domingo, 28 de septiembre de 2008

Tres breves perlas

En mis lecturas oblicuas, sea en el formato que sea, aparecen de vez en cuando pequeñas pinceladas de genio, ideas que conviene archivar aparte y rescatar para los momentos de reposo. Estas son tres de ellas, recogidas entre mis desordenadas notas de apuntes.

1. Al hilo del post anterior, estas declaraciones de Joan Margarit resumen con mucha nitidez una parte de lo que yo intentaba expresar ahí. Suele atraerme esta mezcla de sentido común y capacidad de concretar un posicionamiento, que se mantiene con coherencia en toda su poética:

Las vanguardias significaron el descubrimiento de nuevas maneras de decir que los poetas aplicaron enseguida a sus obras, pero a la vez surgió de allí la posibilidad de una poesía que no decía nada y que tenía que admitirse en nombre de los postulados de la época como testimonio de una actitud de cariz revolucionario. Ha pasado mucho tiempo desde entonces y, a pesar de quedar muy lejos todas aquellas causas y efectos, no ha dejado de haber poetas e intelectuales que atribuyen el nulo interés de muchas personas por poemas que son ininteligibles a la poca preparación o a la insensibilidad de estas personas. Este es un campo donde abundan los intentos de otorgar un papel importante a meras irrealidades, y a esto han contribuido hasta los filósofos, a los cuales la seriedad de las cuestiones que tratan no exime de la insensatez. Este absurdo planteamiento ha provocado el alejamiento de la poesía de muchos lectores y lectoras, en una especie de ceremonia de autodestrucción de algunos intelectuales que parecen aspirar a una poesía que no dice nada leída por nadie. Si se me permite decirlo con un poco de humor, escribir un mal poema que no se entienda es lo más fácil. Escribir un mal poema pero que se entienda es un poco más difícil. Escribir un buen poema que no se entienda es muchísimo más difícil. Y, en fin, escribir un buen poema que se entienda es sólo patrimonio de los clásicos.

Fuente: Entrevista a Joan Margarit, a cargo de Antonio Lafarque. Publicada en El coloquio de los perros.

2. Alan Pauls llegó a la sede de editorial Anagrama con un sueño, ya con el premio Herralde bajo el brazo. Sorprendentemente, los sueños se convierten a veces en realidad:

A fines de 2003, cuando fui a presentar El pasado a España, comparecí en la sede de Anagrama con un bando de exigencias irrenunciables doblado en cuatro bajo el brazo: la lista de todos los libros de los que ayuné durante años y que -pensaba, embriagado por los perfumes del éxito- por fin podría tener sin necesidad de entregar mi vida a la usura. Para mi sorpresa, casi para mi decepción, no hizo falta alzar la voz, ni patalear, ni regatear. Ni siquiera tuve tiempo de desenfundar mi lista. Herralde me miró, leyó todos esos años de codicia acumulada en mis ojos y señaló con un gesto vago una puerta a lo lejos. "Sírvete lo que quieras", le oí decir con suficiencia jamesbondiana, celebrando ese complot entre libros y bares que a menudo protagoniza su Observatorio editorial [se refiere al libro que recoge artículos de Jorge Herralde publicado originalmente en Argentina]. Fui. Me acompañaba Anna Jornet, la jefa de prensa de la editorial, para monitorear la rapiña, suponía yo, o tal vez para que no me perdiera entre los anaqueles. Imagínense: ¡35 años de libros para elegir!

Entré, y juro que no miento: el cuarto que atesora todo el catálogo de Anagrama no ocupa más de la mitad de esta sala. Desplegué mi lista, ya de duelo por todos los libros tildados que ese modesto búnker sin ventanas jamás podría alojar, y empecé a nombrar los títulos con pesadumbre. Y uno a uno fueron apareciendo todos. Digo bien: todos. En un momento tuve una impresión vertiginosa: no importa qué título pidiera, el libro aparecería en el acto. Anna se agachaba, hundía medio cuerpo entre los estantes, desaparecía unos segundos y volvía con el libro en la mano, soplándole más o menos el polvo de la tapa según el año de la edición.

Fuente: artículo de Alan Pauls en "Letra Internacional", primavera 2005.

No está de más aprovechar el momento para mencionar que yo tengo el mismo sueño recurrente, y que después de haber invertido sumas ingentes en la compra de libros de Anagrama, quizá merezco ya el acceso franco por 15 minutos a la sala de marras.

3. La comunión entre pintura, arquitectura y escritura pocas veces da resultados tan regocijantes y bellos como este:

José Saramago ha dicho alguna vez que no cree en el papel del escritor como misionero de una causa, pero que de todos modos éste tiene deberes ciudadanos. Hace poco le escuché decir, en un encuentro celebrado en Santillana de Mar, en España, y dedicado a su propia obra y a la de Carlos Fuentes y Juan Goytisolo, que lo que se exige del escritor en cuanto a semejantes deberes, se parece al "cuaderno de encargos", en el que los albañiles llevan la cuenta de lo que deben hacer cada día. Julien Green, en el diario del último año de su vida, Le grand large du soir (1997-1998), se refiere a unas anotaciones del cuaderno de encargos de un restaurador suizo en 1873, comisionado para reparar un fresco en el techo de una iglesia de Boswil, en Aargau:
Modificar y barnizar el séptimo mandamiento: 3,45 francos.
Ensanchar el cielo y ajustar algunas estrellas; mejorar el fuego del infierno y darle al diablo un aspecto razonable: 3,86 francos.
Retroceder el fin del mundo, ya que se halla demasiado próximo: 4,48 francos.

Modificar los mandamientos, ensanchar el cielo y ajustar las estrellas, atizar las llamas del infierno, disfrazar al diablo con las vestiduras de un pastor de ovejas, retardar el fin del mundo. Ni más ni menos. Un cuaderno de encargos como el que también llevaba Voltaire.

Fuente: Sergio Ramírez, lección inaugural dictada en la Universidad Centroamericana (UCA) de Managua el 12 de marzo de 2008, y editada por la revista "Encuentro" (nº 79), de la misma universidad.

3 comentarios:

Francisco Sianes dijo...

Geniales. Sobre todo, el primero y el tercero.

Yo añadiría, a lo dicho por Margarit, aquello incontestable de Alberti (cito de memoria):

"Poeta, por ser claro no se es mejor poeta.
Por ser oscuro, poeta -no lo olvides-, tampoco."

Los artistas sólo necesitan algo: talento.

Anónimo dijo...

Quizás estén interesados en leer la reciente entrevista que hemos realizado a Joan Margarit con ocasión de su estancia en el X Congreso de la Fundación Caballero Bonald.

Pueden leerla en http://www.artepick.com/

Saludos

JacoboDeza dijo...

Gracias por el enlace. Pongo la conexión más directa:

http://www.artepick.com/2008/11/entrevista-joan-margarit/

Saludos