Una vez más, la Academia Sueca ha hecho esfuerzos por no parecerse a nadie e intentar contradecir a todos los apostadores que hacían cábalas con listados de nombres. Ni Adonis, ni Carol Oates, ni Hugo Claus ni Magris. Tampoco el eterno aspirante peruano, que un año más ha cumplido con su tradición de no recibir el premio Nobel. El galardón ha sido para Harold Pinter, destacado dramaturgo británico todavía poco editado en España y en colecciones minoritarias (mejor traducido al catalán que al español, y diría que mejor representado) y cuyas opiniones políticas respecto de la guerra de Irak le valieron unos pequeños momentos de fama extraliteraria. Llegó a decir que Tony Blair era un criminal de guerra y que Estados Unidos estaba dirigido por una pandilla de delincuentes, por lo cual cabe aplaudir el sentido de oportunidad del jurado y nos permite seguir teniendo la convicción de que este premio (al igual que el de la Paz) tiene un trasfondo político de mucho calado.
No podemos decir, pues, que el autor sea un desconocido ni una sorpresa absoluta. Ya con Darío Fo se premió a toda una generación de dramaturgos, y a Pinter, que muchos consideraban el estandarte de una nueva manera de poner en escena los problemas más actuales de nuestra sociedad (la incomunicación y la soledad en especial), le tocará acarrear el premio en nombre de muchos otros colegas que jamás recibirán el Nobel.
Pero vayamos a la frase de la Academia, siempre una muestra de retórica pura y concisión milimetrada. Este año se ha premiado a Pinter por escribir "obras en las que descubre el precipicio que hay detrás de los balbuceos cotidianos y que irrumpe en los espacios cerrados de la opresión". Otra más para la colección. Y a vuelapluma, como debe serlo en esta crónica apurada que no tiene más intención que la de ampliar el eco del premio, anoto estos apuntes:
1. He paseado por la web oficial del escritor, una pequeña maravilla de diseño y contenido. Lógicamente, está en inglés, y pronto llegará al medio millón de visitantes. ¿Quién dijo que Pinter era un desconocido?
2. Una vez más gana el premio un europeo anglosajón. Podemos dudar de la capacidad lectora de la Academia, muy centrada en un ámbito lingüístico restringido y poco dada a navegar por otras literaturas y culturas lejanas. Siempre se ha dicho que la traducción al sueco de un autor es el paso imprescindible para ser aspirante con garantías, como si los académicos sólo leyeran en sueco.
3. Lo peor para un posible Nobel es entrar como favorito en las listas. Los últimos años, quizá con la excepción de Saramago, han demostrado que lo mejor es pasar desapercibido y no hacer ruido. Ya no funciona el estilo Cela: ahora hay que permanecer al margen y hacer como que a uno no le atañe la cosa.
4. Es preocupante el olvido hacia los poetas. Hacia los poetas puros, los que sólo escriben poesía y dedican prácticamente su vida a ello. El triunfo de la prosa ha contagiado de lleno el Nobel y la lírica languidece en los rincones más escondidos de las librerías.
5. El riesgo y lo que podríamos llamar una cierta radicalidad también han sido la tónica de las últimas decisiones del jurado. La de Jelinek fue una decisión extraña, que ha comportado ya la dimisón de un académico y las dudas sobre les mecanismos de elección.
Pero, en cualquier caso, la decisión estrictamente literaria no parece equivocada ahora. A falta de una inmersión en Pinter, leeremos estos días los artículos de quienes han puesto en escena sus obras y volveremos a pensar que el Nobel todavía tiene la capacidad de sorprendernos e impulsarnos a preguntar por qué éste y no otro. Y la literatura, con el debate, siempre sale ganando.
La clase de griego, por Han Kang
Hace 22 horas
16 comentarios:
http://romera.blogalia.com/historias/33769
Tendrías que explicar mejor si tu odio hacia Mario es hacia su persona y lo que representa, o hacia su literatura. Estaríamos de acuerdo en lo primero, para nada en lo segundo. Aunque puestos a elegir siempre me quedaré con el de Conversación en la catedral y La ciudad y los perros, ese es el Vargas Llosa que merecería el premio.
Gracias, anónimo, por la publicidad: ya ves que aquí se aceptan anuncios gratuitos...
Iba a venir muy temprano a dejarte el nombre del ganador y me regresé, me dije: "Jacobo me mata", jaaja, y valió la pena ;)
Valió la pena esperar, me faltó decir.
Hiciste bien, Magda: en este blog sólo Jacobo Deza está autorizado a dar primicias. :-)
Lei en uno de tus post que tenias especial interés en esta noticia, y lo recordé.
A mi me sorprendió la elección ¿a ti no?
A mí la Academia sueca me sorprende cada año. No sé si eso es bueno o es malo, pero al menos me obliga cada año a hacerme la misma pregunta: ¿qué tiene Pinter (Jelinek, Kertész...) que no tengan todos los demás? Y así paso mis noches y mis días de octubre, cavilando sobre cuestiones que deben tener más bien poca relevancia pero que me entretienen, que ya es mucho.
SE lo merece, otra vez uno de izquierdas, dice Jelinek, pues sí, y es que esto del escritor puro, para la Academia, ya no vale. El escritor verdadero es el que se compromete con su tiempo, es el que hace que duela, de lo contrario, nos vamos al lado de los lameculos de los que has hablado en el post anterior...
Ahora, habrá que leerlo, no? Esperaremos nuevas traducciones, se supone.
Te veo contento, Lukas. A mí también me gusta lo del escritor implicado, el que vive con un pie en la habitación, delante de la hoja en blanco, y con el otro en la calle. Pero no me gustaría volver a la literatura política: esa sí me cansa. Ya sabes, la literatura con mensaje y que le debe su existencia a un posicionamiento político. Me gustan las historias puras, con personajes que nacen y mueren en las páginas, sin perder de vista la realidad externa, claro. Me imagino que Pinter va por ahí: está bien hablar del cabestro de Bush y de Irak en los artículos, pero la literatura es otra cosa. La suya, sí, habrá que leerla.
ESo es lo que digo, Jacobo, tampoco me gusta esa literatura de mensaje, no quiero que se mezclen los artículos de opinión con la literatura (JMarías está sucumbiendo a ello, ya lo hemos hablado). La literatura, pura, pero el hombre, engagé...
Por cierto, Houellebecq dice que Nabokov es un pésimo escritor, ¿cómo se atreve este ganso?
¡Qué lastima! Sólo he leído una obra de Pinter y ya la olvidé. Me pareció un escritor menor al lado de Ionesco o Beckett. Lamento que no se lo hayan dado a Vargas Llosa o a Nicanor Parra (seguro que Bolaño hubiera votado por él).
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