sábado, 31 de octubre de 2009

Nancites 20

1. Hay algunas perlas en la entrevista a Luis Landero que publica Babelia. El titular, sin ir más lejos:

Las novelas no admiten héroes, se han refugiado todos en los best sellers

La pérdida del héroe ficcional ha ido al mismo ritmo que la del héroe de carne y hueso: ambos han quedado absorbidos por el relativismo postmoderno. La ciencia también ha jugado un papel clave en ello, pues a medida que vamos encontrando los why de las cosas ya no hay mitos que aguanten. Si ya no nos creemos al héroe con apellidos, ¿cómo vamos a creernos al héroe construido página tras página? Esta pérdida de credibilidad puede llevarnos por dos vías, simplificando al máximo: el realismo narrativo o el experimentalismo algo vacuo. La tercera vía, aglutinadora, siempre es la más incómoda, pero es la que ha dado mayores alegrías a la literatura en estas dos últimas décadas. Ya estaba incluyendo paréntesis con nombres de autores en cada ejemplo, pero no me gustan los posts doctrinales y les dejo la tarea a los paseantes.

Más abajo luce esta otra frase:

Las cosas pequeñas -un poema, una canción- pueden ser perfectas, pero una novela larga perfecta es insoportable. Las cosas largas tienen el encanto de la imperfección.

Bien. Yo, que soy un consumidor incesante de tochos, aprecio mucho esta aclaración. La torrencialidad de un buen autor es como un almuerzo desbordante: qué sosa estaba esa lengua de res, ¡pero qué mantecoso el aguacate! Maximilian Aue tampoco logra a cada momento estar brillante, ni en la cama ni en el campo de batalla, ni Belano es digno de admiración en cada párrafo. ¡Qué hartazgo si sus vidas fueran perfectas y todos sus actos luminosos, cual Pedro Páramo! En la inconsistencia de sus 1.000 páginas (en su tonelaje, que Kindle es incapaz de calcular) está el verdadero placer.

2. En el mismo Babelia aparece una fotografía de Nicaragua, tomada en la entrada al municipio de Mozonte. Varias veces habré cruzado por delante de ese rótulo, viniendo desde Jalapa y de regreso a Managua. La foto sirve para ilustrar la crítica de Benjamín Prado a una recopilación de poesía centroamericana que ha preparado Galaxia Gutenberg. Nicaragua y su Rubén, claro, son la yema del huevo, y de aquí la selección de la imagen. Parece, además, que la inmensa mayoría de autores seleccionados son nicaragüenses, a excepción de Roque Dalton y algún otro. Ya hablé del tema en otro momento, pero la realidad del país y su literatura es diáfana: la poesía ha servido aquí (como la canción) para ejercer un acto de legítima libertad y rebeldía hacia un poder omnímodo. Si no se entiende la política del siglo XX, no se entiende la poesía postdariana. Y si no se entiende por qué se luchó en su día y contra quiénes, tampoco se comprenderá cómo la historia es circular y regresa la infamia a estas tierras. Y lo que es peor, ahora sin poesía que nos redima.

3. Y Gozando con Manuel Rodríguez Rivero y su sillón de orejas: la sonrojante presencia de los políticos de turno en la fiesta franquista (¡toma ya!) del Premio Planeta. Siempre fantaseo con la posibilidad (no está demostrado que no vaya a ocurrir) de llegar a Presidente de la Generalitat catalana y dejarme ver de vez en cuando con un Marías debajo del brazo, los viernes por la noche en la platea del Teatre Lliure, o paseando un sábado por la tarde por el MACBA. Porque sí, sin que nadie me lo pague ni me invite. Y cada 15 de octubre reposar en mi casa, leyendo una novela o repasando por enésima vez El Apartamento de Wilder. ¡Lo que se está perdiendo Cataluña sin mí, y ella sin saberlo!


4.Si tienen tiempo y les gusta el género, les recomiendo vivamente la conversación entre Aleksander Wat y Czeslaw Milosz, que dio lugar a un libro biográfico sumamente cautivador. Un siglo en la historia de Europa recuperado con el tino habitual por Acantilado.

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