viernes, 14 de octubre de 2005

El crítico en la cloaca

Quince páginas, quince: es lo que me ha ocupado la impresión de un artículo que amablemente me dio a conocer Magda, en una huella que dejó en la senda hace pocos días. Quince hojas de tamaño carta en el papel y 10 en la letra, con tipo verdana. O sea, bastante abigarrado y con pocos espacios en blanco. El autor, M. García Viñó, titula su esperpento “Javier Marías, una estafa editorial”, antecedido por la frase “Cometida con la complicidad de la crítica, los medios, la Academia, la Universidad y el Ministerio de Cultura”. Con la complicidad de todo el mundo menos la de M. García Viñó, se entiende.

No es fácil menospreciar la torrencial verborrea de este autor, que por muy poco eco que tenga, siempre acabamos reencontrando en los sitios más inesperados. Hay múltiples libros con su firma, ya sea como autor o como traductor (el ISBN reporta 74, al menos hasta las 09:55 de hoy, y asumiendo que quizá hay otros García Viñó por el mundo. Como dice la copla, ¿Cómo es posible que estemos a tres de enero / y ya se hayan editado cuatro libros de Viñó?). Y siempre habrá alguna revista que quiera ser más librepensadora que nadie y quiera jugar a epatar al personal publicando las cosas más rocambolescas.

Entonces, ¿merece la pena perder el tiempo leyendo quince páginas de prosa ortopédica y plagada de navajazos traperos? ¿Tiene sentido empañar de humedad y moho una página de este blog para comentar la existencia del mencionado artículo, y así engrandecer aún más el ego del escriba? Seguramente no, pero ya que un blog es el invento más improductivo que conozco, hagamos como si nada y perdamos el tiempo lo más que sea posible. Un día es un día.

Los primeros párrafos del artículo están destinados a sintetizar, a modo de aperitivo pero con la brocha gorda habitual, la tesis principal que se va a desglosar luego con abrumadores ejemplos. A saber:

1. Javier Marías destroza la lengua española y su gramática.
2. Javier Marías es el peor escritor de todos los tiempos y lugares.
3. Javier Marías no sabe puntuar y destroza continuamente la sintaxis.
4. Javier Marías carece de elegancia y estilo.
5. Javier Marías tiene lenguaje de funcionario.

Me detengo en el quinto mandamiento, porque los que siguen son fácilmente imaginables, por reiterativos. Y las principales acusaciones genéricas que se le imputan son dos:

1. No tiene “ocurrencias” (definidas por Viñó como “formas de descripción, definición o adjetivación insólitas que caracterizan al escritor de raza”).
2. Sólo escribe novelas en primera persona.

El método usado por Viñó es la crítica acompasada: debe ser un método científico consistente en hilvanar ocurrencias delirantes, una tras otra, de manera acompasada, porque como método para dejar de fumar parece que no ha dado buenos resultados.

Y comienza el estofado de buey: un listado interminable de citas extraídas de 6 novelas de Marías, con las cuales se pretende demostrar que utiliza repeticiones injustificadas, adjetiva mal y confunde el significado de las palabras, experimenta con construcciones que no se entienden y cae en “resbalones mentales”. El infantilismo del método llega a extremos waltdisneyanos, de carcajada fácil y rápida, de uso y disfrute inmediatos. Vayamos al primero de los cientos de ejemplos:

En Todas las almas, en la página 41, aparece la frase “Pensé que pensaría en su hijo”, lo cual le plantea a Viñó un problema de fondo, trágico, que él ha descubierto como crítico sagaz y acompasado que es: ¡Marías ha repetido el verbo pensar! Hasta el momento, es seguro que Marías no había caído en la cuenta, y es entonces cuando el crítico nota un leve mareo por su descubrimiento y le echa en cara el delito al acusado. ¡Repetir el verbo pensar en una misma frase, eso sólo podría ser obra de Marías!, reitera con el ceño fruncido.

Y el segundo ejemplo, de la misma novela y en la página 55, recoge otro fragmento de frase: “... una mirada mirando...”. Aquí el juez Viñó ya levanta el mazo, y antes de descargarlo sobre la mesa, grita: ¡Ha incurrido usted en reiteración de delito! ¡Repetición del verbo mirar! El escritor, contrito, fija sus ojos en el suelo y se repite a sí mismo: “nunca más escribiré literariamente, debo ser más comedido”.

Para qué seguir: quince páginas repletas de citas supuestamente erróneas, y me imagino a Viñó como la Señorita Rotenmeyer que muchos tuvimos en algún momento de la infancia. La que nos ponía dictados del tipo “el toro tenía una asta que le llegaba hasta la ingle”, y con la regla iba dando golpetazos en la mesa para hacernos sufrir. Y en las redacciones escolares era una falta la repetición de un vocablo en una misma línea o el quebrantamiento de la norma sujeto-verbo-predicado: un niño no era apto aún para romper normas e inventarse construcciones formales y literarias.

Viñó trata a Marías (y a todo escritor que se le ponga delante, y si ha adquirido cierta fama, mucho mejor) como al niño que todos fuimos, y con el rotulador rojo va marcando los errores gramaticales y sintácticos. Pero hay (¡ay!) una leve diferencia: y es que Marías eligió un estilo y una manera de expresarse, ya adulto, con plena libertad y siendo consecuente con lo que hacía. Y los que no vamos diccionario en ristre dispuestos a dejarlo caer sobre el cráneo del primer escritor que pase, gozamos con esa libertad y podemos gozar de lo que no goza Viñó: de la posibilidad de trabajar con la lengua y convertir eso en literatura, y leerlo, y ser un poco más felices. No basta con contar historias, hay que usar ese instrumento que es su base y con ella alcanzar el grado más alto de maestría, que no se mide con manuales de carpintero: pero uno se siente estúpido al tener que recordar eso y no merece la pena gastar más píxeles.

Escojo otro ejemplo para remachar el asunto: en Corazón tan blanco (pag. 23) se lee “Cayó la noche casi sin aviso”. Acota Viñó con evidente lagrimeo: “Dicho al estilo Marías: nocturna desconsideración”. Quizá Viñó hubiera preferido leer “Anocheció”. Mucho más académico, pulcro y clarito, como se leería en un manual de gramática. Con la sutil diferencia de que la literatura no es un manual de gramática: pero Viñó es un espécimen necesario para convencernos de que también la literatura tiene sus partes más oscuras, sus túneles subterráneos en los que habitan críticos de mirada torva, que de vez en cuando, con la ayuda de algún panfleto, salen a la superficie asomando la testa desde la alcantarilla. Pero su lugar natural, ahora y siempre (lo dicen los lectores, que son quienes más saben) seguirá siendo el de las cloacas de lo prescindible.

52 comentarios:

Portnoy dijo...

Creo que Viñó tiene un alter ego literario en la obra de Marías... el mismísimo De la Garza (¿no fue en El Bosque dónde se comentó algo por el estilo?)
Un saludo.

Anónimo dijo...

¡Qué jeta tiene este Viñó! Se mete con la obra de Javier Marías, con críticas sin sentido,corrigiéndole la gramática como si se tratara de un ejercicio escolar, mostrando un absoluto desconocimiento de lo que es la literatura y su peculiar lenguaje. Un día nos da la sorpresa y nos redacta las últimas novelas de Lobo Antunes según las normas ortográficas y gramaticales de la RAE.

¿Quién es Viñó? ¿Un escritor? ¿Un crítico literario? Parece que escribe reseñas y, para eso, sí hay que seguir unas normas fijadas por la RAE. Quizá debería estudiarlas porque a él sí podríamos corregirle sus escritos; dice que JM no sabe puntuar (Viñó desconoce la libertad de los distintos estilos literarios), ¿y Viñó sabe poner signos de puntuación, sabe redactar? Dice en su crítica:

“Me propongo demostrar en este trabajo, que basta un análisis superficial de sus libros, para dejar establecido que es el peor escritor de todos los tiempos y lugares, porque no sabe puntuar”.

Antes de criticar, tiene que revisar sus propios escritos.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Me faltó la firma, no soy ninguna anónima.

Fuca

JacoboDeza dijo...

