A menudo me sorprendo a mí mismo. Sin ir más lejos, ayer noche, cuando leía con mucha distancia (la que tomo desde hace años frente a toda la parafernalia que rodea la literatura comercial) quién había sido el ganador del Premio Planeta. Hay que estar informado, pese a todo, y procuro estar siempre atento a lo que ocurre entre las bambalinas de la edición. Pero la sorpresa es más bien la reacción que me ha sobrevenido al leer las declaraciones de Savater y al averiguar de qué trata la novela: ¡hasta me han dado ganas de volver a leer un Premio Planeta!
Hacía ya muchos años, como dejé escrito en cierta ocasión, que había abandonado al premio, cuando llegó a formar parte incluso de mi formación literaria. A medida que el tamaño de los libros iba creciendo, disminuía la calidad de lo que encerraban. Es curiosa esta correlación inversa: cuando ya no cupieron en mi estantería (creo que Maruja Torres ya no tenía las medidas adecuadas entre listón y listón de madera) abandoné definitivamente el despropósito hecho letra.
Pero supongo que ha influido en mi nueva percepción la noticia que apenas llegaba un día antes: la concesión del Premio Nacional de Narrativa a El mundo de Millás, lo que permitió la sorna del todopoderoso señor Lara al decir que quizá ya no se equivocaban tanto con los veredictos. Todavía un año atrás era Pombo quien se llevaba los laureles, removiendo las aguas de la fidelidad editorial. ¿Son ciertos estos nuevos caminos del Planeta? ¿Hay un verdadero intento por recuperar la buena literatura para aquellos que sólo leen un libro (ese) al año, o es una nueva estrategia comercial, cuando la anterior ya estaba languideciendo?
Sigo muy escéptico con el valor de este premio (de hecho, con el valor de cualquier premio, incluido el 20 blogs que debería ganar Portnoy), pero la victoria de Savater ya me ha hecho dudar un poco más. Tengo al autor como uno de los más agudos, divertidos, sagaces y preclaros pensadores que han pasado por España, y un polemista excepcional. Autor quizá demasiado prolífico, su salto a la novela ya se dio 14 años atrás cuando acompañó a Vargas Llosa en el trono de honor del mismo premio (pero yo no compro jamás finalistas de nada, así que me lo perdí).
Esta nueva novela tiene todos los ingredientes para que pueda interesarme su lectura: además de tener detrás a un autor lúcido, la obra se presenta como una historia detectivesca, con sus dosis de intriga y aventura, sin desechar elementos de metafísica a lo largo de las páginas. Decía Guelbenzu ayer: "La novela detectivesca que le gusta a Fernando es la clásica: la habitación cerrada, el asesinato anunciado..." ¡La que me gusta a mí! Una novela escrita por el placer de leer, y me viene a la memoria la magia de La infancia recuperada y de todas las lecturas que nos han hecho lo que somos. Esta imagen del intelectual que se mete a narrador y escoge este género novelesco me recuerda de inmediato a Umberto Eco, lo que termina por redondear mi extraño interés por la obra.
Quizás no haya una gran ambición en esta novela, y Savater ya ha declarado que escribirla le ha supuesto poder desembarzarse a ratos de manifiestos sobre la lengua, partidos políticos de nuevo cuño y mil historias más en las que anda metido. Pero hasta el último artículo de prensa del filósofo me parece recomendable: siempre hay alguna frase, alguna salida, que merece la pena releer. De pronto también me llegan los ecos de los artículos de Oscar Tusquets (sobre los que tengo pendiente un comentario), que sin ser maravillas literarias tienen una profundidad y un vitalismo de lo más recomendable, savaterianos diría.
Se pregunta Guelbenzu también: "¿Será este libro la plasmación de aquella enunciada aproximación entre la narración detectivesca y la narración especulativa?" No podría jurar que lo vaya a corroborar por mí mismo, pero tampoco pondría las manos en el fuego de que no vaya a hacerlo algún día.
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Dos noticias veloces y conexas que llegan de Frankfurt: según una encuesta realizada a un millar de profesionales del sector editorial, en 2018 los soportes digitales superarán en facturación al libro de papel. Coelho ya ha puesto una edición gratuita de El alquimista en su web.
O sea: hasta después de haber vendido 100 millones de ejemplares encuadernados ofrece una propina digital. No estamos tan mal.
La clase de griego, por Han Kang
Hace 16 horas
2 comentarios:
Sí, a mí también me sorprendió y por extraño que suene, al enterarme me entraron unas ganas tremendas de leerme el último premio Planeta.
Curiosa la última noticia sobre los libros digitales, pero creo que pefiero un ejemplar de papel.
Saludos
Alba, seguro que el libro llegará antes a ti por tu ubicación geográfica, así que ya nos avanzarás algo si decides leerlo. Y en papel. Yo hasta diciembre no prometo nada.
Saludos
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