miércoles, 5 de noviembre de 2008

Promesas rotas


Día histórico: estoy a punto de romper dos de mis viejas promesas. Al hilo de lo que voy viendo en estricto directo por CNN, Barack Obama será el nuevo presidente de los Estados Unidos. Jamás he pisado ese país porque no concibo compartir mi vida con imperios, hamburguesas, Pepsi Diet, fundamentalistas cristianos y analfabetos geográficos. Torpe de mí, ya hace muchos meses (una eternidad) que prometí viajar allí si ganaba el señor Obama. Hice la promesa, claro, cuando el señor Obama no tenía la más mínima posibilidad de ganar unas elecciones presidenciales (sólo yo y Vargas Llosa creíamos en esa fantasía). Hoy es 4 de noviembre y ya no hay vuelta atrás.

La segunda promesa es la de no leer jamás a finalistas de premios literarios. En eso soy muy atlético: al segundo, ni agua, como en las carreras de 1.500 metros. Ya es un esfuerzo leer, tal y como están los premios, a un ganador: imagínense hacerlo con un perdedor. Pero el Premio Herralde me ha dado una gratísima sorpresa por la parte baja del podio: Iván Thays ha sido agraciado con el segundo lugar y eso me sabe a triunfo absoluto, y les cuento el porqué.

Iván Thays es el autor de un blog absolutamente imprescindible y que no hay día que no lea: Moleskine literario. Con actualizaciones constantes, el blog es una recopilación de noticias, rumores, hallazgos y apuntes sobre el mundo de los libros: escritores y editores pasean sin cesar por esa bitácora, con la cual me entero de todo lo que acaece en las páginas y fuera de ellas. La selección que hace Iván entre los suplementos literarios, las notas de prensa y los foros y salones de literatura es de lo más adictivo: no hay post prescindible, cualquier dato es relevante para todo loco letrado, y es una de mis principales fuentes de información.

Pero nunca se conforma con una traslación exacta de la noticia, o de un párrafo sustancial: Iván opina, y aunque sea con una sola frase hábilmente escondida, siempre hay motivo para la sonrisa y para el contrapunto sagaz. No es un blog al uso: entradas breves, yendo al grano, y donde los comentarios son lo menos importante. De hecho, la misma rapidez con que se actualiza la página entierra velozmente cualquier asomo de debate. A mí me importa lo que diga Iván y, sobre todo, su selección noticiosa. Así estoy al día, y me ahorro muchas horas de navegación.

Haber sido finalista (¿es aceptable la expresión haber ganado el premio finalista, o algo similar?) me facilita esta labor de alabanza hacia su trabajo en internet. También me ha ayudado a conocer a otros autores, peruanos y no. Y sin duda compraré Un lugar llamado Oreja de Perro, en cuanto llegue a un aeropuerto español en diciembre y aunque le duela mucho a Daniel Sada. Mi alegría puede relacionarse con un cierto coleguismo: ni conozco al autor ni su obra, pero lo que me interesa es que el Herralde ya comienza a recaer en bloggers, y eso es un síntoma de algo.

Incluso puedo llegar a perdonarle el hecho de considerar el Premio Herralde como "el más prestigioso del idioma", en un arrebato de justificada exaltación. E incluso puedo llegar a perdonarlo por considerar tan bueno a un autor como Alonso Cueto. Pero lo que no le perdonaré es haber conseguido ser mucho más segundón que yo: eso no, nunca y jamás.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

todavía recuerdo que Thays fue bien mezquino, al tildar el Herralde como un premio menor, cuando Bayly lo ganó con La Noche es Virgen, en votación unánime. Ahora Iván a salido a decir en su blog que, oído a la música: ¨ha tenido la suerte y el honor de quedar finalista del premio más prestigioso del idioma¨ o_0

JacoboDeza dijo...

Retrospectivamente, considerar que Bayly hizo decaer (ni que fuera por un año) la calidad del premio, también me hace comprender aún más a Thays...