Portnoy, no recuerdo esa comparación entre Viñó y De la Garza, y no lo he podido encontrar en "El bosque" (a ver si Anacrusa nos ayuda). Pero me gustaría que fuera cierta, aunque en alguna entrevista sí que recuerdo a Marías hablando del personaje como de un remedo de los verdaderos diplomáticos que hay dispersos por el mundo. Yo he conocido también a algún que otro De la Garza en mis contactos con embajadas.

Muy buen ejemplo, Fuca. Si aplicáramos la "crítica acompasada" a sus escritos se quedarían en lo que son: paja, confetti, gaseosa.

Anónimo dijo...

Ahora miro. Creo que era en otro sitio, pero me desespera que alguien como tú pierda su precioso tiempo con ese loco, ese patán, ese bilioso resentido.

¿No es el que pegó a Molina Foix en un programa de televisión?

Es la muestra más preclara del defecto llamado nacional.

Conocí a un corrector de pruebas de una editorial, a un pobre hombrecico anciano, que se jactaba de haber corregido a Unamuno, a Baroja... Nada, nada, que corrijan y los ecritores que escriban.

Anónimo dijo...

No logro encontrarlo y son las mil, pero fue en el foro Marías en el que se habló mucho de ese tipo. Allí he comprobado que fue el de la bronca con molina Foix.

http://javiermarias.es/foro/search.php

Anónimo dijo...

No sale bien el enlace. Yo he buscado en Garía Viñó.

Anónimo dijo...

Ay, qué desastre soy, quiero decir García Viñó

JacoboDeza dijo...

Recuerdo el programa de Sánchez Dragó y las absurdas discusiones que allí se dieron. Cuando no hay argumentos, se apunta uno al bombardeo indiscriminado, a ver si alguna bomba da en el blanco. Gente como Viñó jamás da opiniones en positivo, porque anularían su imagen (falsa) de enfant terrible.

También es divertida la anécdota, muy real, que he recuperado del foro Marías: a Viñó le preguntaron a qué autores españoles actuales leía, y dijo que él no perdía el tiempo en esas tonterías. Sólo lo perdía, parece, para criticarlos. Entonces alguien (quizá Molina Foix, pero no lo recuerdo con exactitud) le preguntó si leía a Coetzee. La respuesta de Viñó no podía ser otra:

-¿Coetzee? ¿Y ese quién es?

Anónimo dijo...

Dios mío, Jacobo, no me lo puedo creer. "¿Y ese quién es?" ¿Así tal cual? ¿Y se quedó tan fresco? Madre mía, ¿qué opinaría Mario Vargas Llosa? En la contraportada de la edición de "Elisabeth Costello", en Debolsillo, aparece la siguiente cita del peruano: "El surafricano J. M. Coetzee es uno de los mejores novelistas vivos y no digo el mejor porque, para hacer una afirmación sejemante, habría que haberlos leído a todos."

Magda Díaz Morales dijo...

Me encantaría que García Viñó leyera tu post. Sin duda la ignorancia es atrevida, vaya señor.

Un saludo, Jacobo.
Gracias.

JacoboDeza dijo...

Estuve tentado de mandarle un correo al susodicho informándole de mi comentario, pero ya perdí suficiente tiempo redactando éste. Si se diera a la tarea, supongo que con el Google no le sería difícil llegar hasta aquí.

Lo de Coetzee es rigurosamente cierto: cabe añadir en beneficio de Viño que entonces aún no había ganado el Nobel, y es que Viñó sólo conoce a los autores cuando ya han sido bendecidos por los grandes jurados.

Anónimo dijo...

Da gusto ver que cantidades ingentes de lectorcillos dan gusto a la industria. En lugar de tanta memez ya podrían ustedes dedicarse a leer y criticar activamente.

Vidal G.

Anónimo dijo...

Quiero pensar que usted no sabe resumir, y en cualquier caso, según el manual de buenas prácticas se suele colocar el enlace directo al artículo que se comenta, porque yo he leído ese artículo de García Viñó, y no se puede despachar como lo ha hecho usted.
Encantada de saudarle

JacoboDeza dijo...

Gatopardo, el enlace está justo en la primera línea (o segunda, según el tipo de letra que usted use). Basta con pulsar sobre la palabra "artículo".

Un placer saludarle también.

Roberto Iza Valdés dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Anónimo dijo...

Creo que tu resúmen, por llamarlo algo, es tan tendencioso como la propia crítica de Viñó, que por cierto, es algo más que un redactor de reseñas y te tomas la molestía de mirar su bibliografía, que como sus libros de historia de la novela o teoría literaria son muy conocidos entre estudioso de estos temas. Te copio un fragmento del blog de Arcadi Espada donde un seguidor de Marías, reconoce que hay verdaderas burradas gramaticales en las novelas del citado:

"Leo el apabullante documento de Manuel García Viñó denunciando las incorrecciones gramaticales de Javier Marías. El informe destila odio hacia el triunfante escritor, pero al mismo tiempo demuestra que su investigador le ha echado horas a la lectura con lupa de cada uno de sus libros. Un admirador inverso, de los que tantos tenemos en España. Los errores son de todo tipo, desde anacolutos hasta uso inexacto de vocablos, desde reiteraciones hasta frases incomprensibles. Leídos así, uno tras otro –Viñó entresaca más de un centenar- producen vértigo y alguna que otra risa, pues la verdad que en algunos casos se trata de auténticas burradas. Y ante ninguno de ellos –salvo las voluntarias reiteraciones léxicas- cabe decir que se trate de opciones estilísticas pues tal como aparecen son verdaderos atentados contra la lengua. Si acaso, para amortiguar tanta burricie, podríamos decir que las frases están fuera de contexto, pero ni así. Viñó denuncia el caso Marías como una estafa y acusa a los medios críticos, universitarios y académicos por haber alzado a los altares a un escritor que es incapaz de juntar las palabras con corrección. Pienso que algún motivo oscuro, quizá la envidia, ha debido mover al denunciante, un escritor profesional sin éxito y un excelente lector, según demuestra.

El problema que plantea es peliagudo, ya que al tiempo que desacredita a un escritor famoso desacredita también a los lectores que han leído con placer sus libros. Como yo mismo. Después de leer el listado de gazapos no he podido por menos de sentirme avergonzado, ya que yo he sido lector de todos esos libros y he sido incapaz de detectarlos..."

JacoboDeza dijo...

Tu frase produce vértigo: "...como sus libros de historia de la novela o teoría literaria son muy conocidos entre estudioso de estos temas." No hay un solo estudioso serio que ponga a Viñó como autoridad en la materia.

El otro texto entrecomillado es una magnífica muestra de la habilidad del crítico (debe ser innata, habrá que reconocer a los genes de Viñó alguna cualidad) para convertir a los lectores de Marías en decepcionados y arrepentidos seres. Acaba diciendo: "he sido incapaz de detectarlos (los errores)", y antes comentaba que vistos de uno en uno, hasta un centenar, también producían vértigo. Claro: le aseguro que si mira con detenimiento sus propias pecas, una por una en su cuerpo, se asqueará de sí mismo. E incluso opinará que sus pecas son errores gramaticales. Por mucho menos hay quien le va a convencer de que Dios existe: sólo es una cuestión de fe.

Anónimo dijo...

Libros de Viñó:

Novela Española Actual (1967)

Mundo y transmundo de las leyendas de Bécquer (1970)

Historia de la novela desde 1939: Historia de una impostura (1993)

La novela metafísica (1995)

Novela española actual (1986)

La novela española del siglo XX

Papeles sobre la "novela española actual" (1975)

El realismo y la novela actual (1973)

Andalucía en verso: antología (1982)

Artre de hoy, arte del futuro (1976)

Encontrado paraíso: poesía (1958)

La gran estafa (2005)

Cómo escribir una novela (1984)

La novela relativista y quuántica, Teoría de la novela... y así hasta 77 libros entre novelas, critica literaria arte y poesía.

Finalista en los premios ciudad de Barcelona y Alfaguara. Premio Doncel de novela, premio Hucha de Plata de cuentos. Pensión de literatura de la Fundación Juan March. Premio de Investigación de la Fundación Universitaria Española por "El mito de Fedra en la literatura. Posesión de la Medalla al Mérito en las Bellas Artes. Es miembro de la Asociación Española de Críticos de Arte y de la Asociación Internacional de "Critiques Litteraires", fundador de la Fiera Literaria...

