viernes, 12 de agosto de 2005

Lo que queda por leer

A veces pienso que aquello que nos conforma como lectores, más que el cúmulo de libros que ya llevamos digeridos, es todo aquello que aún nos queda por leer. O sea: aquellas obras que ya hemos decidido leer algún día (aunque después quizá no lo hagamos nunca, eso es lo de menos) y que, o bien están en la librería de casa esperando turno, o bien en nuestra cabeza como asignatura pendiente. Entre esos libros que conforman mi imaginario futuro los hay de toda índole, ya los voy a listar. Me gusta pensar en ese lector potencial que va saboreando una novela tiempo antes de leerla, a veces durante años. Supongo que la edad es un factor determinante: todavía puedo permitirme el lujo de pensar que todo aquello que compro lo voy a poder leer (¡y releer!) algún día. También merecería una cierta atención la discriminación entre los libros que van directamente a la mesilla de noche y los que engrosan la pila de futuribles: hay obras que se compran para ser devoradas esa misma noche y otras que ya sabemos que deberán reposar, madurar, envejecer, como los buenos vinos.

Así pues, entre mis lecturas nonatas están éstas, sin orden ni concierto:
  • La conjura de los necios, de John Kennedy Toole. Sí, ya sé que me promete retortijones por las carcajadas que soltaré, y que estuvo muy de moda en su momento o lo está siempre (un long seller), y que es el ejemplo perfecto del boca-oreja. Pero ahí sigue, acumulando polvo y perdiendo amarillo (es lo que les ocurre a los libros de "Panorama de narrativas": mientras que todos los libros amarillean con el paso del tiempo, éstos pierden color).
  • Tristram Shandy, de Sterne. La traducción de Marías, claro. Es otro de esos libros destinados a permanecer como pendientes, pues siempre podemos disfrutar del placer de pensar que un día nos sumergiremos en él y alcanzaremos el éxtasis. Es la satisfacción del erotismo: es mucho más sugestivo el momento en que se abre la puerta de la habitación y observamos la penumbra y un cierto olor agrio y unas bragas en el suelo, que la consumación de todo lo por venir.
  • Esferas, de Peter Sloterdijk. Hay tantos amigos virtuales que han recomendado su lectura que no poseer esta trilogía le convierte a uno en un proscrito. La filososfía de hoy, y quizá la de mañana. Uno piensa que para llegar ahí tiene que recuperar primero la historia previa, desde los presocráticos hasta Nietzsche, así que hay toda una vida por delante.
  • En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust. Hablo de toda la serie completa. Primero teníamos la excusa de no encontrar una traducción actualizada y definitiva, ahora ni eso. Su volumen aconseja no pasar de los cincuenta para ponerse a la tarea, no nos vaya a pillar el tren sin haber hecho los deberes.
  • Memorias de ultratumba, de Chateaubriand. Lo mismo que el anterior, elevado al cubo: el perverso Vallcorba nos ha regalado una edición inigualable, que desmonta todos los pretextos para adentrarnos en esta maravilla del pensamiento. Ahora todos tenemos ya en casa la caja con dos volúmenes, todavía envuelta en celofán.
  • Cualquier obra de Sebald. ¿Quién no tiene algún libro de Sebald todavía por leer? ¿Quién no ha dejado en el estante uno sin abrir, pensando que después de ese ya no habrá más y que postergar su lectura reconforta tanto como haber leído los anteriores? ¿Seremos algún día capaces de leer el último de sus libros?
  • Y, claro, 2666, de Bolaño. Creo que en eso hemos coincidido muchos: necesitamos ir entrando en el mundo de Bolaño por pasos, paulatinamente, descubriendo sus temores y sus voces reiterativas y sus obsesiones, y así, mientras gozamos, esos temores y voces y obsesiones se nos hacen familiares y Bolaño acaba siendo uno de los nuestros. Hasta el orgasmo final.

Siento haberme puesto tan Vila-Matas: deben ser los viernes, o este agosto permanente en esta ciudad imposible.

