viernes, 9 de diciembre de 2005

Hacernos a la mar (y 2)

Dice Savater en un texto referido a La isla del tesoro: “(…) el perfume de la aventura marinera –que siempre es la aventura más perfecta, la aventura absoluta-“. ¿Qué tendrán esas historias de olas por encima de la borda, de velas ondeando al furioso viento y de mesas de camarote con (¡autoreferencialismo!) cuadernos de bitácora encima? En parte está la dura prueba del ser humano contra los elementos, contra la fuerza bruta de la naturaleza y desarmado frente a la adversidad: el lector se apropia del padecimiento del personaje y –de ahí el éxito adolescente de determinados libros- experimenta la aventura y la resolución, normalmente feliz, de ésta. Qué mejor para un joven que someterse a las más duras pruebas y triunfar, sentirse partícipe de algo mítico, infectarse de heroísmo.

Pero esto, que podría ser cierto, va llenándose de interrogantes cuando nos enfrentamos a otras novelas similares pero no tan enmarcadas dentro de clichés estrictos. Es decir, de novelas que participan de la aventura marítima pero con personajes que ni son héroes ni lo pretenden, y que además van tejiendo una trama en la que, detrás de los embates de las olas, están las cargas de psicología emocional propias de otros géneros. Y ahí hemos topado con Conrad. Y sabiendo, además, que no estamos ante una novela propiamente juvenil (¿existe la novela juvenil? Y si existiera: ¡qué horror!) y que todo tipo de lector puede encontrar en ella elementos de gran interés literario, cada quien desde el ángulo que le plazca. Veámoslo con ejemplos.

1. El joven capitán que protagoniza el relato es un inexperto en estas lides, dubitativo ante sus decisiones (“Me pregunté si era prudente entrometerme en la arraigada rutina de las obligaciones. (…) Quizá mi acción había hecho que pareciese un excéntrico”) y a quien el náufrago que llega al navío incluso confunde con un subordinado. Es casi un antihéroe: se siente extraño ante su tripulación y nos transmite la sensación de que en cualquier momento puede incurrir en errores de bulto.

2. Nuestro joven capitán también prefiere la soledad y la observación antes que el estruendo y la prisa: sigue con la vista el humo de un remolcador, durante varios minutos, hasta que se pierde tras un cerro. Al quedarse solo en cubierta, disfruta del silencio y nos avanza con disimulo la aventura que llegará: “En esta intensa pausa a las puertas de una gran travesía, parecía que estábamos calibrando nuestra capacidad para una ardua y larga empresa”. Después, los “ruidos molestos” de pasos y voces rompen su solipsismo. Pero Conrad ya nos ha encaminado hacia la senda que quería: el destino del capitán y su barco es el del hombre frente a los grandes proyectos vitales que nos toca afrontar. Ese silencio ante el mar describe el abismo entre nuestros sueños y la realidad, y la dificultad existencial entre comprendernos a nosotros mismos e interrelacionarnos con los demás.

3. “Pero me daba ánimos el pensamiento razonable de que el barco era como todos los barcos, y los hombres como todos los hombres, y que no era probable que el mar guardase ninguna sorpresa especial para hacerme fracasar”: esta frase antecede al episodio con el que lo extraño, el elemento sorpresivo, irrumpe en la novela. El capitán parece que concilia sus ideales y su tozuda realidad, y Conrad apacigua el grado de aventura con la inteligencia del que sabe que, al otro párrafo, echará combustible a la brasa. En el pensamiento interior del protagonista ha ganado el sosiego: “Y de pronto me regocijé por la gran seguridad que me brindaba el mar comparada con las zozobras de la tierra”.

4. Y paseando por cubierta observa la escalera y, a sus pies, el cuerpo del náufrago. No hay brusquedad ni tan siquiera en la ayuda que se le brinda: el primer diálogo se mantiene con los personajes en sus puestos, el capitán hablando por la borda y el náufrago dentro del agua, agarrado a un peldaño. Esta secuencia demuestra el alejamiento del autor por los golpes de efecto, pues incluso en el momento en que lo extraño penetra en el relato todo sucede con parsimonia, con una alejada prudencia. Y el mar, siempre presente, como un observador ecuánime: “Entre nosotros se había establecido una misteriosa comunicación… ante aquel mar silencioso, oscuro y tropical”.

Y no sigo para no desvelar nada más allá de lo aconsejable, pues hasta aquí sólo han transcurrido veinte páginas. Pero sirve para dar cuenta del giro literario que Conrad imprime a cualquier relato de aventuras, otorgándole un sello propio que lo aleja de la simple narración de hechos memorables. El retrato psicológico que después se irá realizando de los dos personajes convierte a esta novela breve en una magistral perla del buen contar, de las dudas que nos asaltan a diario y que nos hacen seres pensantes, pero en alta mar y ante condiciones límite: sólo hacía falta la mágica pluma de Conrad para transmitirlo y para que lo podamos leer, sin más. Y es que como decía Savater, contradiciendo todo lo hasta aquí expuesto, “como toda buena narración, sólo quiere ser contada y vuelta a contar, no explicada o comentada”.

________________________________________

La realeza

2 comentarios:

Anónimo dijo...

En efecto, al comentar toda buena novela, todo relato excelente (como son los de Conrad o Stevenson), debemos hacer frente a un obstáculo insalvable: por alcanzar el autor la excelencia los comentaristas seremos derribados de antemano. No podemos rivalizar con el narrador: siempre será preferible leer esa novela a los párrafos del exégeta, que sólo merodea. Comentar es amputar la virtud irrepetible del relato. Ésa es nuestra derrota. Saludos, compañero. Fdo.: Justo Serna.

Anónimo dijo...

Enjoyed a lot! cholesterol medicine and liver levels cholesterol Anesthesia malpractice prevention periodical Voice over ip wikipedia the cholesterol cookies Alternator replacement chrysler minivan milan nightlife dance clubs bars Sharper image ionic breeze quadra air purifier burltech Spam block software spam blocker review spam blocker Bel 966w radar detectors Attention deficit disorder and seroquel side effect What is buspar product Rare ferrari pictures california how to get propecia in uk