¡Coño! con el redactor de reseñas. con el crítico "en la cloaca". Compadezco a Viñó porque para sus críticas tiene que leer tanta basura, pero no precisamnete por ser un indocumentado como parecías sugerir con tu nota, amigo. Por cierto, no tengo el gusto de conocer a Viñó personalmente.

Anónimo dijo...

"Me encantaría que García Viñó leyera tu post. Sin duda la ignorancia es atrevida, vaya señor."

Sí Magda, la ignorancia es atrevida...

Anónimo dijo...

Y yo me pregunto, y esto va para esos lectores acríticos que se zanpan todo lo que la industria editirial ensalza como bueno. ¿Por qué en vez de mandar al crítico "a la cloaca?, no se rebate con argumentos literarios lo que se critica. Si este hombre escribe 16 páginas analizando la novela de Marías, mala con ganas para mi gusto, la novela, digo, por qué no se entra en el fondo de la cuestión en vez de tratar de desautorizar al crítico. Digo yo.

JacoboDeza dijo...

javier, es encomiable tu esfuerzo ditirámbico aunque sea del todo inútil: de donde no hay luz no se pueden sacar energía.

Novela relativista, novela cuántica... buf. Como diría un aragonés, cuantica tontería. Premio Doncel, premio Hucha...¿el premio Espárrago todavía no le ha llegado?

77 libros... sólo esa cantidad ya me ilumina sobre los contenidos: que alguien pueda alardear de haber escrito 77 libros es francamente preocupante.

Pues estoy tentado de hacerte caso: quizá algún día haga una reseña sobre "La novela española del siglo XX" o así. No serán 16 páginas porque los números de más de una cifra me abruman, y no está el país como para dedicar ese tiempo a fruslerías, pero no lo descarto. Cosas más raras se han visto.

Por cierto, me pediré esa "Pensión de literatura de la Fundación Juan March": ha sido mi sueño desde mozalbete, cobrar una pensión para poder escribir 77 (qué digo: 99 al menos) libros y poder morirme en paz conmigo mismo.

Un saludo, y sigue con este enorme optimismo.

Anónimo dijo...

Documento “trampolín”

Un amigo ha encontrado ese blog y me comunica su existencia. Supongo se me permitirá caminar por esa “senda de los libros” un breve espacio, para defenderme de tantas insidias, calumnias y sandeces como se han vertido sobre mí.

Procuraré la máxima brevedad y espero que quienes me lean comprendan que en mis palabras se trasluzca un ligero cabreo.

Empezaré, creo que lógicamente, por la necia y vacía Anacrusa, que me llama loco, patán y bilioso resentido -¿sabrá ella lo que significan esos tres epítetos?-, sin haberme echado la vista encima, sin haber leído uno solo de mis cien libros y sin saber que soy, como ella, doctor en Derecho por la universidad de Bolonia, doctor en Filología Hispánica por la de Sevilla y licenciado de en Física Teórica por Heidelberg. Soy también el único español, en toda la historia, que más se ha ocupado –veinte libros- del género literario novela, desde los puntos de vista histórico, crítico, sociológico y estético.

El único español que ha publicado una “Teoría de la Novela” (Barcelona, Anthropos 2005). Mi libro “Mundo y trasmundo de las leyendas de Bécquer” lo publicó el más grande filólogo español del siglo XX, Dámaso Alonso, en la Biblioteca Románica Hispánica de Editorial Gredos, algo así como la capilla Sixtina de los estudios filológicos españoles, donde a usted no la dejarían ni barrer el suelo.

Continúo por el tontorrón que se escandaliza de mis nulas, o casi nulas y confesadas, relaciones con Coetzee, a propósito de las cuales Jacobo Deza miente, como en tantas otras cosas, pero da igual. Señor Paco, usted, que sí ha leído a Coetzee, y a Pérez Reverte y El código da Vinci, ¿ha leído a Fray Luis de León, el mejor prosista de la lengua española; a San Juan de la Cruz, el mejor poeta; a Fray Luis de Granada, a Quevedo, a Gracián, la Picaresca, Cervantes, Herrera (el primer crítico literario de nuestra lengua), a Lope, a Villegas, etc., etc. ¡Pues entonces, gilipollas!!! A mí, y teniendo en cuenta lo que yo busco, me ha bastado hojear a Coetzee, a quien por supuesto respeto, para saber que no me tiene nada que decir. Yo no leo para estar al día, señor Paco. Yo leo con una intención muy determinada. Tampoco leo novelas para enterarme de su tema y argumento. Leer así, como usted, como ustedes, hacen, es una torpeza que jamás conducirá a la posesión de una formación humanística. Le diré lo que he leído en los últimos diez años… ¡Como para tener tiempo de leer a Coetzee y los demás que anuncia Babelia! He leído y releído, solamente, Presocráticos, Nietzsche, Idealismo Alemán y Cosmología.

Jacobodeza es el clásico tipo de fulano al que su idolatrada madre, por quererlo demasiado, lo desgració para toda la vida. “Jacobodezito, hijo, le diría una y otra vez, tú eres muy gracioso. ¡Y cuánto sabes!” Y el desdichado se lo creyó y así ha llegado hasta aquí para evacualla en el extrarradio (cagarla fuera, diría Anacrusa, la muy basta). Aprenda a citar con propiedad o no cite: Era así: “¡Caramba, dijo el cartero, / tres libros de Marrodán / y estamos a dos de enero!” Todas las citas que hace de mí, las hace mutiladas o tergiversadas. Y, por supuesto, eligiendo las dos menos contundentes entre varios cientos. En dos o tres ocasiones me achaca haber dicho lo contrario de lo que dije. Yo sostengo que Javier Marías es quien peor escribe o ha escrito nuestra lengua en todos los tiempos y lugares. Y lo he demostrado en mi libro “La Gran Estafa: Alfaguara, Planeta y la novela basura”, Ed. Vosa. Pero casi no hace falta leer mis seiscientas páginas (no sólo sobre Marías, claro; también sobre otros/as). Sólo por haber escrito, en El Semanal, que “ETA asesinó a un concejal sevillano con su mujer incluida” es para descalificarlo para toda la vida. ¿Y esto? Dice que alguien está en un gran almacén y: “Entró en la sección viril y se echó unas gotas de aroma en el envés de sus sendas manos”. Sección viril, aroma por perfume y ¡el envés de sus sendas manos!... Este es el rebuzno más poderoso que se ha escrito en lengua española. No tiene remisión posible… En fin, pedante de mierda, a ver si tiene usted lo que tienen las personas dignas y no tienen los payasos: le reto a sentarse conmigo a una mesa con la obra de Marías que usted quiera delante, a ver si es capaz de justificar los cientos de confusiones, coces al diccionario, chistes involuntarios, pruebas de retraso mental y chorradas que yo le señalaré. Mi dirección es: ligeia@auna.com.

No voy a contestar ni a Potno ni a Magda ni a Anonymous, tan tontos y analfabetos como para acompañar dignamente a Jacobo Berzas, digo Deza. Anónymous, además, inmoral, al dejar una cita por la mitad.

Finalmente, gracias a Javier por su defensa de mi postura y de la racionalidad de que carecen los otros, pero ¿por qué motivos oscuros o, mucho menos, envidia? ¿Tanto cuesta admitir que alguien actúe simplemente por amor a la literatura, a la verdad y a la justicia? ¿Tan raro resulta que luche por ellas sin fines bastardos? Ya sería de por sí estúpido envidiar a un Forrest Gump e la literatura como es Javier Marías, pero es que si lo de la envidia se refiere a su éxito mediático y económico tengo la prueba de que no es, no puede ser, así: quien quiera puede buscar en cualquier hemeroteca el número de mayo de 1965 de la revista “Humanidades”. Contiene un estudio de mis tres primeras novelas y una entrevista conmigo, en la, que, entre otras cosas, decía lo siguiente -¡en 1965!-: “aspiro a ser un escritor de minorías, y mis ambiciones de venta no pasan de aquel número de ejemplares que mi editor necesite para no perder dinero y publicarme el siguiente libro”.

Mi enhorabuena una vez más a Jacobo Deza por haber escrito: “lo dicen los lectores que son los que más saben”. Hay que ser necio y navegar por las más espesas brumas del desconocimiento, para hacer esta afirmación.

Un saludo a Javier. Manuel García Viñó.

Anónimo dijo...

ESTIMADO AMIGO JACABO.

