viernes, 16 de octubre de 2009

El Kindle en la tienda


La mejor salchicha de Frankfurt de este año ha sido de lo más previsible (además del consabido nuevo libro de Roberto Bolaño, que año tras año reaparece en la feria): la comercialización en medio mundo del Kindle, el más famoso aparato lector y que algún día debe sustituir el libro de papel. Una salchicha ahumada, ciertamente, pero que necesita ser analizada con calma.

He seguido los reportes de prensa sobre la noticia, y especialmente los comentarios que los lectores de internet dejan al pie. Estoy asombrado del elevado número de personas anónimas, porcentualmente hablando, que dicen tener ya una maquinita de esas y lo bien que les va. ¡Qué encantados se les nota! El juguete ha satisfecho sus ansias, pero no acabo de discernir en qué consisten estas ansias: si en la voracidad lectora o en la necesidad de tener el último artefacto electrónico de moda. Una mujer asegura que ahora lee mucho más. Ah, caramba: o sea que se trata también de la comodidad de una pantalla fija, dejando atrás la lata de pasar páginas y tener textos abigarrados, la terrible sensación de la página llena de letras.

No seré yo quien augure el fracaso del Kindle. Es más: estoy seguro de que acabará teniendo un éxito clamoroso, especialmente el día de Reyes. Lo que voy razonando, y todavía no llego a conclusiones que me satisfagan, es si el Kindle viene a sustituir algo o sólo es un complemento más. Y si el lector Kindle será un espécimen nuevo o una evolución del lector Gutenberg.

No correré hacia la tienda, pero si llegara a mis manos la maquinita, escogería obras que no tuviera ningún interés por guardar en mi librería. Es decir, que dejaría el aparato para obras menores o que me interesara leer por alguna razón concreta y puntual, pero recurriría al tomo para las obras que probablemente releeré otras veces. Es lo que hago con los documentos de texto que me llegan por e-mail: los que me interesan muy relativamente los leo directamente en pantalla, y los que me interesan de verdad los imprimo y me los llevo a la cama. Por mucho que Kindle no canse los ojos, el papel me sigue pareciendo un formato más manejable.

También está la cuestión del manejo simultáneo de varios libros: hay párrafos que me llevan a otras obras y acabo teniendo en mi mesa cuatro o cinco abiertos. No creo que la pantalla del Kindle dé para esos cotejos, así que me imagino un lector más ocasional para éste: un lector de bus y metro, menos interesado en el análisis de la obra literaria y mucho en el entretenimiento que le pueda ofrecer.

Si algún día llegaran a desaparecer las editoriales que median entre el autor y el lector, la elección de novedades se complicaría: ya no habría sello que nos orientara sobre su posible calidad (un libro Planeta no es un libro Acantilado), y si los autores deciden vender directamente los derechos de su obra a un Kindle (con la consecuente mejora de sus ingresos) no habrá críticos suficientes capaces de leer la torre babélica que llegaría a erigirse. Pero eso sería en un mundo sin libros, y creo que mi cuerpo no llegará a tanto.

Mientras, sólo a algún superventas como Stephen King o Coelho puede interesarle sacar un libro sólo en el nuevo formato. Creo que sería un buen negocio para ellos. Al fin y al cabo, el arte va por otro lado y no necesita bits para salir a la luz: sólo una mente genial y un receptor sensible, y el resto es mercadotecnia.
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Ni Caso.

3 comentarios:

Carlos dijo...

Veo este nuevo aparatito como un guante a la medida para los best-sellers. Creo que será en ese sector donde triunfe y atraerá a nuevos lectores que antes no lo eran, debido a la tecnología que está tan de moda. Pero los que se pasan la vida leyendo no admitirán tal cambio, o como dices, lo utilizarán en momentos puntuales, con libros que en un principio no parecen importantes como para mantenerlos en una biblioteca privada esperando una relectura.

Aramys dijo...

Este post define exactamente lo que pienso sobre estos aparatos, punto por punto. A mi alrededor solo encuentro gente que los vanagloria, incluso muchos de ellos lo tienen ya en sus manos. No se que pasara en un futuro lejano, pero de momento tiene toda la pinta de ser un chisme mas para apasionados de la electrónica, que para lectores incansables.

JacoboDeza dijo...

Agradezco los aportes, que vienen a corroborar mis ideas sobre el usuario a quien va dirigido el aparato. En diciembre viajo a Barcelona por unos meses, y no sé si voy a encontrarme el vagón de metro lleno de pantallitas, sobre todo a partir del 6 de enero...

Saludos