Navega todavía por mi cabeza la frase de Juan Goytisolo, que me quedó grabada: yo no leo ningún libro que contenga frases como “añadió”, “dijo” o “comentó”. Lo recuerdo a mi manera, claro, porque Juan probablemente se refería a verbos similares y no a estos, pero la idea es precisa. Dejando de lado el hecho de que esto es imposible (supondría rechazar de plano el 99% de la literatura que se hace hoy en día), el envite tiene interés. Yo noto también que cada vez soporto menos la prosa académica, universitaria, con la que se tejen las novelas de aquí y de allá. En Nicaragua, cuando la gente no termina su plato en el restaurante, le pide al camarero que le empaque la comida restante para llevársela a casa. Esto es exactamente: una prosa empacada, lista para consumo doméstico.
Pienso un nombre afín a las voluntades de Goytisolo y sólo se me ocurre, a bote pronto, Lobo Antunes. ¿Hay más? Seguro que sí, pero tampoco hay que tomar al pie de la letra la sentencia. El problema es que yo hace años, muchísimos, que no leo nada de Juan Goytisolo: no hallo razones de peso para hacerlo. Ese sí es un problema: encontrar una voz narrativa con la cual me identifique y, como dice Marías, apostar por ella y no preocuparme por lo que me vaya a contar. Todavía son menos las voces precisas que la ausencia de apostillas al estilo “dijo”, vaya que sí.
Lejos de la narrativa, también estoy este fin de semana devorando un breve ensayo heterogéneo, y creo que la voz que hay ahí detrás me atrae lo suficiente como para no importarme demasiado sobre lo que intente convencerme. ¡Y hablo de un ensayo! Y hablo de Oscar Tusquets. El libro, Todo es comparable, es un divertido trasiego por el quebrantamiento de varios lugares comunes y un intento de multiplicar aristas a lo que geométricamente parece inamovible. La tesis, si hay que llamarla de alguna manera, es transparente: los genios (ya sean descubridores científicos o artistas creadores) lo son en tanto son capaces de ligar dos ideas inconexas de manera eficaz.
Ciertamente, el aburrimiento lector nace cuando uno adivina el párrafo siguiente de la novela, cosa que ya dije ayer que me ocurría con la última novela de McEwan (segundo capítulo, para ser exactos). Tusquets da una pincelada de autores (ojo: más heterogéneos aún que el mismo libro) que cumplen según él ese precepto de comparabilidad sorprendente. Lean, lean estos nombres y confiesen que al menos alguna vez han emitido el adjetivo “genial” ante uno sólo de sus destellos: Salvador Dalí, Josep Pla, Groucho Marx, Jardiel Poncela, Tip y Coll.
Más adelante les informo de algunas de las provocadoras ideas del libro, que ahora se me acumulan con estruendosa felicidad.
La clase de griego, por Han Kang
Hace 14 horas
5 comentarios:
Este libro de Tusquets es una joya. Elegancia, ingenio y alegría encuadernados. Un ramillete de pequeñas felicidades.
Cuánto me alegra que hagas referencia a este autor. Es uno de mis fetiches. No es que se trate de un gran pensador ni de un monstruo literario, pero tiene una visión de poeta y un atrevimiento que cuesta encontrar por ahí. No sé si has leído su anterior ensayo, "Dios lo ve". Es aún mejor.
"En Dios lo ve, Óscar Tusquets analiza obras arquitectónicas donde hay detalles magníficos en emplazamientos recónditos, medio secretos, que escapan a la mirada del curioso. ¿Para qué se hicieron entonces, y por qué tanto esmero en algo que parece nacer con vocación de anonimato? Pues justamente por eso, por puro jeito, por el misterioso y morboso placer de hacer las cosas lo mejor posible, por ese anhelo de perfección que hay en todos cuantos no creen en Dios pero fingen que Dios existe y algún día juzgará nuestra obra. Hay un modo modesto, desesperado, y siempre irónico, de sabernos efímeros y de no renunciar del todo al sueño instintivo de la inmortalidad."
Luis Landero
Voy a inicidir más sobre Tusquets en pocos días. Realmente es una gozada cada apunte que da, y la lista de pequeños museos recomendados alrededor del mundo es para llevarla en la cartera y no soltarla. Es el primer libro que leo de él, así que tengo varios pendientes. En mi estantería está Contra el desnudo, que también promete.
Seguiremos hablando del autor y espero que me acompañéis.
Por supuesto. Y gracias otra vez por rescatar a este autor. (Ah, un consejo: "Dios lo ve" es mejor, en mi opinión, que "Contra el desnudo".)
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