A mí no suele ocurrirme lo que a Portnoy: me gusta hablar de los blogs y de los que estamos en la causa, darle vueltas a la cuestión, ombliguear. Y recientemente han coincidido por la red, al menos en las páginas que yo suelo frecuentar, diversos escritos sobre este asunto: autores de blog que hablan de lo suyo, articulistas que ya teorizan sobre este submundo, chispazos varios alrededor del fenómeno. No sé si esta palabra es la adecuada, pero parece que cada día se escriben cientos de miles de páginas en bitácoras personales a cargo de gente que jamás había tenido una tribuna para expresarse. Y si la había tenido, probablemente nadie le escuchaba o leía. Ahora debe ser casi igual, aunque el factor ignorancia (no ver el auditorio, no estar amarrado a hit parades) puede difuminar la real y escasa repercusión: una vez colgado un texto en internet, hay millones de personas potenciales para leerlo sin gastar un euro más allá de la factura telefónica, sin apenas esfuerzo. También nos puede tocar la lotería, encontrarnos por la calle con Michelle Pfeiffer y ver un eclipse total de sol: todo muy simple y al alcance de los dedos. Pero resulta que hay pocos miles, incluso pocas decenas de personas, dispuestas a seguir con relativa atención los textos que un individuo va colgando semana tras semana. Pero allí están: pulcros en la pantalla propia y a punto de ser enterrados por el siguiente comentario, y Michelle Pfeiffer que sigue sin venir a cenar esta noche.
La prensa abecedaria sí utiliza el vocablo fenómeno, y pronto habrá quien inventará la tesis correspondiente: que si ahora se escribe más que nunca, que si en la frondosa selva hay ejemplares de gran interés, que si esto es el nacimiento de algo mayor. Lo que es seguro, al menos, es que toda la vida ha habido diarios personales, fanzines, revistas de instituto, correspondencias personales, cartas al director, tribunas abiertas, clubs de lectura, mesas de bares, llamadas telefónicas y un abigarrado etcétera de lugares y espacios dispuestos para expresar una opinión o hacer un comentario. Ahora hay uno más. También el boom de los e-mail y los mensajes por móvil hicieron sudar a los exégetas de las explicaciones sesudas y a los racionales que buscan causas bajo las piedras de granito: ¡los adolescentes volvían a escribir!, aunque fuera con abreviaturas y 160 caracteres como máximo. En este alucinatorio desparrame de la literatura no podía faltar el agorero que, desde el otro margen del precipicio, anunciaba la muerte de la lengua: tantos emoticones no podían ser buenos para la RAE. Y al final, lo de siempre: la Tierra se empeñó en seguir rotando cada día y los bloggers siguieron con lo suyo.
Lo cierto es que Internet ha propiciado la posibilidad (de nuevo ese potencial geométrico) de acceder a millones de hogares, y la escritura personal se ha colgado en el gran tablón de anuncios que es la red. Como en todo tablón, para destacar un poco por encima de los demás anuncios y mensajes, hay que encontrar algún sistema sagaz para llamar la atención, pero, y por encima de todo, hay que tener cosas que decir y hacerlo razonablemente bien. No hay cosa peor que esos comentarios (y he leído varios en diferentes páginas) que comienzan así: “Hoy no tengo nada que decir”. ¿Hay alguien capaz de seguir leyendo un blog de quien se expresa de esta forma? Imagínense al futbolista que, a los veintisiete minutos de juego, agarra el balón y dice: “Hoy no estoy para chutar pelotas”. Quizá esa tesis que está por venir deba referirse a las consecuencias egocéntricas que puede acarrear el sentarse ante una pantalla en blanco y poder publicar sin intermediarios.
