domingo, 2 de noviembre de 2008

La arquitectura como excusa

Hay dos maneras, al menos, de enfocar un ensayo: como una tesis sobre un tema específico, elaborando un extenso texto trufado de notas y citas académicas, o como un compendio de ideas, chispazos y provocaciones en forma de breves capítulos, y generalmente presentados como una suma de artículos ligeramente conectados entre sí. Digo esto porque el segundo enfoque siempre me ha parecido la solución fácil para no afrontar un asunto en profundidad: muchos autores se han limitado a recopilar textos ya aparecidos en otros formatos, y a darles un título oportuno. En la ensayística abunda ese espécimen. También es cierto que ese tipo de obra acostumbra a ser muchísimo más digerible que la primera, al menos para colecciones no especializadas, y muchos editores suelen pedirla a sus autores fetiche, como complemento entre novela y novela y para apaciguar la espera.

En la medida de lo posible huyo de esos volúmenes misceláneos, que no llegan a ninguna parte y de los cuales no me queda más que un mohín forzado, a veces incluso una media sonrisa como mucho. Hasta ahora había localizado tres excepciones, tres autores que frecuentan el "ensayo fragmentado" (no hay término exacto para ello, pues "recopilación de artículos" no deja de ser una descripción del contenido pero jamás un género). Enumero:

1. Umberto Eco: aparte de sus novelas y de algún tratado de semiología, es de los autores cuyos ensayos son una excelente muestra de la capacidad por meter asuntos enjundiosos en pocas páginas. Combina ironía, profundidad y brevedad, como hacen siempre las personas inteligentes.

2. Rafael Sánchez Ferlosio: un rara avis que abandonó la ficción para meterse en reflexiones luminosas. Le pierde quizás su erudición y su autodidactismo, creyendo que todos somos igualmente eruditos y autodidactas, pero sin dimitir de su pose de enfant terrible. Tengo God & Gun como una de las compras seguras para mi próximo viaje transatlántico.

3. Quim Monzó: aunque llevo unos años sin seguir sus reflexiones sobre la cotidianidad, pone de manifiesto nuestras más terribles contradicciones y nuestra capacidad inquebrantable de hacer el bobo continuamente. Una cura infalible para la vanidad.

Ahora ya puedo sumar un cuarto autor a esta tríada, porque me acaba de proporcionar instantes de gran felicidad lectora: Oscar Tusquets Blanca. Como ya dije recientemente, he devorado Todo es comparable, que encontré por azar en una librería de San José de Costa Rica. Un pequeño festín de sentido común y sabiduría.

Hay que matizar ante todo que Tusquets es arquitecto, y ese es el trasfondo permanente del libro: una reflexión sobre todo lo que rodea el mundo de la arquitectura y por extensión del arte en general. Pero la grandeza de esta obra, y de estos autores que he reseñado hasta aquí, es que no hace falta asumir de entrada ninguno de los conocimientos que ellos dan por entendidos. Es más: a uno le puede importar un carajo todo aquello que pueda tener relación con puentes, caminos y catedrales neogóticas, y verse atrapado por la brillantez de los planteamientos del autor. Porque, ¿no es acaso sugerente conocer una teoría nueva sobre la causa de la inclinación del pavimento de un templo griego? ¿O recibir una lista bastante amplia de pequeños museos que normalmente pasan desapercibidos en grandes ciudades? ¿O incidir en el debate sobre el valor de un original en arte, o lanzar un réquiem por las cada vez más denostadas escaleras?

Oscar Tusquets tiene la gracia de los buenos contadores de historias: plantea una idea, la desarrolla con fluidez y obliga a repensar lo que mayoritariamente dábamos por bueno. También, como en los mejores poemas, no se sale igual de sus textos de como se ha entrado: aunque no estemos de acuerdo con su tesis, el debate está servido. Y es un excelente propagador de la belleza, que siempre es el mejor camino para apasionarnos por algo: el libro está plagado de fotografías para ilustrar cada ejemplo, y entre imagen e idea avanzamos con verdadero placer por sus páginas.

La vocación de Todo es comprable queda reflejada en el prólogo: el único hilo conductor es "relacionar cosas que no vienen a cuento", ya que "todo parece indicar que el misterioso mecanismo de creación que se aplica tanto a la ciencia como al arte nace de relacionar dos fenómenos aparentemente inconexos; y cuanto más inconexos aparecen, más imaginación hace falta para descubrir una afinidad oculta, y más original resulta la creación." Entre la originalidad y la imaginación, precisamente, hallamos esta muestra de genio, que invita a seguir la estela de este arquitecto provocador.

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Una entrevista emocionante. 88 años. Y esta frase de Delibes: El escritor ha muerto antes que el hombre. Uno de los grandes, y muy vivo.

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