque sea este fin de semana sobre una hoja de papel.
Las lolitas también están en ls obras de Bolaño, intermitentemente, para decirlo con tus palbras, Jacobo...
Qué ameno cada post tuyo...
Vir, no dudes que voy a seguir con lupa en mano los rastros de esas lolitas y de tantos otros caracteres en la obra de Bolaño. En Monsieur Pain hubo un destello: unas colegialas cruzando una calle y la mirada atenta del protagonista, sin saber por qué miraba. Recuperaré esos ojos en cuanto pueda.
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