miércoles, 19 de octubre de 2005

Soldados en el cine

Cada semana se estrenan en Managua solamente un par de películas, y las dos norteamericanas. Cada vez hay más salas de exhibición y más palomitas, pero aun así no crece el número de estrenos: vivimos en una realidad cinematográfica unidimensional, en la que las influencias externas al continente son mínimas. Quizá algunos han oído hablar del movimiento Dogma, o de Takeshi Kitano, o de Rohmer: pero nadie ha visto sus películas, porque los Armaggedons ocupan las pantallas con estruendo y expulsan el diálogo, el pensamiento, la serenidad. Todo es ruido, como pasa en tantos bares aquí, pero es un ruido de metralla, de mucha pólvora.

También son tiros los que ayer escuché en el cine, pero de otra clase. Lo bueno que tiene celebrar un 12 de octubre en el extranjero (que la música militar / nunca me supo levantar, decía el bueno de Brassens) es que la cultura española tiene su semanita dedicada, y aunque sea medio a escondidas, uno puede ir al cine a ver a Ariadna Gil. Otros piensan que los expatriados nos dedicamos estos días a tomar fino y picar aceitunas rellenas de anchoa y tacos de manchego: nada más lejos de la realidad. Ahora los De la Graza prefieren tomar sus copas entre ellos, dándose codazos y riendo a mandíbula batiente, y nunca invitan a la colonia de compatriotas a sus bacanales. Seguro que nuestros night clubs, que crecen y se multiplican, deben acoger por las noches a todos los De la Garza de la ciudad, con los hilillos del jamón todavía metidos entre los dientes, y en sus rodillas alguna bailarina sentada cobrando los impuestos hispánicos, diplomáticamente.

Pues ayer vi, por fin, Soldados de Salamina. Le tenía ganas a esta película: no terminaba de intuir cómo se podía poner en imágenes la novela de Cercas y cómo se podía evitar el riesgo evidente de ofrecer un film literario, que es el mismo mal pero a la inversa que sufren muchas novelas cinematográficas: uno al final no sabe si está viendo un libro o leyendo una película. Si yo fuese director, dudo mucho que hubiera escogido nunca Soldados de Salamina para hacer un guión: demasiados los riesgos, y demasiada la tentación de hacer literatura. Pero debo reconocer que lo que vi ayer me gustó, y bastante. Estos apuntes pueden servir de guía:

1. No diré que la película inaugura géneros ni nada parecido, pero se huele la novedad: esa mezcla de ficción y documental, de testimonios reales y ficticios, de decorados y parajes históricos, no tiene demasiados precedentes de calidad. Esta no es una película histórica, para nada. Es un lenguaje creado a partir de la escritura pero usando bien las técnicas de la filmación: el juego de imágenes de distintas épocas, creadas ex profeso o recuperadas; el flash-back; la cámara al hombro... Trueba se apropia de técnicas nada novedosas para crear un producto distinto, una obra inteligente.

2. Ariadna Gil cumple bien su papel, y no rechina el cambio de sexo Lola - Javier Cercas. Sólo es raro no verla sonreir en ningún momento, y quizá su perfil queda a veces demasiado arisco, como si los escritores tuvieran que ser forzosamente insociables y oscuros.

3. Es por ello que no me creí el personaje de la tarotista, como si estuviera metido a la fuerza y sin afinar. El deseo de crearle un contrapunto a la protagonista raya a veces en la simple idiotez, y los azares se convierten en efectos demasiado buscados. La atracción que siente la lista profesora por la frívola quiromántica da un poco de grima.

4. En cambio, toda la trama consigue acercarnos al efecto que el escritor quiso mostrar: no es tanto el hallazgo como la búsqueda lo que se valora. Tanto da si Miralles es o no es Miralles. Al final ya hemos conseguido emocionarnos por un episodio humano de una guerra incruenta que no pasaría de anécdota si no fuera por su trasfondo vital, que traspasa las épocas y se convierte en categoría, en hecho recordable. Se sigue con ganas la peripecia de Lola, porque se va comprendiendo que ahí no se buscan héroes, sino que se buscan verdades; no mitos, sino realidades como puños.

5. La figura de Joan Dalmau delante de la residencia de ancianos (que huele a verdura cocida, a medicamentos, a muerte) no la habíamos podido ver tan gráficamente en la novela, emocionarnos tanto con su compostura de viejo lúcido. Miralles es él, claro que sí: Lola se lo pregunta y él dice: "No". Sólo le faltó añadir: "No, porque Miralles somos todos". Así, la búsqueda se hace perenne y la película y la novela siguen, como la vida misma.

6. Sólo me faltó ver en el "Estrella de Mar" (uno más de los abominables cámpings que se multiplican alrededor del mundo), agazapado detrás de una caravana, al detective salvaje que todavía espiaba a las suecas veranenates, con sus gafas y su cigarrillo. Pero Bolaño ya estaba lejos, muy lejos, y sin duda esa sí que ya es otra historia.

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Cuando alguien tan querido se muere, aparecen cientos de personas que de pronto confiesan lo mismo: "Yo comenzaba a leer el periódico cada día por la penúltima página". Ahora, desolados, comprarán mañana "El País" y tendrán que empezar por el principio, aprender a leer la prensa otra vez.

8 comentarios:

Magda Díaz Morales dijo...

Aqui tenemos la fortuna de tener buenas muestras de cine, aunque hay cines en que también solo gringas. Especialmente en la ciudad en donde vivo hay muestras constantes de diferentes países europeos, pocos de México para abajo, de Centro América o Sudamérica. El cine mexicano, últimamente (porque tuvo en los 80' y 90' un apesima época), tiene buenas peliculas, aunque yo prefiero el cine alemán, especialmente. También me gustó Soldados de Salamina, muy deacuerdo con lo que señalas en tus apuntes.

Saludos, Jacobo.

Anónimo dijo...

La muerte de Haro es el cierre de una época que empezó para mí con mi primera lectura en 1974 de 'Triunfo', del que EHT era subdirector... Allí descubrí a Haro, pero también a Savater... Cada viernes, con sólo quince años, esperaba la llegada de la revista, densa... Yo sólo era un lector.
Fdo.: Justo Serna

Anónimo dijo...

Siempre he comenzado el periódico por el principio y, al llegar a la penúltima página, me la saltaba y leía la última. Todo esto para dejar "De postre" el artículo de Haro Tecglen. Ya no volveré a saltarme nada.

lukas dijo...

Muy bueno, Jacobo, hace tiempo que la vi, y me la has recordado, muy bien!

Bolaño, buen enlace!

SEguimos...

Magda Díaz Morales dijo...

Haro Tecglen... que pena, cuanto se va a extrañar. He estado leyendo lo que escribía en su blog, es excelente, te lo dejo por si gustas leerlo algun dia:

http://www.eduardoharotecglen.net/blog/

Más saludos, Jacobo.

JacoboDeza dijo...

Gracias por vuestros comentarios, una vez más. Sobre la película hay que decir que gustó a la gente que estaba en la sala (estas cosas se notan), pero también hay que reconocer que a estos actos vienen mayoritariamente extranjeros. Sobre Haro, es lamentable la cantidad de irascibles que campan a sus anchas estos días por internet: no hablo de los que opinan bien o mal de sus escritos, sino de los que aprovechan cualquier coyuntura (incluso la muerte) para descargar su odio visceral a todo el que no piense igual. En algunos foros muy visitados se pueden leer pequeñas muestras de estos nuevos bárbaros. Lamentable.

Anónimo dijo...

Best regards from NY!
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Anónimo dijo...

Keep up the good work
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