viernes, 6 de octubre de 2017

El Nobel y la gran novela


El Nobel a Ishiguro (un acierto monumental) es el Nobel, por fin, a toda esa generación de novelistas ingleses que desde la revista Granta fueron lanzados al gran público como jóvenes promesas. Nunca me cansaré de agradecer lo que esta revista hizo por la gran novela y su renovación: cuando todavía eran unos desconocidos, tuvo la osadía de recomendar, como quien no quiere la cosa, a Rushdie, McEwan, Amis, Barnes o Swift, además del propio Ishiguro (diez años después todavía añadiría a la lista a Kureishi o Norfolk). Esta densidad de prosa en un solo ejemplar dignifica el viejo oficio de la crítica y de las revistas: su función como reveladores de calidad y de mediadores entre el lector y lo que se escribe en habitaciones solitarias y nocturnas.

También, en nuestro caso, hay que añadir la visión insobornable de Jorge Herralde, que adoptó a casi todos esos autores en su editorial y los tradujo sistemáticamente en España. Exceptuando a Rushdie, que ha publicado en otros sellos, el grueso de este British Dream Team ha llegado a nosotros a través de la peste amarilla, inquebrantable, de la colección Panorama de Narrativas.

Después de la periodista y el cantante, el Nobel vuelve a la gran literatura. Nadie apostaba por él: Ishiguro reconduce el premio, y de qué manera, hacia sus orígenes.

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