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Expiación: segundo round

En esto de los blogs no hay que dejar de ir casa por casa, no vaya a ser que nos pase por alto alguna invitación al debate. La simbiosis entre comercialidad y calidad literaria, de la que habla Portnoy, no veo yo que sea demasiado balanceada en este caso. Recuerdo la dificultad que tuve en las primeras veinte páginas, luchando para no dejar la novela, sobretodo después de haber leído la excelente crítica que publicó "Babelia". Me parece un arranque totalmente alejado de lo comercial, por mucho que después la novela sí pueda tener algunos elementos cercanos al golpe de efecto (releí después esas veinte páginas ya en la cama de un hotel, pues tampoco ayudó el hecho de que anunciaran las salidas de los vuelos por altavoz mientras yo intentaba comprender cómo Briony ensayaba una obra de teatro). Tampoco creo que le sobren páginas a la primera parte: sigue siendo para mí lo mejor del libro, superior a la segunda parte bélica, que se queda como gran novela de género, muy académica. Pero el artefacto funciona especialmente como engranaje de piezas: esa "metaficcionalidad" de la que habla Portnoy es la sustancia del libro, pues es Briony quien va escribiendo la novela de su vida, con los errores de los que después van dando cuenta algunos personajes del libro. Esa idea no puede contenerse en un cuento, necesita de una obra de largo aliento para ser creíble y que tenga la posibilidad de abrir bifurcaciones que enriquezcan esa complejidad. Expiación parte de una idea magnífica y su resolución me parece digna de elogio. Que lleguen nuevas voces a este debate. Fin del asalto.

8 comentarios:

lukas dijo...

Sí, buena lista de libros a la espera, a mí también me gustaría poner la mía, aunque sería demasiado larga. De Sebald no leí nada aún. Ni tengo el tocho de Bolaño. De "Esferas" no han salido más que las dos primeras partes. "La conjura de los necios", tras el artículo de Ibáñez, me incita, mucho!, lo tengo en la ed. de Penguin. En fin, me ha gustado mucho ese juego metafórico con el sexo (seducción), ese olor agrio y esas bragas en el sueño, jajaja.

lukas dijo...

En el suelo, quiero decir, ¿o es lo otro? ;-)

JacoboDeza dijo...

Ya no recuerdo si ese suelo era soñado o era con baldosas brillantes, con las huellas todavía húmedas de los pies... ay, la literatura...

Anónimo dijo...

Me gusta tu bitácora. Cuando he entrado y he visto la foto de Bolaño, ya sabía que me iba a gustar.
Ya me he leído 2666. Quisiera poderme leer a Bolaños "por pasos, paulatinamente", pero me fascina tanto que devoro todo libro suyo que cae en mis manos.
La pasión empezó hace un año, cuando leí "Los detectives salvajes". Conforme avanzaba en el libro, me decía: "Es mejor que García Márquez", "Es mejor que Cortázar", "Es mejor que Rulfo"... Me encanta la poesía (como podrás ver en mi blog) y la novela de los poetas desesperados que es "Los detectives salvajes" ya se ha convertido en mi libro favorito.
Además de "2666" y "Los detectives salvajes", he leído de Bolaño "Llamadas telefónicas", "Putas asesinas", "Tres", "Fragmentos de la Universidad Desconocida", "Los perros románticos", "Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce", "Amuleto", "Una novelita lumpen", "Estrella distante", "Historia de la literatura nazi en América", "Nocturno de Chile" y "Entre paréntesis". Alguno de estos libros he tenido que pedirlos en la Biblioteca Provincial de Huelva, mi ciudad, por préstamo interbibliotecario, porque están agotados. Ninguno de estos libros me ha defraudado. Bolaño no es un poeta genial (sí lo es como novelista y cuentista), pero tiene poemas memorables como "Los neochilenos", una especie de "Detectives" en verso.
Aún no he leído "Monsieur Pain" (te envidio, ya que veo que tú sí), ni "El gaucho insufrible", ni "Amberes". Pero ¿qué voy a hacer cuando acabe estas lecturas? Volver a empezar, seguro.

Anónimo dijo...

Por favor, amigo, no seas tan pesado. Yo leía y leía y mi vanidad iba en aumento. Empecé a caer pesado y ahora no leo, solo pierdo, algo, el tiempo, leyendo bitácoras como la tuya.
Deja tu torre de marfil, brother.

JacoboDeza dijo...

Poéticas, casi nada que añadir. Iré visitando tu blog: ¡menuda selección de poetas, poemas y pinturas! Justo lo que falta al mío, más creación y menos comentario pretencioso.

Al hilo de ello, Anonymus da en el clavo: vuelve a la lectura de libros, por favor, recupera el tiempo perdido y olvídate de los blogs. Hay vida ahí afuera, incluso hay gente que lee y nunca habla de libros: prefiere hablar del último partido de fútbol, de la próxima boda de ese actor, del tiempo que hace hoy, de tantas cosas tan poco vanidosas. Hay muchos anonymus en el mundo que pasean por la vida y nadie lo sabe: únete a ellos y sé feliz.

Roberto Iza Valdés dijo...
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Anónimo dijo...

Very nice site! Mountain bike riding 2006 commonwealth games