¿Pero quién dijo calidad? Para eso están los lectores profesionales que juzgan, recortan, vetan, reciclan. Para eso están las editoriales. La libertad de una bitácora también reside en la posibilidad que se le brinda al escritor mediocre para dejar huella y codearse con el blogger experimentado. Al final, los comments pueden ser un buen reflejo del estado de cada uno, de su relativo éxito y difusión, pero sálvenme de los irascibles que, escondidos tras una sana máscara, vierten hiel a cada respuesta: no vendo mis escasas huellas por la jauría que deja sus pezuñas en algún blog de relieve. ¿Es sólo el anonimato lo que empuja a muchos a dar coces a diestro y siniestro, o también es el medio el que modifica ciertas pautas de comportamiento? Debe ser, no más que eso, la consecuencia de la creación de personajes que viven sólo en los blogs, en sus alcantarillas: pero no deja de ser curioso que tantos pseudónimos se traten de usted y acto seguido escupan: tanta asimilación provoca sospechas.
Yo me confieso lector de blogs: soy bastante perseverante y mi fidelidad se expresa en la columna de la derecha. No tengo dudas de que si existiera en el quiosco una revista que publicara textos como los de los blogs que más visito, la compraría. En resumen, pues, lo que queda es el texto: el resto son instrumentos de cada época, más o menos perversos.
La fiesta del aguafiestas
Hace 4 horas
9 comentarios:
Yo no tengo un blog ni creo que lo tenga jamás. Yo tengo un foro y en él se han anunciado mis amigos que tienen un blog. Mi foro es como una página amarilla de la guía para que anuncien lo que crean menester mis amigos virtuales y desde él vengo a leer lo que escriben en sus blogs: un entrañable amigo, Jacobo Deza, otro amigo al que quiero: Portnoy; Justo Serna, al que admiro y comparto sin titubeos; antes a mi Haro Tecglen y ahora a alguien a quien sigo desde siempre: Félix de Azúa.
No se bien qué es un blog, pero se que vivo y trabajo en una casa de la que apenas salgo y que sois mi "mirada al exterior" el efecto contrario a mirarme el ombligo. Federico Sopeña decía que los grandes músicos españoles eran los que tenían la mirada pueta en Europa; pues, dicho de modo un tanto enfático, sois mi mirada a Europa.
Y gracias a mi foro, he pasado de colaborar en revistas musicales a publicar una novela por entregas, como si de Dickens me tratara.
Lo que se es que gracias a estos blogs y a mi foro, que me gusta mucho más porque la "charla" es más igual, no estoy tan sola y tengo unos amigos que no veo, con los que de otro modo jamás habría coincidido, que me enseñan y acompañan ¿Hay quien de más?
Yo no tengo un blog, Jacobo Deza, pero sí leo con atención los textos que algunas personas vais colgando día a día en vuestros blogs y disfruto con ellos, sois personas que tenéis cosas que decir y que lo hacéis francamente bien.
Dices en tu comentario que siempre existieron diarios personales, revistas de instituto, correspondencias personales..., pero en todos los ejemplos que pones siempre hay un interlocutor, excepto en el primer caso, el de los diarios personales, y el blog es lo más parecido a un diario personal, pero, si es personal, ¿para qué necesita publicarse? Me cuesta entender esta paradoja. Nuestros comentarios también se pueden exponer en los foros, parecidos a las tertulias literarias, a los clubes de lectura...; en ellos tenemos interlocutores, intercambiamos opiniones, comentamos libros, pedimos ayuda para solucionar nuestras dudas... En fin, lo colectivo frente a lo individual, yo sigo apostando por lo colectivo, aunque el mundo camina a pasos agigantados hacia lo individual, creo que el futuro será de los blogs.
Seguiré leyéndote. Un saludo.
