Escribo al trasluz de la noticia que leía hace unos días: Justo Serna ha decidido cerrar su blog y seguirá escribiendo a través de otros medios más tradicionales (prensa, libros), al margen de mantener actualizada su página académica. En sí misma, la noticia no es más ni menos novedosa que la del cierre de cualquier otro medio escrito al que acudimos regularmente, ya sea a través del quiosco o de internet: pero quizá la punzada que sentimos los que allí aterrizamos a menudo (los habituales que acabamos por hacernos un sitio en esas páginas y al cabo de un tiempo nos tomamos la libertad de aplaudir, criticar o añadir algo a lo ya dicho por el creador, incluso de reprocharle de que hable de ese tema y no del otro, incluso del de más allá) merezca una pequeña reflexión sobre el asunto.
No voy a esconder mi incredulidad inicial ante ese blog: ya el título, "Los archivos de Justo Serna" me sonó rimbombante en su día (¿los archivos de la corona? ¿de Salamanca?) y un punto egocéntrico, como le parece siempre a quien suscribe su invento con un nombre ficticiamente literario, y ve que otros exponen al sol su verdadera identidad. Hasta que descubrí que el problema era mío pasaron unos pocos posts: los suficientes para comprobar que los textos de Justo Serna acostumbraban a dar en el clavo y mis gustos y opiniones no se diferenciaban demasiado de los suyos. Su blog pasó a formar parte de mis favoritos e intenté no pasar por alto ningún artículo, o recuperar los que por falta de tiempo había dejado de lado en su momento.
El formato de ese blog, en cualquier caso, difería bastante de la idea mayoritaria que uno tiene sobre este submundo: Serna escribía textos bastante extensos que en nada hacían referencia a sus peripecias personales. Entiéndase: a las anécdotas vitales y retazos de vida que pueblan la blogosfera y que convierten muchas páginas en diarios y bitácoras de gente común, y a quienes quizá su streap-tease permanente convierte en seres algo más identificables. La idea de superar el anonimato, ni que sea con pseudónimo, alegra a demasiada gente: millonarios por un día, los cinco minutos de fama. En un reciente artículo, Javier Marías se admiraba de la gente que conecta su webcam y enfoca los segundos vitales (las horas, los días y meses) de su aburrido devenir, la cotidianidad más rala y simple. Pero aún eran más admirables en su locura las personas que se conectaban a internet para seguir el día a día de esos seres mundanos y de sus platos por lavar, sus camas por hacer y sus bostezos retransmitidos en vivo y en directo. ¡Qué tiempo ganado si esa necesidad de conocer historias ajenas, de personajes actuando, se vertiera en la lectura de buenos libros, que proporcionan justamente ese material con vocación artística añadida! Pero el hiperrealismo triunfa, y la mayoría cree que va a encontrar más placer en el lecho de una muchacha desvergonzada que bajo las sábanas de Madame Bovary: placer inmediato para un presente fugaz.
Los archivos de Justo Serna eran, pues, de digestión lenta. No eran simples apuntes de consumo rápido, sino que algunos de esos textos tenían una cierta vocación de permanencia, y eso era lo que le daba un cierto aire de blog raro, ajeno a los usos y costumbres de los bloggers que pululan alrededor. Recojo una frase del autor publicada el 9 de enero sobre su oficio circunstancial: "Yo había ideado mi bitácora como un laboratorio de ideas personal, como un depósito en el que archivar ciertos análisis aún incompletos susceptibles de convertirse en ulteriores ensayos". Ese artículo, redactado bajo la excusa de escribir sobre "Periodista Digital", está en la base de la decisión tomada ahora de echar cerrojo al blog: y uno de los elementos que allí reseñaba, que ahora me interesa mucho resaltar, es el hecho de que esta moda o afición o como quiera llamársele tiene sus tuberías y conductos muy a la vista; sus cañerías que conducen directamente a las alcantarillas, quiero decir. Debajo de los autores que escriben y de los pocos o muchos lectores que con amabilidad aportan sus comentarios, hay rugidos y gritos de nicks que viven de ello: del ruido y de la furia. Viven de ello aquí, porque se supone que fuera de internet deben de tener algún trabajo provechoso pero seguramente aburridísimo. Si no, no se entiende la propagación de estos especímenes en tantas páginas y su voluntad inquebrantable de ser las moscas cojoneras que también tienen sus cinco minutos de gloria efímera. Por fortuna, este blog todavía ha sido ajeno al fenómeno (supongo que bastará con hacer referencia a ello para que las moscas se sientan atraídas por la miel, o acaso esto sea tan insulso que ni con promesas azucaradas vengan al panal, es lo más probable), pero hay lugares en que la rabia expulsa a todo inocente que se atreve a acercarse al asunto. El blog de Arcadi Espada es uno de los ejemplos supremos, en donde convive la opinión más civilizada con el retumbar del insulto y la humedad del salivazo. Mi limitado discernir no acierta a veces a comprender algunas cosas, pero acepto la imposibilidad de penetrar en las mentes de quienes reiteran sus visitas a determinados sitios con la única misión de provocar sismos: quizá es muy divertido pero no le veo gracia por ningún lado. Pero lo más increíble es que a un blog como el de Justo Serna también le salieran algunas tuberías del muro: gente que sistemáticamente discrepaba de todo cuanto allí se escribía (y que por tanto debieran buscar otras aguas en las que bañarse: yo no compro el ABC ni mando cartas a su director quejándome de que sean tan carcas) no cejaba en su empeño de regodearse en su propia bilis. Es un fenómeno colateral que habrá que analizar: ¿dónde estaba esa gente antes de que se crearan los blogs? ¿qué era de sus vidas? Porque parece que varios han encontrado el sentido de su existencia gracias al pataleo diario, y si cierra un blog, saltarán ágilmente al de al lado para insistir en su dosis de vitriolo crónico.
