Dice García Márquez, por boca de la todopoderosa Balcells y de su reciente biógrafo, que ya no escribirá más. No escribir más: qué gran tema literario en sí mismo. No hace falta recordar cómo Vila-Matas ha convertido este asunto en una de sus constantes, pero de eso ya he escrito aquí y otros todavía lo han hecho mejor que yo. Viene al caso esta noticia porque, sin que uno se lo proponga, a veces deja de escribir por cualquier causa razonable y eso se convierte en un tema central. El silencio.
Pero de todo ello quizá lo que más me asombra sea la capacidad de un creador para decidir poner fin a su obra, cosa que no sucede muy a menudo. Todavía tengo los ecos en mi cabeza de los fotogramas de El gran Torino, esa enorme película (más enorme para los que hemos seguido fatalmente la trayectoria de Eastwood) en la que el protagonista se despide de su faceta actoral. Un punto final memorable, construido a medida como un testamento notarial: así fui, así quiero que me recuerden.
La edad, claro, es una perfecta excusa para echar el cerrojo: antes de que me vea impedido a seguir escribiendo, decido cerrar mi trayectoria, se dice. Sólo falta añadir con broche de oro para rubricar el lugar común. Pero en esta decisión hay algo que me escama fuertemente, ya que si la obra de cualquier individuo no fue pensada desde un inicio como un todo cerrado (como un proyecto coherente), el fin aparece como una decisión apegada a la estricta fatuidad del cuerpo humano. ¿Acaso quería Cela morirse justo al publicar Madera de boj, que ahora parece que compendia de manera exacta su corpus literario?
En el caso del colombiano, me temo que todo sea debido una vez más a la inmediatez de lo inevitable, aunque sólo Balcells haya apuntado certeramente al drama del asunto: ¡sólo este cliente supone el 36,2% de la facturación de la agencia! No escribir ya no es un asunto moral, sino estrictamente comercial.
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Era previsible: qué mejor que un Angrama de ensayo (ni que sea el finalista) para encumbrar a los cielos la postpoesía. La incapacidad de la lírica española actual para abordar la sociedad contemporánea: soy precisamente de los que cree que el día en que todo el mundo lea poesía, ¡pobre poesía!
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Una manera como otra de ordenar una biblioteca (cortesía de J.A. Montano)
La fiesta del aguafiestas
Hace 14 horas
7 comentarios:
El cuerpo siempre supone una condición variable, incognoscible e injusta(?). Sólo los sensatos saben cuándo despedirse y por ello pueden elegir. La nostalgia y la tristeza de los que nos veremos privados de sus obras es un reconocimiento silencioso y anónimo.
Recien me suscribi a tu blog, Jacobo o Jaime o...Deza. Laura
el nocillo se cree que sólo él es capaz de reflejar la realidad contemporánea;
sin embargo, hay una reflexión importante: ¿existe la caducidad de los géneros? y, más allá, ¿existe la caducidad de los lenguajes?
La renovación de los géneros o de los lenguajes no puede venir dado por una teoría determinada. Éstos no se crean por decisión grupal sino que, con el tiempo, se etiquetan a conveniencia para explicar qué es eso de la literatura. Para que la gente lea más poesía no basta con modificar las metáforas, porque ni el lenguaje ni la forma han caducado: acaso sea el especimen lector el que esté en vías de extinción (me permito la exageración, sobre la cual no pienso presentarme al Anagrama de ensayo).
Hay quizá un género que sufrió una crisis fuerte en las últimas dos décadas, y es el cómic. Han desaparecido todas las revistas que yo devoré en su momento (desde el TBO y Mortadelo hasta 1984, Creepy o Cimoc). Sólo se publican álbumes monográficos, con historias completas. Ganó el libro, pero perdió la lectura compulsiva de revistas de viñetas, claves para mi crecimiento personal como lector.
Gracias, Laura, por tu aporte.
yo elaboro constantemente teorías de ida y vuelta; ahí va una que se propone hacerte un poco la puñeta: la literatura es una invención humanista y, tal vez, el humanismo ha muerto...
en cierto modo creo, com o el nocillo, que no se puede, hoy, hablar del mundo con y desde la literatura, sea el género que sea, como no se puede representar el mundo con la pintura; pertenecen a una sensibilidad que se extingue, no tiene cabida... tú mismo lo dictaminas: si el lector muere, muere el libro.
Hola, soy un sordomudo que no sabe escribir y pinta para expresar su realidad, se requiere humanista, o por lo menos un psiquiatra.
Con tu permiso, copio-pego la primera parte de tu post al hilo Gran Torino de El Bosque.
Besico.
muy interesantes las reflexiones, yo si quiero leer el ensayo "nocilla", ya veremos...¿alguna vez ha sido mayoritaria la poesía? ¿alguien lo pretende? Sí veo la actitud "nocilla" como una reacción al hermetismo, elitismo y ombliguismo de la poesía. No tiene por qué ser tan difícil leer un libro de poemas (y eso que me gusta más Agustín Fndz Mallo como narrador que como poeta). Me aptecía opinar aquí, gracias.
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