lunes, 2 de enero de 2006

Nombres, nombres

Los suplementos literarios han buceado, como cada fin de año, en las profundidades de la edición y han escogido los ejemplares más destacados de cada especie. Hay muy pocas sorpresas, y se repiten nombres en cada periódico: debe ser la muestra de una cierta apatía narrativa que nos aqueja. 2005 dejó pocas obras de verdadero peso en la novela española, y sigue siendo muy minoritario todo lo que intenta apartarse de una moda concreta, o de una manera de escribir excesivamente vinculada a unos hechos o a una trama, con el lenguaje cinematográfico siempre tan presente. De los nombres apuntados, y en parte debido a mi habitual lejanía del territorio español, hay algunos que reconozco como muy ajenos. He podido leer elogios a lo largo del año en esos mismos suplementos, críticas que ya los habían elevado a los altares unos meses atrás, pero no acabo de ver la necesidad de leerlos, o de encontrar el tiempo para meterme en ellos.

El primero es Ramiro Pinilla y sus monumentales volúmenes de Verdes valles, colinas rojas. La creación de espacios geográficos perdurables y legendarios siempre me ha parecido una proeza al alcance de pocos, si eso se acompaña de una verdadera armazón literaria que lo aguante. Tener una muestra en español de un territorio también peninsular debería ser un motivo para el regocijo: también Celama es un intento de envergadura en esta línea. Pero sigo esperando que alguna de las personas de quien me fío en asuntos narrativos me hablen de Pinilla, y por ahora todo es silencio. También en los blogs: no veo recomendaciones entusiásticas, y por eso ahora estas listas de recomendados se me aparecen como algo contradictorias: meros nombres que reciben el apluso unánime de críticos, pero una repercusión cercana (la que a mí me interesa) casi nula.

Nada de eso pasa con otros dos nombres recurrentes: el de Vila-Matas y el de Cercas, tan citados en esta senda. Sus Doctor Pasavento y La velocidad de la luz no sólo han tenido el bombo mediático previsible, sino que han estado acompañados de ventas relevantes. Pero que estas dos obras aparezcan como estandartes de un hit parade anual puede ser un síntoma claro de lo que también nos pasa: la autoficción y la posmodernidad ya tienen quien les quiera, y necesitamos escritores autóctonos a los que podamos pegarles la etiqueta de originales, o un marchamo de calidad que buscamos debajo de los grimpows de cada temporada. O sea, que si Vila-Matas no existiera tendríamos que inventarlo porque una literatura nacional no pude vivir sin uno, y si es posible, mejor con dos.

También es recurrente la última obra de Martínez de Pisón, Enterrar a los muertos, que ha hecho el salto hacia Seix Barral. Cada año oigo hablar del boom de la Guerra Civil, de una nueva hornada de novelas que recuperan la memoria y que por fin elevan el conflicto bélico a material narrativo de primera calidad. Se habló de elló con Cercas y con tantos otros. Pero me temo que sea tan sólo la necesidad taxonómica de los críticos quien obliga cada año a crear modas, a unir autores que sólo han creado obras personales y que no se adscriben a ninguna corriente pasajera. De hecho, no veo a autor más alejado de la novela histórica que a Martínez de Pisón, al menos hasta ayer: pero esto no borra que quizá ahora haya escrito su mejor trabajo.

Otro plato fuerte es el de Carlos Marzal, poeta reconvertido momentáneamente a novelista: en este caso mi ignorancia ya es absoluta. No voy a adentrarme en su tremenda Los reinos de la casualidad porque me faltan todos los elementos de juicio posibles: quizá algún lector que pasee por la senda pueda dar algún aviso sobre el libro. Pasa lo mismo que con Pinilla: ¿hay lectores en este país dispuestos a sumergirse en obras de 700 o 1.000 páginas de autores sin aura mediática? ¿Se pueden asumir esos riesgos editoriales todavía? Al menos, si la respuesta es afirmativa, puede ser una de las buenas herencias que nos deje este 2005.

Un apunte final: veo en "El Cultural" que nombran a Fernando Aramburu y su novela Bami sin sombra. Tengo un grato recuerdo de un avance que publicó "Granta" en 2004 de este libro: una escena extraordinaria de una niña y su maestra, un recorrido en coche hacia una ciudad desconocida y una tensión soberbia entre el silencio de los personajes. Es sólo una recomendación parcial, insuficiente.

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Ayer, en La Central. Una chica joven pregunta por Coelho, y el vendedor la acompaña hasta un estante escondido, bajo una mesa. Por eso me gusta La Central: tienen a Coelho muy bien enterrado. La chica pide dos ejemplares de El zahir, como quien pide filetes. También dos más de Once minutos, aunque de esta obra ya sólo queda un ejemplar. Así, con la librería aliviada de papel, paseo con ánimo renovado por este lugar, que en Navidades también sufre un verdadero empacho de azúcar y celofán.

6 comentarios:

Rain (Virginia M.T.) dijo...

Comentarios a autores que desconozco, ciertamente.

Por ello, iniciándose este 2006, me alegro màs y màs por la existencia de este blog . Gracias a su autor y a lo que ofrece incesantemente: una hermosa senda, la senda de los libros.

lukas dijo...

Tampoco sé nada de Pinilla, pero es verdad que casi todos los suplementos han hablado de esa obra mastodóntica, pero así de entrada no me interesa, si es histórica menos...

¿No han dicho que la obra de Roth es de las mejores a nivel internacional? ¿o la de Coetzee?

Hombre, lo que cuentas a modo de coda: La Central se hace la interesante y distinta relegando a un rincón los best-sellers? En fin, me pasaré por la de Madrid, a ver qué tal...

JacoboDeza dijo...

Sí, Lukas, ya hablaré de lo que nos llega de fuera (ahora me he limitado a lo autóctono): sin duda que ahí están Roth y Coetzee, pero sobretodo ese nuevo Rushdie que, por lo que me llega de gente confiable, es una maravilla.

Tanto La Central como Laie esconden bien sus vergüenzas: ésta última dedica una simple estantería pegada al cristal de la entrada a los best-sellers, que al fin y al cabo y en estas fechas o por Sant Jordi suponen un empujón para hacer caja. Pero sorprende ver a gente en La Central buscando desesperadamente varios centímetros de lomo de Coelho: en El Corte Inglés hay mesas enteras a disposición, no hace falta viajar tanto...

Feliz año, Vir: ya no sé si leo "El perro cansado" para ver los posts de Lukas o tus comentarios infaltables. :-)

lukas dijo...

Bueno, Jacobo, pues nada, después de Roth tendrá que caer Rushdie, si dicen que es tan bueno su Shalimar..., ya el título es bueno, frente a otros anteriores como Furia...

Hombre, pues sí que es rebuscadilla alguna gente, ¡con lo fácil que se encuentran estos embutidos en ECI!

Muy bueno lo último..., pues sí, raro es el día en que Vir no me acompaña con sus energéticos comentarios.

Anónimo dijo...

Best regards from NY! Dawn bentley

Anónimo dijo...

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