sábado, 12 de mayo de 2007

Tres tardes con Sergio

Parece necesario aclararlo, pero no hay grandes motivos a los que acudir: viajes, intensa labor para resolver en tiempos breves, falta de aliento, domicilios inestables, bibliotecas andantes. Los libros siempre sufren los embates de la prisa: van y vienen, en maletas atiborradas que no pasan los controles de peso por su culpa. Pero ya intuimos un sedentarismo mayor que nos permite romper el candado, abrir la verja de nuevo y caminar, como si fuese ayer, por la enigmática senda.

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Acabo de pasar tres tardes con Sergio y aún me dura el ensalmo. Con Sergio Ramírez, claro. Este hombre, de ojos tristísimos y hablar pausado, tiene la capacidad asombrosa de captar la atención sin ningún aspaviento, sin quebrantos ni salidas de tono. Se agradece hoy, con todo lo que nos rodea: yo vivo sumergido en el grito, en las alarmas de los coches de mi vecina, en el altavoz de enfrente. Han sido tres sesiones de tres horas cada una, y cruzar la puerta del Instituto de Historia de la UCA ha sido como meterse en la sacristía laica y amanecer en otra latitud.


La convocatoria era muy restringida y pude instalarme ahí a última hora: me acompañaban historiadores, bailarinas, musicólogos, investigadores (públicos) pero, por encima de todo, poetas y escritores. Fue muy ilustrativa la presentación de cada una de las 49 personas que asistimos al conversatorio: había, según mis cálculos aproximados, un poeta y medio por metro cuadrado. A medida que se iban presentando yo escudriñaba la cara de cada uno de ellos y no lograba identificar a ningún literato conocido, pero todos escribían. Probablemente, en sus ratos de ocio, deben ser abogados, médicos, vendedores y peluqueros, pero lo importante es que escriben y que por eso estaban en la sala, o así lo juraban. Creo que ya dije en otro recodo que en Nicaragua todo el mundo es poeta hasta que se demuestre lo contrario: no fui yo quien les enmendó la plana a estos optimistas porque, aunque no lo confesé públicamente, me sentí casi como ellos, hermanado y a punto de anunciar que Jacobo tiene blog una vez más.

Pues esta vez Sergio no venía a hablarnos de sus ficciones sino que la cita era para presentar ampliamante su próximo ensayo, Tambor olvidado. Yo no recuerdo que en España se realicen (o es que a mi no me invitan) sesiones similares, en las que un autor, meses antes de publicar su próxima obra, ofrece un adelanto de ésta a un selecto grupo de personas. Sergio llegó con el manuscrito encuadernado y desgranó, durante esas nueve horas y tres días, los pormenores del libro. Es una experiencia gratificante por cuanto uno se cree en posesión de un secreto especial, del que sólo unas pocas decenas de hombres y mujeres conservarán memoria en las siguientes semanas. ¡Yo sé lo que cuenta el próximo libro de Sergio!, dan ganas de proclamar por la calle.

Pues lo digo en el blog: yo sí sé que Tambor olvidado es un intento de visibilizar un debate que en Nicaragua, por varias razones, ha quedado orillado en el ámbito intelectual: el de la influencia africana en las más diversas formas de la cultura e identidad de este país. Lo bueno de este tipo de ensayos es que situan el prurito nacionalista en su justo lugar, que es el de las pasiones irracionales. Ahora resulta que los elementos más significativos de este pequeño país, y que todos elevan como distintivos de lo más autóctono (¡indígena!) provienen no ya de la colonia española, sino de los yolofes africanos: el gallopinto, la marimba, la carne en vaho, el güegüence o Rubén Darío (mestizo triple él). A nadie le había interesado sacarlo a la luz hasta ahora, no fuera a ser que el nivel de emotividad patria bajara unos peldaños y se advirtiera la artificiosidad de las fronteras de estos países independizados en 1821, o sea anteayer. La mezcla de culturas y de influencias históricas ha originado una identidad actual que es fruto de ese mejunje, pero la venta del producto se ha realizado siempre como si existiera una raza propia y una cultura nueva, iniciada por seres que crearon un país desde cero.



¡Qué bello sería que mis otras patrias asumieran sus legados y dejaran por unos siglos de lanzarse dardos identitarios! Pero ese ya es un caso perdido: el que ahora me ocupa sí puede tener consecuencias palpables, o eso es lo que espera Sergio: que el libro sea polémico, que no se cierre ahí y que dé paso a otras aportaciones paralelas que acaso contradigan algunas de las tesis de éste. Por lo pronto, el primer capítulo ya está colgado en la red a través de la revista electrónica Carátula (número 15, sección "Hoja de ruta") y podemos hacernos una primera idea del tema.

Acotaciones finales: la implicación de Sergio en todas las sesiones y su apertura para recibir comentarios, que anotaba pacientemente para incluirlos (o no) en la obra. La impaciente locuacidad de los nicaragüenses, que opinan sobre lo que se tercie y que, aunque a veces agoten al más predispuesto, aportan simpatía al asunto. El libro será editado en septiembre por Aguilar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, gracias por la primicia,lamentablemente me quede con las ganas de asistir, cuando lo lei en el periodico, lamente mucho que no fuera un fin de semana. Pero lo bueno es que tenemos la oportunidad de tener una version de primera mano, muchas gracias y espero que en el futuro puedas amplear(mas de los que lo has hecho) sobre el tema, que en Nicaragua es algo muy innovador.
Saludos
Eduardo
edtelleza@yahoo.com

JacoboDeza dijo...

Eduardo, fue una experiencia intensa, y dudo que hubiera uno solo de los asistentes que no tuviera ganas ya de leer el ensayo. Quizá me animo a señalar algunos de los puntos polémicos que podremos leer en septiembre.

Saludos.