jueves, 18 de diciembre de 2008

Los furibundos blogs

Ay, ay, ay. Voy a intentar ofrecer una lectura alternativa de la que se esparce estos días por mis blogs más queridos. Una lectura, digo, del último artículo de Javier Marías en el suplemento dominical de El País. ¡Cuánta vestidura rasgada he podido apreciar en gente respetabilísima! No tiene nada de extraño, por otro lado: que Marías no intenta quedar bien con nadie en sus textos periodísticos es cosa sabida, y que sus opiniones acostumbran a caer como una losa marmórea en los lectores más sensibles es igualmente cierta. Debe ser por eso que me gustan tanto sus afirmaciones extemporáneas: ya leo anticipadamente en ellas las rasgaduras de otros y disfruto como un niño.

Esta vez la provocación ha tocado de lleno el mundo de los blogs. Está en boca de todos la tremenda aversión que el autor tiene por la mayoría de avances tecnológicos que se suceden a ritmo vertiginoso. Quien más, quien menos no estamos tan lejos de eso: juro que sigo sin tener iPods ni cualquiera de esos teléfonos que ahora sirven para sobrevivir en esta vida (comunicarse con otra persona a través de ellos ya es algo superfluo). Y entiendo que pueda leerse como una pataleta de anciano anacrónico una frase de este estilo:

Aproveché para navegar un poco por Internet, por primera vez en mi vida o casi.


¿Se habrá perdido algo en todo este tiempo por entrar en la red hasta casi a inicios del año 2009? Pues sí, seguro, como yo me habré perdido mucho por no leer los libros que él habrá devorado en este mismo lapso y por no escuchar los discos que almacena en sus estanterías. No damos abasto, qué quieren que les diga. La ingenuidad de descubrir hasta ahora que internet es "una enciclopedia de vastedad incomparable, pero de calidad muy dudosa y variable" es apenas una anécdota ante la certeza de saber que pasado mañana regresará a su Olivetti. Con la que es capaz de escribir, por ejemplo, las 1.600 páginas de Tu rostro mañana sin necesidad de pegar, copiar, insertar o cortar (vocabulario básico de word, verbigracia).

Pero la parte que más heridas ha causado es la referida al mundo de los blogs y los foros, que me atañe. No logra entender la gracia de este formato, similar al de un bar y unos insoportables charlatanes, ni la lógica de unos contenidos ombliguistas y unos comentarios zafios y groseros. Como un resorte, mis amigos del gremio han saltado al grito de mi-blog-no-entra-en-esa-categoría, defendiendo el todo por la parte que les toca. Hombre, hombre. Yo también defiendo mis discretas aportaciones en este espacio, y aquí están enterradas sin modificar una coma de lo ya escrito en varios años. Pero de ahí a considerar que los blogs son un formato imprescindible y que no estar atento a ellos supone una merma personal o intelectual hay un trecho. No: hay un abismo.

Lo pondré en cifras, para que quede más científico: entre los millones de blogs que hay colgados en la red, el 99,9% no tiene el menor interés para mí. Mi lectura de blogs se limita a lo sumo a unos 20 de manera regular, y para el resto tengo suficiente con una única visita. Pero esto no es nada significativo: los mismos porcentajes se pueden aplicar a los libros editados, a los programas televisivos o a las obras teatrales estrenadas en un año. Y yo también he sido víctima en algún momento de las zarpas de individuos que consumen su tiempo dejando mensajes insultantes (creo que ellos , más finos, les llaman meadas) en determinados blogs durante un tiempo concreto, porque siempre acaban hartándose del poco caso que se les hace a sus diatribas, o simplemente su capacidad de micción no da para más. Todo ello, descrito por Marías en el artículo, es estrictamente cierto. Parece, pues, que no hace falta ni tener internet en casa para descubrirlo.

Nada de lo cual me exime de no dejar constancia del buen hacer de algunas personas que, a falta quizá de la posibilidad de otros formatos más tradicionales, optaron en su día por el blog y ahí siguen, constantes y esforzados, usando su tiempo en creaciones muy recomendables. Y gratis, que diría Dalí. Pero esta gente anónima, que imagino buena en muchos aspectos de la vida, podría ser igualmente certera en otros espacios: no fue el blog lo que les hizo hombres, sino ellos los que sacaron partido de este instrumento. ¡A ver si ahora resulta que es antes internet que la costilla de Adán! Si algunos hemos escogido el blog como formato es por su inmediatez, flexibilidad (aunque no tanto) y facilidad de acceso. Los efectos colaterales se llevan como una ligera carga que hay que acarrear, pero no me extraña que el odio que algunos destilan acabe manchando los intentos de otros por acercarse a la blogosfera.

Desengañémonos: el blog desaparecerá en pocos años. Ni un responso, por favor: algo mejor lo va a sustituir, y todavía seremos más felices. Y quien entonces siga tecleando en una vieja máquina de escribir puede que acabe encontrándole el gusto a esa nueva tendencia. Aunque si sólo navega pocas horas, va sin brújula y nos atenemos al porcentaje mencionado, reconozco que eso es estadísticamente muy improbable.
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Entré en la librería, hace unos pocos años, y ahí estaba el primer volumen de El día del watusi. Sonreí, pensando en el feroz atrevimiento, suyo y de la editorial, de publicar una trilogía casi simultánea y más que anticomercial. Este hombre me cae bien, pensé. Vestía de negro: otro punto a su favor. Ayer, Francisco Casavella murió a los 45 años. Hay días jodidos en diciembre.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Suscribiría casi todo el post. La literatura es anterior al ADSL. Sólo una objeción: a veces parece que Marías encuentra el desprecio muy cool. Me acuerdo de cómo echaba pestes de Anagrama, la editorial que le ayudó a hacerse un hombre literariamente.

JacoboDeza dijo...

De hecho, Marías ya dijo recientemente que no le lee jamás ningún libro editado por Anagrama. Pero él tiene don de lenguas, así que no creo que se pierda nada interesante.

Es cierto que su desprecio ya se acerca a la pose, pero eso a mí no me lo hace más antipático. La antipatía como pose es también un recurso, una gestualidad hacia el público: pero Marías no anda con el ceño fruncido en su casa. Palabra de Deza.

blumm dijo...

¡Anda! yo no sabía eso de Marías y Anagrama.
¿Dónde puedo encontrar la razón?
Gracias.

JacoboDeza dijo...

Por ejemplo, aquí:

http://blogs.elmercurio.com/cultura/2008/08/24/a-mi-la-honestidad-brutal-me-p.asp

Saludos

Anónimo dijo...

No comparto del todo, pero comprendo los conceptos de Javier Marías sobre el asunto de los Blogs. Humildemente algunos nos acercamos a esta herramienta como un modo de mostrar ciertas cosas que nos interesan... De hecho, gracias al internet -y a los blogs- puedo leer al mismo Marías semanal aunque no vivo en España. A Marías lo respeto mucho como escritor, es muy inteligente, es algo duro a veces, pero me encanta. Paseando encontre su blog. Mis respetos y Saludos.

JacoboDeza dijo...

Gracias por su interés, daré un rodeo desde mi senda hacia su ejercicio de inteligencia. Saludos (y no deje de leer a Marías)