Es tan inmensa su personalidad, que la luz o fuerza que la ilumina, no basta para cubrir vuestra grandeza. Y como fuere que esta misteriosa fuerza debe tener alguna masa, es atraída hacia abajo por la fuerza de la gravedad, tozuda ésta como la propia verdad.

Esto hace que la parte superior de su cuerpo, hállese yerma de la energía vital. Quizás sea esto la razón por lo que su cerebro, transite entre tinieblas y a tientas.

No se preocupe amigo, en la propia física tenemos la solución. Bastará que unas horas al día se ponga boca a bajo para, aunque sea someramente, recibir algo de inteligencia. No le aseguro que sea la suficiente como para igualarse a la diestra e innata habilidad que demuestran los simios, pero en los parámetros que usted se mueve, será suficiente para manejarse en el ámbito del analfabetismo funcional que demuestra conocer bien.

Sin otro particular, su seguro servidor Javier o Ditirambo como usted me llama.

Portnoy dijo...

El esbirro siempre agita el puño sobre la mierda que el villano que le paga deja en casa de otras personas.

Anónimo dijo...

ESTIMADO AMIGO JACOBO:

Cuando uno es fan o acérrimo seguidor de algo o de alguien, pongamos Javier Marías, su objetividad y capacidad de discernir queda mermada y ya nos movemos en el campo de las creencias cuando no de las patologías.

Esto unido a su indolencia y apatía intelectual (“Novela cuántica... cuantica tontería”, “los números de más de tres cifras me abruman”) le impide abordar otros campos y puntos de vista más allá de los que cree conocer y se encuentra cómodo y seguro y, por ende, se mofa de lo que desconoce. Sumado a que los blogs como el suyo son una suerte de ejercicio de vanidad y onanismo seudo-cultural, que sólo se alimenta de sus ocurrencias y el aplauso de unos pocos incondicionales, algunos tan obtusos como el que me precede, en fin, le digo que es perder el tiempo seguir debatiendo. Bueno, creo que por lo menos estos días se ha animado un poco el blog con opiniones diferentes a las suyas y se ha roto esa unanimidad acrítica que veo que es frecuente por aquí.

La palabra del Dios Jacobo Beza (poca imaginación hasta para el seudónimo) ha tenido respuesta de algunos herejes, ¡amen!.

Siga usted por “La senda de los libros” que no de la literatura y de la cultura con mayúsculas.

Buenas y provechosas lecturas.

JacoboDeza dijo...

Por fin dio usted en el clavo en una palabra: onanismo. En efecto, este ejercicio de los blogs es el perfecto instrumento del onanista llevado al terreno de lo virtual. Lástima que usted haya tardado tanto en darse cuenta, mientras otros ya llevamos casi un año o más gozando del presente. Es lo que suele ocurrir: el tiempo que usted emplea para ovacionar a sus maestrillos otros lo usamos para fines mucho más provechosos. Y créame que lo lamento por usted.

Anónimo dijo...

yo odio a Marías, no me extraña que la produccion literaria en castellano sea tan pobre, cualquiera vuelve a leer a un autor español despues de leerle a el.

Anónimo dijo...

Permítanme confesarme antes de empezar. Escribo mal, tengo faltas de ortografía y se me olvidan las tildes más que a menudo. Es más, esta es la primera referencia que tengo a los autores en discordia.

Me gustaría hacer una reflexión. Totalmente subjetiva, pero quizás alguien esté de acuerdo conmigo. Escribir bien es una buena herramienta para contar historias. Pero mira que no hay historias perfectamente escritas que son un auténtico aburrimiento! (lo siento, en el país en el que resido los teclados tienen combinaciones dificiles para el castellano, la del comienzo de la exclamación ni siquiera sé donde está).

Dicho esto, y una vez leída la historía y los comentarios plagados de, muy correctos gramaticalmente, insultos, me da la sensación de que entre los autores por aquí mencionados hay mucho ego. Demasiado. La bilis, por muy bien escrita que vaya, sigue siendo bilis. Y con esto me refiero a todo el mundo en general y no a nadie en particular.

Puestos a insultar; sean zafios, faltas de ortografía y gramaticales incluidas. El efecto queda mucho más conseguido. Los insultos de las prostitutas de la Casa de Campo siempre llegarán con un mensaje mucho mas potenciado que los de el mejor de los autores que asienta sus posaderas en la R.A.E.

Que disfruten de su verbo, que del mensaje no podrán!.

Anónimo dijo...

¡Ahí tus huevos, capao! A tomá por culo con er criticable, con er criticante, con er bló, con la rae... y de paso aprovesho pa cagarme en toa su puta calavera de tos ustede. He disho.

Anónimo dijo...

He de manifestar mi ignorancia. No conozco a nadie de los mencionados. Ni a Viñó, ni a Javier Marías, ni a JacoboDeza. Soy estudiante de Ingeniería, y estoy sumido en la tópica ignorancia sobre temas "de letras" por la que se nos recrimina a "los de ciencias". Pero una cosa sí se, cuando alguien emite una crítica, comentario, teoría, etc. solo hay dos opciones:
-La persona en cuestión no tiene entidad (por estudios, renombre, categoría...). Se ignora su aportación.
-Se rebate su afirmación razonadamente y punto por punto (o hasta donde sea razonable exigir)
El intento de desacreditar una teoría criticando al autor simplemente hace creer que no se tienen argumentos reales para exponer, y hay que intentar "matar al mensajero". Es una táctica muy empleada en ciencia, pero que a veces tiene el desagradable efecto de volverse contra el que la emplea.
Y esta es la sensación que me llevo.

Anónimo dijo...

Hola a todos. Después de leer todos los comentarios de este post, me veo en el deber ético de participar en una discusión que creo totalmente alejada de su proposito original (si lo tuvo).

Como parece que aquí hay que escribir la formación de uno a modo de aval, comento que he sido estudiante de ingenieria y bellas artes, aunque no terminé ninguna de las dos. La razón: desengaño.

Bien, he leido tanto la crítica de García Viño pero no la obra de Javier Marías, por lo que carezco de "atenuantes" a la crítica como podrían ser la originalidad del argumento o las conclusiones ético-espiritualese que deja la lectura de sus libros.

Sin embargo, por lo que he podido saber de la obra de Javier Marías, para nada es la obra de Jack Kerouak o Bukowsky, que saltándose las normas, definieron un nuevo estilo a la hora de escribir. Sin embargo, aun saltandose ciertas convenciones, lees sus libros y aunque no seas doctor en la materia, SABES que estan bien escritos. Saben lo que hacen y controlan el efecto cuando lo desean.

Me parece que Javier Marias carece de esta habilidad y aun teníendola, no le salvaria de presentarse como un tremendo burro cosa que me ha parecido leyendo los fragmentos de la critica de García Viñó.

Hay ciertas cosas que no se pueden perdonar en materia de arte. Escribir te convierte en escritor, pero no en buen escritor. Y escribir como un burro y al estilo de un adolescente de 18 años (por que no lo sabes hacer mejor) te convierte en un escritor patético. Y LO MAS IMPORTATNTE. Lo que si que me parece escandaloso es que se incluya a Javier Marías en la RAE con semejantes ejemplos de "querer y no poder" además de no saber utilizar el lenguaje. Y creerme cuando os digo que estoy cansado de ver artistas que defienden su libertad de estilo cuando lo que ocurre es que su estilo no es otra cosa que aquello que se han encontrado al empezar y que no han sabido mejorar. Y si hay algo más triste que este hecho, es ver que el público general alaba tales personajes por un motivo, realmente, no saben.


Pero como he dicho, no he leido ninguno de sus libros y no puedo ser rigurosamente objetivo. Aun así, lo errores expuestos por Viñó son suficientes para decirle a alguien que aprenda a escribir antes de empezar un libro o un articulo periodístico.

Luego está el tema del tono de las réplicas a la crítica de Viñó vertidas en este blog. Simplemente diré que me parecían más propias de niños que atacan al que expone un argumento que no saben rebatir. Si. Típico español. Y muy triste también.

Las malas formas y el ataque personal, lo más críticable del árticulo de Viñó, es de lo que más he visto en este blog (la primera vez que lo leo).
Ah, si. Y por cierto, a título de nota para aquel que le interese (a mi me la suda):vistos desde fuera, no sabeis lo patéticos que resultais intentando parecer "noseque", insultandoos de forma culta. Realmente patéticos. Da risa y vergüenza. Un espectáculo lamentable.
Por lo menos Gacía Viño tiene la integridad de escribir "gilipollas" y "... de mierda", que también están en el diccionario.