Pero lo que yo quería decir es que Justo Serna nos ha enseñado algo a muchos (bastantes más de los que le escribían, los comentaristas son pocos al lado de las visitas calladas) y es el aprecio por la palabra bien dicha, el apunte preciso y una selección de temas y asuntos nada gratuita. Esperemos que sea cierto eso de que algunos artículos terminen en ensayos más elaborados, pues creo que también somos muchos los que agradeceremos que ante tanta bulla haya un espacio para el reposo y la reflexión. ¿Quién dijo adiós? Hasta luego, Justo.
El azul del cielo
Hace 1 día
12 comentarios:
Soy de las que se lamntan, como sabes, del cierre de Justo Serna. He llegado a la impertinencia de pedirle que, ya que habla del agotamiento de mantenerlo a diario, escriba semanalmente o, incluso, quincenalmente, porque es un dolor perder el contacto directo con alguien tan afin, tan mesurado, tan buen escritor, pero no hay remedi. Esperemos, sí, seguir leyéndolo en otros medios.
Y de las malas babas que rodean los blogs, habrás visto al que manifiesta que el cierre de Justo Serna es la alegría de su vida ¿Tan difícil será no entrar en lo que no se comparte? Es gente rara, sí, pero nada comparable a lo ocurrido en el de Haro Tecgles, que ya muerto y con los asiduos lamentándose y expresando sus condolencias a la familia, entraban a insultarlo haciendo ya sólo un daño terrible a los que quedaban. Es algo totalmente inexplicable para mí.
Espero que tu senda siga abierta.
Abrazos doloridos.
Qué interesantes reflexiones. Justamente estuve meditando sobre los anónimos y el ruido.
Y llego a las siguientes conclusiones:
Quien escribe un blog literario, ha delimitado el sentido de su proyección y cuando llegan los anónimos, sean éstos 'adversos' en el tono más antagónico, ' discrepantes sin agresividad, filogroseros, etc, sabe qué hará. Al primer comentario 'adverso' se decide si se borarrá, dejará ígnorará, contestará o no.
En los blogs personales que incluyen lo literario, es factible, la aparición de comentarios anónimos, desde los más mesurados hasta los que llegan a la vulgaridad.
Si uno asume su lugar como una especie de 'templo', o de espacio en el cual desarrollar la interacción sin sobresaltos, seguramente borrará los comentarios que remueven los cimientos de su blog.
Particularmente, al recibir anónimos, he optado por dejar que permanezcan. Llegaban infrecuentemente.
Después de determinado acontecimiento, se le sintió llegar con 'fuerza'. Y por su mismo carácter endeble en el nivel argumental, no me amedrentaron aparte de los obvios efectos de pensar 'qué gente'.
La calidad de los comentarios se devela en su forma y contenido. La capacidad irónica del blogueador que recibe tales comentarios sobrepasa lo que está al nivel del piso.
Solo cuando llegan comentarios discrepantes en un tono ofensivo, y sin embargo 'sustentados', la capacidad de respuesta -permanece la ironía- se agudiza y los anónimos retroceden porque el escándalo no les gratifica si el piso se les tambalea a ellos.
Veo al blog de Justo Cerna, como un despliegue inteligente y sui géneris en el mejor sentido.