A raíz de lo que decís, habría que definir con cierta precisión qué demonios es un blog, porque la estrechez de los inicios ha reventado y ahora hay blogs de todo tipo: diarios estrictamente personales (me temo que ya son los menos: o sea, los que cuentan el ir y venir de una persona por la vida, sus intimidades), páginas de opinión (cada vez más, y por lo general ceñidas a algún tema), escritos literarios de ficción, periodismo digital (uno de los más recientes éxitos de la blogosfera: cuando hay un huracán, cientos de páginas narran al minuto cada racha de viento, cada árbol caído), y blogs que mezclan todas las posibles definiciones. En fin, un sinnúmero de modalidades que quizá sólo tengan como nexo de unión las ganas de contar algo, lo cual no es nada moderno.
También me interesan los foros, y Anacrusa sabe que la familia Montero-Deza nació en uno. Pero también tienen sus pegas, claro: allí se escribe para encontrar respuestas, interlocutores, alguien que escuche y siga el hilo. Cuando no se halla eso, se puede caer en cierta frustración y un sentimiento de inutilidad. O sea, que si estamos en una mesa de bar y comenzamos una conversación y nadie nos sigue, podemos callar o ahogar las penas en el vaso de ron: pero en un foro hay diálogos siempre entrecortados, temas a medias, materias olvidadas: en cambio en un blog se escribe por el placer de contar, independientemente de que haya comentarios o no. Un "0 comments" en un blog no indica casi nada (excepto para los vanidosos, que deben roerse las uñas), pero sí que indica más en un foro. O eso creo.
De hecho hay blogs que no permiten comentarios: o lo tomas o lo dejas.
En cualquier caso, es imposible negar que alegra que personas como Anacrusa o Fuca se paseen por esta senda: lo que indica que los blogs no son tan indiviudales, y que entre los bloggers también estamos creando una comunidad de intereses muy particular. Y esto ya es muchísimo.
Creo que si Fuca y Anacrusa vienen por aquí, es por usted. Yo, si me avisa de que va a subirse a un banco en el parque y a perorar un rato, voy. A mi los blogs no me interesan especialmente, me interesan las personas que creal alguno de ellos.
Y estoy de acuerdo en todo lo que dice, de foros y de blogs. En el blog uno va sobre seguro. Me da igual lo que le contesten. Me interesa lo que nos cuente usted y se que voy a leerle a usted, así es que, hala, a trabajar. Je, je.
Saludos agradecidos y mis respetos a su amplia familia.
Estoy totalmente de acuerdo con lo que dice Anacrusa, Jacobo, me sucede exactamente lo mismo: puede encantarme lo que se escribe en un blog, pero si quien escribe es o es antipático (y sus derivados), no vuelvo así sea el más eminente escritor, sencillamente prefiero alejarme de ese blog. La actitud del propietario del blog es vital.
Otra cosa en la que yo me fijo especialmente para interrelacionarme con un blog es en la ética del bloguero, en su ética bloguera, esto es esencial (y muy escasa en la blogósfera y en el mundo en general).
A mi también me encanta leer blogs, aunque comento solamente en los de mis enlaces y a veces en algun otro cuyo texto me sea de interés. La interrelación entre los blogs que nos son especiales es muy constructiva, llena de afecto por su hacedor.
Un abrazo para ti.
Un post estupendo. Los foros son cosa de otro tiempo, más comunicativos, mientras que los blogs tienden al autismo. EStoy pensando dejar el mío, porque lo que uno busca, yo al menos, es más un club o comunidad que un conjunto de mónadas, como me comentó alguien, por ahí circulando, algo que puede servir, pero termina cansando. Está claro que uno lee los afines, que puede hasta aprender, pero la comunicación, eso falla...
Hay que intentar que esto cambie.
Yo si tengo un blog y me debato entre el exibicionismo y la timidez. Lo empecé para ir publicando pequeños textos que iba haciendo en la Escuela Contemporánea de Humanidades (http://www.escuelacontemporanea.com/), donde hice un master de Creación Literaria. Por sierto, si os gusta la literatura de veras, os recomiendo echar un vistazo a esa escuela. Aprendí mucho y disfruté como una enana!
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