Es muy diferente escribir libros y que se vendan mucho, a que estos sean buenos. Si no, tendrían que darle el nobel a la autora de Harry Potter.

Franciscano dijo...

Magnífico Jacobo.

Es la eterna lucha: los impéritos puristas contra los ingeniosos transgresores. Claro que, de fondo, quizás sea cierto que la academia necesita más filólogos y menos escritores.

Ah, dónde están esos dardos...

JacoboDeza dijo...

Regreso un instante a la discusión, ahora que ha renacido gracias a un enlace desde otra página web, para mostrar mi alarma ante el flujo de adeptos a la causa que siguen aportando los oportunistas. Es un buen indicador del nivel literario (hablo de lectura) al que estamos.

Sin duda, no voy a ser yo el que deshaga una a una las trampas puestas por MGV en su artículo. Es como si me obligaran a analizar un libro palabra por palabra: no hay nada tan infantil ni tan presuntuoso a la vez. El post del blog simplemente quería dejar constancia de que todavía hay gente capaz de hacer crítica desde una perspectiva errónea, falsa y absurda, y lo que es peor, que detrás le sigan un puñado de exégetas dispuestos a aplaudir cada zancadilla.

Mi tiempo puede permitirse tomar otros ejemplos al vuelo:

CB 184.- “Una columna que me servía de disimulo”. Quería decir “de escondite”.

[la profesora Rotenmeyer no podría estar más de acuerdo. No hay que dejar que la lengua aletee viva, hay que cazarla y meterla en la cazuela. Según MGV, el manual de gramática sólo aceptaría en este caso la palabra "escondite". ¿Y qué dice el manual literario, profesor Viñó, porque de eso es de lo que hablamos también?]

CB 185.- Porque son de confección española: “pantalones patrióticos”.

[el profesor es incapaz de captar el chiste. Hubiera preferido la primera opción, que no destiñe. ¿Se imaginan ustedes leyendo una novela que diga "pantalones de confección española"? ¿Se imaginan un lector tan áspero que no pueda sonreir ante un hallazgo verbal?]

CB 187.- En la perfumería, “mareado por el olor multitudinario que la mezcla de todas las marcas juntas despedía”

[de nuevo el profesor de gramática hubiera preferido otro adejtivo, y es que la originalidad está reñida con la regla y el puntapié. El escritor inventa, crea, deconstruye, rehace, y el impertérrito sabueso busca palabras incoloras e insípidas: así es como escriben los que tiran de diccionario y manuales para salir del paso y ganar Planetas]

En fin, no sigo porque esto es de un aburrimiento supino: convencer a las piedras no ha sido nunca mi vocación, y hay ejemplos y procederes que caen como castillos de naipes. Eso sí: como los fuegos fatuos, impresionan a primera vista, pero jamás pasan la prueba del algodón. Qué digo: ni la del kleenex, listillo...

Anónimo dijo...

Jacobo, hay una cuestión que no entiendo, si me la puedes resolver te estaré muy agradecido.

Antes, te aclaro algo.

¿Piensas que al que no le guste Javier Marías no le puede gustar la literatura transgresora con el propio lenguaje o que es un imperito purista? (baco: perdón, pero creo la tónica de imperito está en la segunda i, todos nos equivocamos, pero si vas de guay, antes consulta el diccionario, que te la juegas).

Creo que puedes estar equivocado. Como soy yo el que escribe me pondré de contra ejemplo, pero creo que habrán más como yo, incluso tú puedes estar entre ellos :)

Tengo 29 años y me parecen un tostón obras clásicas que cualquiera clasificaría como indispensables. A mi, autores como Kerouak, W. Borroughs o Hunter S. Thompson, Gibson o incluso Capote me parecen sumamente transgresores (hasta Valle Inclán en Luces de Bohemia), tanto en estilo como en contenido y me interesan más que Vargas Llosa o Márquez (aunque sus libros me gusten, no me siento cercano a su realidad).

Prefiero un Pollock a un Goya, un Linchestein a un Van Dike, un Matisse a un Sorolla. Aunque todos son geniales pintores. Es indiscutible su savoir-faire. Pero me quedo con los "transgresores".
También prefiero Massive Attack a Mocedades, o el Drum&Bass al rock. ¿Sigues pensando que es un "purista" o que no le gusta lo transgresor al que le parezca un burreras Javier Marías? (al margen de que su obra me divirtiese si la leyese).

Para mí, la primera serie de autores que te he comentado, son como "Gaudís" o "Le Corbusieres" de la literatura, construyen de forma diferente, se cargan las normas establecidas, pero sus construcciones no se caen como castillos de naipes ;)
Me encanta la transgresión. Pero no confundo la transgresión de Kubrick con la caspa de Santiago Segura. Hacer las cosas mal y decir que transgredes es lo más fácil del mundo.

Ah, y una cosa es hacer un chiste con intención (lo de los pantalones patriotas me gusta mucho, de verdad) y otra cosa es que yo me ría de la equivocación de alguien que no sabe lo que ha hecho.

Bueno. Habiendo aclarado esto, espero que me puedas responder. Muchas gracias por adelantado.
Y déjate de películas, parece que sufres por algo ridículo. Que a no ser que seas un alter ego de Javier Marías, esta historia no va contigo y mira como te has puesto :)

Hay que ser capaces de poder discutir sin subir tanto los humos y dejando el orgullo tras el firewall.

salud, libertad, conocimiento y armonía (o harmonía, vaya...) para todos ;)

JacoboDeza dijo...

rez, ahí van algunas respuestas:

1. Yo no considero a Javier Marías un transgresor. Simplemente, un muy buen escritor. Tampoco saldré a defenderlo a la mínima crítica negativa que le hagan, pero sí me subleva que se le hagan críticas injustificables bajo el manto de lo intelectual. Este artículo de MGV (ya ni hablo de otros), simplemente, no hay por donde cogerlo. Un listado de frases fuera de contexto no demuestra absolutamente nada, y es una técnica que pone al descubierto la falta de verdaderos instrumentos para ejercer el oficio. Lo increíble es que tanta gente pase por el colador y vea estrellas donde solo hay luces de circo ambulante. No voy a hacer un listado de escuelas de crítica literaria y de grandes autoridades en la materia, es fácil seguir su rastro: pero al menos hay que desmontar a los charlatanes de cartón piedra.

2. Con los mismos elementos de "crítica acompasada" que usa MGV, se puede hacer exactamente el mismo camino a la inversa: volver a escribir las mismas frases y sintagmas y demostrar que desde un punto de vista de estilística literaria son perfectamente posibles, y en el marco de su contexto completo. Lo que allí se presenta como verdades incontrovertibles (jamás como opiniones) puede quebrarse con la piqueta de los recursos que la literatura permite y que, lógicamente, no pasa la aduana del manual de gramática de cuarto de ESO.

3. Tranquilo, mi sufrimiento es fingido: duermo muy tranquilo por las noches.

4. Además de gozar con los autores que dices, y que comparto, también hay que saber emocionarse igual ante un Goya o un Sorolla. Más que nada porque así conseguirás ser todavía un poco más feliz, que es de lo que se trata. Ya ves: el arte nos hace felices a muchos, y a otros les pone un rictus de quejica a fuerza de diccionarios. Me quedo con los primeros, sin duda.

Un saludo.

Anónimo dijo...

:) muchísimas gracias por tu respuesta. Y tambien por tus modos. Pareces una persona diferente :)

Al final resulta que estamos de acuerdo en gran parte de los puntos comentados. Quizás el más importante es que el arte nos hace sentir. Humanos.
Yo coincido contigo en que me molestan mucho aquellas personas que, como única forma de crítica, recurren a los tecnicismos para desmontar la obra de alguien (más, cuando la obra sale del marco técnico). Y vuelvo a repetir, que no estoy para nada de acuerdo en que García Viñó haya dejado que lo personal afecte en lo "formal" y que parte de su razón se pierde a causa del método empleado y de los sentimientos que le han movido a escribirlo.
Tambien me quedo contigo en la opción del arte como fuerza inductora de felicidad. Pero que sea arte. Ok? Lo otro es ocio y es diferente.