Veo a tu bitácora, gratificante, con comentarios precisos, inquietos,
asombrados. Como las hermosas bitácoras que están en la blogósfera como libros abiertos, con sus fieles lectores y otros que van llegando.
Muy atinada la referencia al blog de Haro Tecglen, Anacrusa. Parece que lo que más atrae a los desalmados es la opinión política, pues es el tipo de blogs que más sufren su acoso: los supervivientes del franquismo sociológico que perviven (los trogloditas de los que hablaba ayer el "New York Times") ya han descubierto las nuevas tecnologías, esperemos que algún día aprendan a usarlas dignamente antes de su completa extinción.
Vir, gracias por tu prolija aportación. Supongo que la ironía es una buena táctica frente a la agresividad verbal. Siempre queda la posibilidad de borrar comentarios (yo sólo lo he hecho con los spams publicitarios) aunque no por ello se borra la realidad, y la capacidad de insistencia de ciertos anónimos puede agotar al blogger más terco. El anonimato debe ser el mejor escudo para ellos: ¿quién se responsabiliza ante los posibles abusos expresivos? (¿quién se hace cargo de qué?, en palabras de Manuel Cruz, que tanto ha escrito sobre el asunto). Pero como siempre seré partidario de limitar al mínimo las regulaciones que puedan coartar nuestra capacidad de seres libres, habrá que convivir con el mal uso que algunos hacen de su propia libertad. Mal uso por lo que comporta hacia terceros, que no tienen ninguna culpa, ni ganas, de aguantarlos.
Querido JacoboDeza:
Te agradezco las palabras tan generosas que dedicas a mi blog, una experiencia enriquecedora para mí y a la vez agotadora. Cuando algo me interesa me tomo las cosas así: me entrego e incluso me desfondo, con el propósito de no caer en la rutina del puro mecanismo. Es la felicidad del obsesivo. Cuando esa dicha mengua o desaparece, entonces descanso para poder cambiar de actividad, para poder entusiasmarme otra vez. Admito que esto tiene algo de arbitrario e incluso de desconsiderado (si pensamos en los lectores), pero no sé obrar de otro modo. Estoy acabando de coordinar un número de la revista 'Pasajes' (editada por la Universidad de Valencia y la Fundación Cañada Blanch) dedicado a 'Historia y narración', un número que aparecerá en marzo. Una parte de mis textos procedentes del blog y de otras colaboraciones, debidamente retocados, corregidos y mejorados, aparecerán dentro de unos meses en forma de libro, con el título de 'Por qué hay que leer novelas'. Y finalmente estoy acabando de escribir con mi amigo Anaclet Pons un volumen que se titula 'Diario de un burgués. La Europa del siglo XIX vista por un viajero distinguido'. Digo todo esto porque el blog era la fuente de alguno de estos trabajos o, más frecuentemente, el obstáculo que me impedía realizarlos. En fin. Es posible que algún día vuelva a Internet, aunque de otro modo..., y sobre todo evitando tener trato con individuos faltones, energúmenos que se parapetan tras un 'nick' que sólo esconde cobardía. Pero quién sabe si volveré. Mientras tanto, seguiré abasteciéndome en bitácoras tan interesantes (a veces deslumbrantes) y mesuradas como 'La senda de los libros' o en páginas emboscadas como las de Anacrusa. Por ellas os doy las gracias. Recibid un abrazo, Justo Serna.
Yo creo que los blogs como el de JUsto Serna (que frecuenté un tiempo) son minoritarios, que lo que abunda y gusta más es la bitácora personal, el diario, y lo queramos o no, la blogosfera está llena de ellos, porque es lo más inmediato para la mayoría de la gente que lee blogs. Vivimos en un tiempo muy personalizado (Lo ha escrito Vicente VErdú en un ensayo sagaz), y los sujetos se consideran casi objetos de lujo, dispuestos también para la exhibición, y para que la gente opine sobre sus vidas. Las bitácoras a la antigua usanza yo pienso que se perderán, las que hablan de cosas no personales... El mío trata de mezclar estas dos facetas, lo ensayístico y lo personal, pero que en realidad es parte del mismo conglomerado; ees un error separar nuestra vida de nuestras pasiones, por eso desconfío un poco de los bloggers que no se muestran, que se esconden detrás de teorías y discursos.
Justo, gracias por avisar aquí de esos textos que estás preparando. Ya iré consultando también tu página web, que he incluido en la columna de la derecha: cualquier persona mínimamente interesada en la literatura y sus múltiples ramificaciones debe ir a parar allá en algún momento.
