miércoles, 21 de octubre de 2009

El rey destronado

Read in progress (2)

Sigo sorprendido por la insustancialidad de la obra. Nadie me va a bajar de este carro, pero necesito escuchar voces de personas que defiendan a este autor y, específicamente, esta novela. Debo contrastar mi desinterés hacia Kusniewicz con alguien que lo estime y lo adore, que encuentre detalles que a mí se me escapan o que no me cautivan en absoluto.

Primer punto: el tema me parece aborrecible, y esto admito que es una cuestión puramente personal. Hay lectores a quienes les gustan las novelas de guerra, ya sea por el contexto en el que se desarrollan o porque describen un conflicto bélico a lo largo de las páginas. En los últimos años sólo he gozado con Las benévolas (la Segunda Guerra Mundial da mucho juego, lo admito) y con la segunda parte de Expiación. Han sido mis únicas guerras asumibles. En El rey de las Dos Sicilias se habla de los inicios de la Primera gran guerra, en una Europa con una geografía política completamente distinta. Hay campos de batalla y hay personajes inseridos en ellos, como los ulanos y regimientos de infantería enteros. La descripción de los atuendos de los soldados, o de los paisajes alrededor del combate, terminan por cansar al más intrépido. No hay vida en ellos, más allá de algún quepis inmaculado.

La secuenciación de la trama es algo mejor, pero donde no hay narración brillante tampoco puede haber novela genial. Sin solución de continuidad se pasa de una partida de ajedrez (uno de los pocos momentos acertados, con las piezas cobrando vida y viendo el tablero desde su propio punto de vista) a un cuartel, de una bodega a una habitación de huéspedes. El autor no termina de aclarar cuál es el objetivo de la trama, y con esto no digo que haya que explicitarlo: simplemente, con las buenas novelas uno sabe que le llevan hacia algo grande, que el camino emprendido merece la pena y que uno va leyendo por el puro placer de dejarse llevar por una voz inteligente. Yo camino aquí deslavazado, sin nada a que asirme y topándome con ulanos en cada esquina.

Copio un fragmento como ejemplo de la insulsa fijación en detalles sin importancia:

En este momento, en el patio, el ordenanza del comandante Franckl se dedica a sacar brillo a seis pares de botas altas de su jefe y otros seis de caña corta con gomas cosidas en los lados.

Otro:

Dos oficiales de reserva que acaban de llegar en tren de los alrededores de Budapest, están al lado de la barra tomando café y una copa de slivovitz. O quizá sea coñac. Hablan en húngaro. Uno de ellos, un capitán de caballería, bosteza. Después, ambos encienden sendos puros. Una mosca da vueltas zumbando, para al final posarse en el cuello del rey Francisco II.

El bostezo, la mosca. Podría ser (no renuncio a nada) que una fina ironía recorriera cada una de estas escenas. Tan delgada es que no logro verla, pero la acumulación de ellas sólo logra captar el sopor y, como en el capitán, un bostezo.

No busco, no está de más decirlo, novelas canónicas ni nada parecido. Aprecio a autores que no siguen una trama definida, o que acumulan descripciones y detalles aprentemente vacuos (me viene a la cabeza Sebald, una maravilla en su capacidad de conmover a través de escenas de viaje cotidianos, de personajes nada heroicos pero que logran traspasar la página). Kusniewicz todavía no ha logrado conmoverme, apenas sonreír en algún fragmento. Sigo buscando, pero no sé si este esfuerzo me traerá alguna recompensa.
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España, aparta de mí estos premios es el genial título de la última obra de Fernando Iwasaki, en alusión nada velada a los 3.500 premios que se otorgan anualmente en España. Con ellos sobreviven tantos escritores frustrados, para qué negarlo. Uno de mis premios más queridos para obras ya editadas es el Llibreter, que se falla el 5 de noviembre y que tiene a estos finalistas tan poco comunes.

2 comentarios:

Francisco Sianes dijo...

Para compensar el cariz propagandístico que están adquiriendo los comentarios, le planteo una pregunta al hilo de su decepción siciliana (por cierto: me gustan mucho los artículos que dedica a sus críticas "in progress"): ¿qué diez novelas son las que ha disfrutado más en estos últimos años?

Gracias y un cordial saludo.

JacoboDeza dijo...

Uf, me pone usted en un brete. Ya sabe que mis autores más releídos son Marías, Bolaño y McEwan, por este orden. Me interesa, más que una de sus novelas, su concepto de la narrativa y su propuesta literaria en conjunto. Si miro atrás, disfruté estos años de manera especial con algún Bernhard, no pude sacarme la sonrisa en una semana después de haber leído Rabos de lagartija de Marsé, navegué a gusto con algún Conrad, aplaudí a rabiar Un mundo exasperado de González Sainz...

Son emociones puntuales, no pretendo sentar ningún canon Quizá algún día tendré que hacer esa lista en serio para traspasar estas emociones a los demás.