Ahora sólo me queda leer alguno de los libros de Javier Marias para decidir por mi mismo si la obra como experiencia está por encima de errores tan graves como los que he leido (y si esta obra es suficiente como para darle un sillón en la RAE).

Te mantendré informado.
Un saludo.

PD. Además de otras cosas raras soy pintor (antes de lienzo y ahora digital) y disfruto la pintura y la experiencia visual de la misma. Soy capaz de gozar (y gozo) con un Sorolla, un Goya, un Rembrandt, o un boceto de Ingres. Pero no dejo de ser un humano de mi tiempo y gozo todavía más con aquello que nace de sensaciones parecidas a las que yo tengo, o con aquello que me habla de lo que yo pienso. Por eso los gustos y lo importante de valorar objetivamente aquello que no me gusta. (Cosa que intento hacer!) :) En este mundo saturado de información, lo más dificil es separar la paja del grano.
Pero eso es algo que ya sabemos todos.

Gracias otra vez.
Ciao.

JacoboDeza dijo...

rez, sólo como coda ociosa: me he estremecido ante un cuadro de Lucio Fontana, también ante algún Tàpies, ante esculturas luminosas de Dan Flavin, frente a una palissade de Raymond Hains, ante una obra de Pistoletto. En fin, que también procuro recolectar sensaciones a partir de lo último que se produce en arte.

Aunque a Ellan no le hayan dicho casi nada, las dos novelas que ya ha leído son un buen inicio para meterse en el mundo de Marías. Yo sí tengo recuerdos muy específicos de esas lecturas (sus lugares, sus momentos, los silencios que me acompañaban) y me aportaron algo sustancioso. Ojalá también lo hagan contigo, pero si no es así nada grave ocurre: hay tanto por leer y tantos autores por descubrir...

Saludos

Anónimo dijo...

Don Jacobo: usted es tan pedante y pagado de sí mismo, que empieza a parecer tonto. Medite en las opiniones de Daniel y de Rez, muy sensatas y ponderadas, y no se crea en posesión de la verdad. E intente, si puede, justificar que las burradas con las que ejemplifica G. Viñó su artículo de Rebelión son propias de quien conoce su idioma y merece estar en la academia. Y no se trata de unas cuantas frases sacadas a voleo de unas cuantas novelas: se trata de seis "Cuadernos de crítica", de más de treinta páginas, en los que se analizan otras tantas novelas del pobre Marías, con cientos de ejemplos cada uno, sin olvidar una página. Y sin sacar nada de contesto, no es posible, porque las críticas acompasadas están hechas para leerlas teniendo el libro al lado. Para transgredir unas reglas, primero hay que conocerlas. Si quiere, le mando una lista de las palabras cuyo significado Marías desconoce.
Marías es un disléxico mental. Quien peor escribe el castellano en la actualidad, carece de gracia cuando quiere tenerla y es incapaz de componer una verdadera novela. Hasta ahora sólo ha escrito relatos, y malos.
Como veo que usted odia cordialmente a Viñó, le recomiendo un libro luminoso que acaba de sacar: "El País: la cultura como negocio". Editorial Txalaparta, Navarra. Nadie ha tenido aquí el valor de enfrentarse al sistema como él lo hace. ¡Eso sí que es transgredir! Como le ha dicho alguien, usted tiene el blog para sus vicios solitarios. Para pontificar. Y si alguien no está de acuerdo con usted, intenta descalificarlo. Mucho tiene usted que vivir y estudiar para hacerle una pupa al único crítico independente que tenemos. EStanislao

Anónimo dijo...

lo de JMarias es inadmisible, y la mala leche de Viño seguramente no sea mas k un recurso para llamar la atencion, algo k tal vez este justificado en este caso

Anónimo dijo...

Alguien pregunta alarmado si es verdad que Cebrián pasó por encima de Quilis. Lo es. Dejó en la cuneta a la persona que mejor conocía nuestra lengua y que había escrito El esapañol en España, El Español en Paraguay, El español en Filipinas, etc. etc. Pero la cosa tiene más miga. Los académicos, iluminados por el Espíritu Santo, decidieron que había que meter un periodista en la Academia y se decidieron por Ansón. Entonces, muy al estilo del patio de vecinas que es este país, alguien dijo que si se metía a uno del ABC había que meter a otro de El País. Votaron y se decidieron por Haro Tecglen. Cuando se enteró don Jesús del Gran Poder, con quien por lo visto, De la Concha despacha, para eso les da dinero, dijo que si entraba alguien de eL PAÍS, tenía que ser Cebrián Y fue así como se dejó fuera no sólo a Quilis, también a Castillo Puche.
Un ruego a todos: ¿por qué no dejan de joder a la marrana y a su puta madre sobre las motivaciones por las que un señor escribe una crítica -odio, resientiomiento, aburrimiento, ganas de joder- y se fijan en si tiene o no razón en lo que dice? Que Javier Marías merece orejas de burro es algo que se demuestra con un solo ejemplo de los cientos que la han sacado los críticos, porque ninguno se puede achacar al descuido. Se trata de impotencia.Ricardo Senabre también lo cosidera una nulidad.
Y para ti, Jacobino, que siempre estás presumiendo de estar al tanto "de lo último que se produce", prueba de acusado esnobismo... ¿Has leído a los clásicos? No se te nota. Estanislao

Anónimo dijo...

Hola a todos:

He llegado a esta discusión quizá un poco tarde, cuando ya han pasado dos meses desde el último mensaje, pero aún así me gustaría aportar mi opinión como lector. Mi objetivo es contribuir con una crítica constructiva, sin caer en descalificaciones ni alusiones personales.

Comenzaré exponiendo mi opinión: en general estoy de acuerdo con las críticas de Manuel García Viñó, al margen de que el lenguaje y las formas que utiliza para escribirlas me parezcan más o menos correctos. De aquí en adelante haré referencia al artículo titulado "Mañana en la batalla piensa en Marías", publicado en "Rebelión" el 25 de diciembre de 2005, que puede consultarse en el siguiente enlace:

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=24622

Me centraré en éste y no en el titulado "Marías, una estafa editorial" porque el primero me parece mucho más completo y mejor argumentado.

Desde mi punto de vista, las críticas de García Viñó, tanto las referidas a Javier Marías como las que se centran en otros escritores de éxito, pueden dividirse en dos grupos: (a) las que podríamos llamar "objetivas", en las que se señalan anacolutos, errores sintácticos, confusiones en el significado de las palabras, etc.; y (b) las que podríamos llamar "subjetivas", que se basan en cómo el crítico considera que debe escribirse una novela.

La mayoría de las críticas que he calificado como "objetivas" no pueden sino considerarse acertadas, ya que señalan incorrecciones en el uso del lenguaje. Al margen de las descalificaciones personales (a consecuencia de estas críticas, a García Viñó se le ha llamado de todo, desde "buscacomas" a "señorita Rotenmeyer") el principal argumento de los que no están de acuerdo con ellas estriba en que la literatura está más allá del academicismo, razón por la cual la calidad de una novela no debe medirse en función de que cumpla o no las normas gramaticales ortodoxas; en particular, se ha recurrido a la originalidad, la transgresión, la creatividad lingüística y otros conceptos afines para justificar la violación de las reglas gramaticales. En mi opinión, este argumento es absolutamente correcto, y, especialmente a la vista de las obras maestras que se han escrito durante el pasado siglo, no creo que haya muchos aficionados a la literatura que se opongan a él. Por lo que se refiere a Manuel García Viñó, la lectura de sus ensayos sobre la novela muestra, sin el menor asomo de duda, que él también está de acuerdo; no puede explicarse de otra forma que considere obras maestras a novelas como "El ruido y la furia", de William Faulkner, que, en la traducción de Ana Antón-Pacheco, empieza así:

"A través de la cerca, entre los huecos de las flores ensortijadas, yo los veía dar golpes. Venían hacia donde estaba la bandera y yo los seguía desde la cerca. Luster estaba buscando entre la hierba junto al árbol de las flores. Sacaban la bandera y daban golpes. Luego volvieron a meter la bandera y se fueron al bancal y uno dio un golpe y otro dio un golpe. Después siguieron y yo fui por la cerca y se pararon y nosotros nos paramos y yo miré a través de la cerca mientras Luster buscaba entre la hierba".

