De acuerdo, este es el fin trágico de la historia, pero antes hubo mucha trama y mucho personaje secundario, que quizá algún día desentierro de mi ahora imposibilitada memoria. También ha habido destellos fascinantes, horas de cruda realidad, escenas que me estaban esperando desde tiempos inmemoriales para que las inmortalizara, como esta
pero dejemos que el tiempo haga su efecto, con la ayuda de la paroxetina, y recuperemos un cierto estado de sosiego y lucidez. La vida sin serotonina es un valle glacial.
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Por si la melancolía no fuese suficiente, me entero de la reciente muerte de Isidor Cònsul, editor, filólogo, escritor, caminante y amigo. Nos cruzamos en el tranvía barcelonés el año pasado, con las memorias de Jordi Pujol en su cartera y que me mostró satisfecho, aún sin distribuir. Nos vimos más tarde en la consulta médica de nuestro pueblo: lo mío era banal, lo suyo ya le dejaba marca visible. Compré en febrero su Tractat de geografía y me lo llevé a Nicaragua, pensando quizás que la noticia fúnebre me asaltaría en los siguientes meses y que era bueno tener la obra a mano. Así ha sido. Isidor no volverá a coger el tranvía rumbo a Proa, pero yo acaricio ahora la portada de su libro autobiográfico. También para eso sirven los libros, para estar cerca de los que ya se nos van.
4 comentarios:
tal vez, la mejor manera de acabar un viaje; sin equipaje, desnudo...
Jacobodeza, acabo de descubrir su blog a raíz de su polémica del 2006 con García Viñó. Dedicaré toda una vida a seguir leyéndole.
José: literariamente, es una maravilla esta desnudez. Honestamente, es una soberbia putada.
Kaia: te recomiendo que le dediques sólo media vida al blog, hay otra media ahí fuera esperando con un un montón de cosas interesantes. Pero gracias por tu interés.
De lo mejor de la vida es tener el tiempo suficiente para tomar un café mientras leemos. Aunque sea pegados a un portátil para seguir un blog que fascina.
Saludos
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