Lukas, las bitácoras personales, sin más, tampoco creo que puedan subsistir mucho tiempo. A no ser que lleven su exposición íntima a extremos de perversidad con lujo de detalles, que todo tiene sus lectores. Pero yo he intentado seguir algunos blogs que contaban peripecias cotidianas de un blogger, y nunca he podido pasar de los 5 o 6 mensajes leídos. Sólo en el caso de gente con una clara intención literaria y dominio lingüístico podría ser de interés, pero eso es una minoría insignificante que para el caso no desmiente mi idea. Pero en estas cosas siempre me llevo sorpresas: también hay programas de televisión dedicados a hacer y rehacer amores y odios, con lagrimeos siempre incluidos, que tienen éxito, y eso que una vez vista una historia, vistas mil. Pero al ámbito escrito, por lo general, se le exije más: quizá la buena síntesis y la que sobrevivirá más tiempo sea la tuya, y la mezcla de vivencias y aficiones (y la reflexión sobre éstas) tenga más interés. No está tan lejos tampoco de este blog. Y, sin duda, el blog de Serna era una excelente recopilación de artículos que podían editarse en otros formatos, como de hecho va a hacer ahora en forma de libro, según nos cuenta más arriba. Pero el formato blog se adapta a cada propuesta de cada autor, y eso quizá sea lo que lo hace un instrumento tan exitoso y tan maleable.
Jacobo, los egoblogs (como ha dicho Juan Cueto) son ya un nuevo tipo de escritura, pero claro, como bien dices, no puede durar mucho quien no sabe más que juntar letras; y es que la blogosfera, al ser un ámbito democrático de consumo rápido, se presta fácilmente a la perversión, a la mala ;-) Luego hay blogs personales que también juntan pasiones, si son literarias mejor (es la base, pienso yo, de cualquier blogs de calidad, luego hay mil variantes y hobbies para compartir). Lo ideal es esa mezcla que suponga un autorretrato, porque si sólo es charla o discurso frío, sin señalar de alguna forma a su autor, estaría mejor que lo escrito se publicara en diario o libro, que esto es lo que hará Justo. Y es que el periodismo o la cátedra no sientan bien a este formato, el blog, que es más bien algo móvil, no concreto, tan posmoderno que todo lo engulle, todo lo concentra, y desaparece sin más. Los blogs demasiado especializados me resultan frikis, y los que sólo emiten cuchicheos adolescentes, puedes imaginarte el qué...
Y es que, cada blog es un poco como el que lo escribe, y como hay tantos caracteres y decires, pues...
Y claro, en un blog ya se pueden ver fotos en sucesión, y escuchar ejemplos musicales, y eso en un libro o diario, pues como que no...
Pues yo en esto último me reconozco un tradicionalista: intento evitar al máximo poner fotos (las imprescindibles, y casi siempre de la portada del libro que pueda estar leyendo), pues quiero que el texto sea el protagonista. No me veo para nada poniendo melodías musicales y escenas de vídeo, aunque reconozco que es el futuro: los puristas como yo lo tenemos muy mal en este ámbito.
En cambio, sí creo que el periodismo le sienta bien al blog: al ser un medio de actualización fácil e inmediata, puede ser muy eficaz para la alerta o la exclusiva, un poco como la función de los antiguos radioaficionados. También para la réplica, si pudiera ser siempre relajada: las cartas al director de un periódico no van más allá de meros apuntes, pero en los blogs se puede discutir con el autor durante días, si hace falta. Sin duda, el medio se irá adaptando a las múltiples formas que ofrece, priorizando las que no pueden asimilarse a otros formatos, ahí donde el blog casi no tenga competencia.
Jacobo, el punto acerca de los terceros, o sea los lectores que no tienen por qué pasársela leyendo comenatrios fuera de lugar, es atinado. Sólo que en mi experiencia, no busco tener un blog/torre de marfil.
Y las respuestas a los anónimos pueden resultar como interesantes apèndices, pues no se trata solamente de salir al paso irónicamente sino de voltear el carácter ofensivo-cuando lo hay- del anónimo que no llega a ser alguien que interactúa, y que al encubrirse, buscando impunidad, se debilita ante los demás con sus
comentarios de prosaico nivel. Anónimos de nivel, de mil, dos .
Sobre la música. A muchos nos convocan los libros abiertos, mas tambien los que tiene radios blogs, mas no cualquier radioblog.
En algunas he encontrado canciones
rarísimas de hallar en las radios o temas que son novedades.
Toda una variedad que vitaliza.
Amo las radiosblogs.
Creo que esa interacción de música, videos puestos en algunos posts, hacen de los blogs unos territorios
donde la heterodoxia brilla.
best regards, nice info
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