Lo que motiva las críticas de García Viñó no es que Javier Marías no observe las reglas gramaticales según la ortodoxia, sino que comete multitud de errores que dan lugar a malentendidos y que entorpecen la lectura y la interpretación del texto. La heterodoxia gramatical que caracteriza al párrafo anterior está justificada porque en él la acción está narrada desde el punto de vista de un retrasado mental; al recurrir a ella, Faulkner consigue que el lector sea consciente del caos mental del narrador y vea la realidad tal y como la ve éste. Marías, en cambio, no escribe con un objetivo parecido: se expresa así porque, al menos en apariencia, no sabe encontrar un modo más eficaz de hacerlo; no pretende que el lector obtenga ninguna conclusión de sus incoherencias gramaticales. Como ejemplo, cito el siguiente fragmento de "Mañana en la batalla piensa en mí" (páginas 319-320 en la edición de bolsillo):

"Mientras ella iba a casa del padre [1] María Fernández Vera, que lagrimeaba y abrazaba sin cesar al niño desde que se lo habían traído, liberó un momento una mano para llamar a su marido al trabajo, y él y Luisa volvieron juntos a Conde de la Cimera (o Guillermo sólo fue y Luisa volvió) donde ya se había personado otro médico forense con patillas impropias que levantó acta de defunción [2] --compensar la calvicie-- [3] y el compañero Ferrán había desaparecido: muy tocado según la asistenta, se había bajado a la cafetería rusófila a tomarse unos vermuts o unas cervezas".

Por la falta de la pertinente coma en [1] no sólo el lector se queda extasiado al pensar en la posibilidad de que un padre (o cura) se llame "María Fernández", sino que tiene que volver hacia atrás y empezar de nuevo para averiguar quién liberó un momento una mano. La ubicación de los guiones en [2] hace pensar que el médico forense levanta el acta de defunción para compensar la calvicie; es necesaria una nueva relectura para darse cuenta de que son las patillas impropias las que tienen esa función. Los guiones que acabo de mencionar y la extensión de la frase hacen prácticamente imposible entender a cuento de qué viene lo que sigue a [3]; de nuevo, sólo tras una reflexión se entiende que enlaza con el "donde" que se refiere a la casa de Conde de la Cimera.

Tal y como argumentan los defensores de Javier Marías, es lícito alterar la sintaxis con el fin de lograr una mayor expresividad; pero no tiene sentido hacerlo si lo que se logra con ello es exactamente lo contrario. La exigencia de utilizar correctamente los signos de puntuación y de utilizar las palabras según su significado no es un requisito elitista: es el mejor medio para lograr que el lector se entere de lo que el autor quiere transmitir (sea esto una acción, como lo que se narra en el párrafo que he citado de "Mañana en la batalla piensa en mí", sea un acción y un punto de vista, como lo que se describe en el párrafo perteneciente a "El ruido y la furia"). Si yo escribo: "señor muerto, esta tarde hemos llegado" queriendo decir "¡señor!; muerto está; tarde hemos llegado", no estoy siendo transgresor u original: simplemente no sé expresarme.

Las críticas que he calificado como "subjetivas" se basan en lo que García Viñó considera que debe ser una novela y, por lo tanto, hacen referencia a una cuestión de gustos. A este respecto, lo que las hace especialmente valiosas es la coherencia que muestra el crítico al hacerlas. Una lectura detenida de su "Teoría de la novela" permite entenderlas en su totalidad, con independencia de que se esté más o menos de acuerdo con ellas.

Buena parte del artículo que he mencionado al principio de este comentario se basa en señalar lo que García Viñó considera disquisiciones fuera de contexto o, más radicalmente, tonterías. El motivo de tales críticas estriba en que considera que el principal objetivo de una novela es hacer partícipe al lector de una segunda realidad, razón por la cual todos los elementos y técnicas involucrados en la escritura (sintaxis, vocabulario, punto de vista, contenidos, etc.) deben estar al servicio de ello. Desde este punto de vista, se comprende que no tenga en buena estima una novela en la que tanto la trama como el devenir psicológico de los personajes se ven interrumpidos, una y otra vez, por disquisiciones y peroratas sobre asuntos que no tienen nada que ver con ellos y que sólo reflejan ciertas ideas del autor, no de los personajes. Como ejemplo, resulta muy significativo lo que ocurre al final del segundo capítulo de "Mañana en la batalla piensa en mí" (en la edición de bolsillo, página 70 en adelante). Después de informar al lector de que el protagonista está deseando salir del piso en el que acaba de morir la que era su amante, embargado por la desazón y el desconcierto propios de tal situación, Marías se dedica a divagar sobre: (1) el contenido del cubo de la basura; (2) el contenido y la distribución de las prendas en un armario ropero, proporcionando toda suerte de detalles; (3) qué hacer con el niño y las probables reacciones de éste en cada caso; (4) el contenido de la nevera; (5) la película que se emite por televisión; (6) cómo informarán al niño de la muerte de su madre y cómo recordará a ésta al cabo de los años; (7) cómo persiste y cómo se olvida lo que ya no está. Así, tras la lectura de las siete páginas en las que están contenidas estas divagaciones, el lector no puede participar de ninguna manera en la angustia que, supuestamente, embarga al personaje principal: no aprecia ni prisa, ni aprensión, ni dudas, ni miedo, ni remordimientos, ni indecisión; sólo es testigo de un montón de disquisiciones que prácticamente nadie haría, y mucho menos con esa lógica y ese detalle, en una situación de tanta tensión y desamparo.

Por contraposición al ejemplo que acabo de mencionar, me parece muy ilustrativo comentar un fragmento de "Crimen y Castigo", de Fiódor Dostoievski, con quien algún crítico ha comparado a Javier Marías. La primera parte de esta novela termina con el acontecimiento más importante de ésta: el asesinato de Aliona Ivánova, cometido por el protagonista, Raskólnikov; esto sucede en el capítulo séptimo. Durante los capítulos anteriores, Raskólnikov ha divagado largamente sobre el crimen, sobre la responsabilidad, sobre por qué muchos criminales son desenmascarados, sobre su fortaleza o debilidad mental a la hora de afrontar una situación semejante (temas, todos ellos, relacionados directamente con la trama)... Sin embargo, según se va acercando el clímax, Dostoievsky se va olvidando de todas estas disquisiciones y se va centrando en la acción. Al final del capítulo sexto, Raskólnikov se dirige a la casa de Aliona Ivánova, provisto de todo lo necesario para cometer el crimen. Durante el camino, Raskólnikov aún tiene tiempo de hacer algunas divagaciones, pero éstas ya no se realizan con la coherencia anterior, sino que son breves, balbucientes e incompletas; gracias a ello el lector percibe que, debido a la tensión, la mente del protagonista está muy alterada. Al comienzo del capítulo séptimo, Raskólnikov entra en casa de su víctima. Durante las siguientes dos páginas, todo sucede a velocidad de vértigo: se produce una breve e incoherente conversación entre ambos y, apenas sin la menor interrupción y sin tiempo para que el lector respire, el asesinato de consuma; así, el lector percibe la violencia con la que se desencadena todo. A continuación, Raskólnikov recorre la casa en busca de objetos de valor, mientras no puede evitar que le vengan a la cabeza todo tipo de miedos y remordimientos; Dostoievsky narra la escena a base de pensamientos y acciones entrecortados y dubitativos, describiendo algunos objetos, los que más le interesan al protagonista, y olvidando otros; así consigue mantener la tensión y que al lector se le acelere el pulso al mismo tiempo que al protagonista. Y para concluir, cuando los planes del protagonista empiezan a torcerse debido a acontecimientos inesperados, Dostoievsky aumenta el ritmo de narración y el grado de caos e incoherencia de las acciones y pensamientos de Raskólnikov, que ya no sólo pasa de un lugar a otro sin completar ninguna tarea, sino que empieza a contradecirse y a cambiar de opinión y de planes a cada instante; con todo lo cual consigue hacer partícipe al lector del clímax en el estado de desesperación del protagonista. Así, el lector finaliza la lectura de la primera parte de "Crimen y castigo" con el pulso acelerado y la respiración entrecortada; el objetivo de hacer partícipe al lector de una segunda realidad, la que vive el protagonista, queda, por lo tanto, logrado al ciento por ciento.

Con estos dos últimos párrafos he pretendido ilustrar lo que, según García Viñó, ha de caracterizar a una buena novela; he utilizado mis propios ejemplos porque mi concepción de este género literario es muy parecida a la suya. Para profundizar en estas ideas recomiendo la lectura de la "Teoría de la novela" que este mismo autor publicó en 2005 en la editorial Anthropos; es un libro muy corto, de poco más de cien páginas, escrito de forma didáctica e instructiva. Por supuesto, nada de lo que se dice en esta obra constituye una verdad absoluta, pero creo que es muy importante conocer en cierta profundidad el pensamiento de una persona antes de juzgar el porqué de sus opiniones.

Como cierre a este largo comentario, me gustaría añadir que aún no he podido comprobar si García Viñó ha sido capaz de plasmar en una novela la concepción que tiene de este género literario, aunque pronto estaré en condiciones de hacerlo, pues, tras muchas búsquedas infructuosas, al fin he conseguido una de sus novelas: "El escorpión", publicada en 1969. Sí he tenido, en cambio, la ocasión de leer al que este crítico considera el mejor novelista español de la postguerra: Andrés Bosch. Hace unos pocos días terminé "Mata y calla", también conocida como "Arte de gobierno", que este autor publicó en 1977. Como no soy partidario de "hacer estadísticas de un solo dato" (entrecomillo la frase porque se la he plagiado a un amigo), no voy a juzgar si el apotegma de García Viñó es más o menos acertado; me voy a limitar a decir que la novela me pareció tremendamente original, no tanto por el contenido (grosso modo, trata sobre un gobierno despótico aunque democrático), sino por el punto de vista desde el que se narra, que descoloca y sorprende y pasma al lector desde la primera hasta la última página.

Espero haber contribuido, de buen grado, al debate sobre la crítica y la literatura.

Un saludo a todos.

JacoboDeza dijo...

Armando, gracias por la prolija colaboración y por manifestarte en estos términos tan mesurados y didácticos.

Coincido en algunas apreciaciones: por ejemplo, en lo referente a la posibilidad que ofrece la literatura de transgredir normas gramaticales y sintácticas, aspecto que hemos defendido algunos desde el principio. La lengua es un instrumento para la comunicación y, en este caso, también para la creación de belleza y de un ideal estético.

Estoy viendo, empero, que llegamos a un camino sin fin, o a un callejón sin salida, tanto da. Yo he leído la mayor parte de la obra de Javier Marías y te aseguro que ni en un solo instante he percibido la más mínima desazón por no comprender una frase. No he tenido que releer nada para entender lo que estaba leyendo, y creo que ni es cuestión de práctica ni de inteligencia.

En primer lugar, sacando cada frase y cada párrafo del contexto de la obra complicamos, lógicamente, la captación precisa de sentido. Y hablo del caso de Marías, of course, pero sería válido para el ejemplo que pones de Faulkner: leído tal cual, sin continuacion, es un texto necio, ininteligible casi. Hace falta que tú, como lector que "ya sabes", nos expliques (si es que no tenemos el libro a mano) que se trata del proceso mental de determinado personaje. Las frases, puestas al margen del lugar que ocupan en un todo, permiten cualquier tipo de cábalas y teorías, de hecho es fácil: lo difícil es analizar novelas en su sentido pleno y absoluto, y repito que yo jamás he tenido ningún problema al dejar fluir ante mis ojos la prosa de Marías.

Podríamos hacer ese mismo ejercicio con infinidad de autores (Viñó lo hace sin descanso), porque es un método pret-a-porter: de cualquier prosa podemos extraer veinte o treinta palabras y asustarnos ante el resultado. Claro: no son oraciones de manual de secundaria, sino extraídas de (ahí es nada) la literatura, por lo que estamos ante otras reglas y ante otras miradas posibles.

Hay una frase importante en tu aportación: "(JM) se expresa así porque, al menos en apariencia, no sabe encontrar un modo más eficaz de hacerlo; no pretende que el lector obtenga ninguna conclusión de sus incoherencias gramaticales". Para mí, la única conclusión que hay que sacar es que Marías escribe así porque es su estilo, ni más ni menos. Es evidente que no hay que sacar conclusiones literarias sobre esa gramática, porque no es el caso de Faulkner que expones: es una gramática que pretende conseguir un modo de narrar peculiar por el cual acceder también a la belleza.

Somos cientos de miles los lectores que así lo sentimos, y no creo que cientos de miles lean novelas que no pueden entenderse. Si vamos de la primera a la última página le aseguro, amigo Armando, que no hay por donde perderse.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Marías (Deza), además de confundir el significado de adjetivos y sustantivos (esquina por rincón) y de puntuar como un perro, su escritura es un puro anacoluto. ¿Sabéis lo que es un anacoluto, capullos? Pues es, justamente, mi primera frase.

No tenéis ni idea de quién es García Viñó, ¿a que no? Leed "El Escorpión" y criticadlo luego,acompasadamente. Si sabéis hacerlo, claro.

Anónimo dijo...

Lo que me gustaría ver, lo que de verdad invalidaría la crítica del tal Viñó son argumentos que invaliden y contrarrestren lo dicho por el tipo... pero, oh, sorpresa, nadie se ha aventurado a hacerlo, ergo no debe ser mentira lo que dice, ergo tiene razón.

Anónimo dijo...

Armando ha acertado de pleno. La comparación con "El Ruido y la Furia" es muy afortunada y muestra a la perfección que la transgresión debe tener una justificación, no simplemente destrozar el lenguaje porque sí y punto.

dot dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Es increíble que a partir de la "crítica" del tal García Viñó se haya generado semejante revuelo. Digo, será que esto es discutible? lo merece? Es surrealista. Lo único positivo que obtengo de haber conocido semejante opúsculo, es que si algún día veo en alguna librería algún ejemplar (de los 100) que publicó el tal Viñó, me alejaré raudamente hacia el lado contrario.

Anónimo dijo...

Desde aquí felicitar a García Viñó por su crítica a la obra de Marías. Comencé a leer Corazón tan blanco y me fue imposible pasar de la página 70 (con muchísimo esfuerzo). Comparto lo que escribe Viñó sobre el mundo tonto e intrascendente que intenta reflejar Marías (las opiniones de sus personajes son de tontos de culo, básicamente). En cuanto a la transgresión y compararlo con Faulkner, Dios bendito. Es un verdadero pufazo

Anónimo dijo...

Desde Hermosillo, Sonora, México

Me parece que M. García Viñó debe de pensar en su salud, pues ya es un viejo y le guarda rencor a todos los escritores del mundo, yo sinceramente no quiero tocar el tema de Javier Marías, porque lamentablemente no lo he leido, no soy lector frecuente de libros, soy mas un navegante de redes, revistas, periodicos, etc.

Pero si quiero tocar el tema de Arturo Pérez Reverte a quien tambien lo ha hecho pasar por la calle de la amargura, y lo mismo a atacado a quien se deje, de todos dice lo mismo, que son los peores, que no saben puntuar, que les tiene envidia, esto ultimo lo peor, porque lo reconoce, y sin embargo ataca y ataca, no lo se, no entiendo si de niño nunca le dieron 1 abrazo, o si nunca tuvo amigos, pero yo quiero decirles que gracias a Arturo Pérez Reverte mucha gente en el mundo tomo el gusto por la lectura de libros, y me incluyo, tengo amigos de otros estados y paises con los que platicó sobre las aventuras del capitán Alatriste, sobre la tabla de Flandes, el club Dumas, etc etc, y en realidad la pasamos bien leyendo a este autor y de pronto me topo con una critica de este pelo, que si Iñigo Balboa la leyera este tio tendria por regalo 7 metros bajo tierra y una esquela en El País, pero en fin un abrazo a toda la comunidad y lo mejor es enviarle buena vibra a M. García Viñó para que algun dia encuentre la felicidad que nunca tuvó, salud.

Anónimo dijo...

García Viñó es un tipo razonable. No es demasiado difícil dilucidar el verdadero alcanza de Marías, sobrevalorado por doquiera. En fin, polémica vacía.

Anónimo dijo...

No conozco a Viño, me informaré, pero Marias es un autor penoso. Siempre tenemos que conformanos en España con autores de medio tinte, como mendoza, reverte, savater.... algo serio por dios