martes, 14 de abril de 2009

La entrometida ficción

Releo con interés unos párrafos que Justo Serna escribió recientemente, acerca de uno de los temas con el que más me gusta naufragar: la relación entre novela e historia, entre realidad y ficción. Lejanos quedan ya los estrambotes que sobre la novela más vendida de Javier Cercas se hicieron a diestra y siniestra. No era para menos: todavía hay gente buscando a Miralles en Dijon.

Es por eso que la aparición del nuevo libro de Cercas ha llamado muchísimo mi atención. De manera esepcial, la supuesta idea inicial de la escritura y el resultado final plasmado en sus páginas ya a la venta. Lo que se fraguó como una novela más, acabó siendo un ensayo sobre el 23-F, pero como no he leído el prólogo (en el que el autor abunda sobre este hecho, o sea, la elección de un género para una historia real) no puedo todavía hacer afirmaciones tajantes. Copio, en todo caso, este párrafo de Serna:

Estoy leyendo a Javier Cercas: en su Anatomía de un instante (2009) –que dedica al 23-F– se plantea estas mismas cosas en su reflexión inicial y, desde luego, aborda qué tipo de libro está escribiendo, a qué género adscribirlo: si una crónica o una novela, si un relato real o una narración con su parte imaginaria. Cercas se pregunta cuál es la fórmula que adopta: cuál es el relato que prefiere para contarnos hechos reales.

Estamos ante una cuerda de funambulismo extremo. Repito que no he leído el libro, pero el sólo hecho de plantearse la posibilidad de escribir sobre un momento histórico y servirse del formato novela para ello, es toda una declaración de principios. Para apreciar mejor el salto mortal, el masaje de Jordi Gracia en Babelia desvela parte del entarimado:

Era una novela sobre hechos reales y en la novela la ficción se mueve con límites, sí, pero se mueve muy a sus anchas porque para eso es una ficción: inventaba un personaje medio espía medio testigo que fabricaba su relato del golpe de 1981 y las razones del golpe. Pero no valía: funcionaba, por supuesto que funcionaba, pero ni satisfacía la genuina exigencia de encajar una historia en una forma literaria única e insustituible, en la que nada sobre ni falte (...) ni cumplía con los deberes de la historia con la plenitud del buen historiador.

¡Ah, la cruda realidad! El autor intenta crear una ficción a partir del 23-F, pero en el camino se da cuenta de la contradicción abismal en la que está cayendo. El personaje que podría servir de nexo entre verdad y mentira se vuelve hueco, por lo que hay que abandonar el empeño y ponerse el traje de historiador. También Serna recuerda bien las duras pullas de Arcadi Espada contra Soldados de Salamina, al hilo del mismo asunto.

Yo no soy taxativo en esto, porque ni soy periodista ni entiendo los géneros como cotos cerrados. ¿No quedamos en que la renovación de la novela del cambio de siglo vendría por los quebrantamientos entre realidad y ficción? Sebald, Marías, Roth... Pero la reflexión in progress de Cercas, mientras va recopilando datos y viendo vídeos de Tejero en el Congreso, es un buen síntoma de los límites de la escritura: la reflexión que quiere hacer sobre la realidad, o sobre alguno de sus protagonistas (Suárez, Gutiérrez Mellado, Carrillo) es tan sustanciosa que la ficción acaba siendo una impostura cursi en toda esta historia. No le cabe a Cercas el formato novela, porque la trama está tan insertada en nuestra conciencia (¡Se sienten, coño!) que ya tiene a los héroes que quería en los mismísimos escaños.

Me niego por ahora a decir más, porque me obligo a mí mismo a leer el libro, siempre y cuando me decida a pagar el transporte aéreo del paquete que me toca pedir a Laie. ¡Maldita realidad!

3 comentarios:

Justo Serna dijo...

Gracias, amigo, por la mención. Con este Cercas te garantizo horas de lectura placentera y polémica. Si me das tu correo postal, te mando un ejemplar la semana entrante. A cuenta de mi bolsillo y sin que sirva de precedente.

Tasso dijo...

Muchas gracias a los dos (¡don Justo!). Me habéis decidido a darle una oportunidad a Cercas. Después de la acrítica de Jordi García me había prometido no acercarme a su libro.

"Lo real no es sólo lo que el periodista puede documentar, como empeñosamente nos dice Espada. También es aquello que no se consumó pero que estuvo alumbrándose en la imaginación de la gente. Habrá que conjeturarlo, pues. Difícilmente podrá hacerse un gran reportaje sobre lo que no fue efectivo. Pero aquello que no fue efectivo también tuvo su trascendencia real, su efecto. Otra cosa bien distinta es la pereza del periodista que para evitar el esfuerzo documental rellena con novelerías. Y otra cosa diferente es la habilidad del novelista que observa y recrea verosímilmente lo documentado"Creo que en este maravilloso párrafo está la clave.

Otra cuestión es que la aproximación de Cercas haya cogido a algunos con el paso cambiado, a diferencia de los autores que citaba Deza (y Pitol, y Vila Matas). Quizá porque lo hace un autor marcado con el estigma de una novela de éxito, y porque lo hace con una realidad que sentimos que nos pertenece a todos, una realidad en mayúsculas, excesivamente "presente"...

JacoboDeza dijo...

Amigo Justo, ya hubo un precedente por tu parte que recuerdo siempre con agradecimiento: el envío de una obra de Conrad, que inauguraba prácticamente el sello Atalanta. Aunque de eso ya hace un tiempo, me parecería excesiva otra muestra de desinteresado obsequio. Nos contactamos por correo.

Tasso, comentas uno de los aspectos clave del asunto: fabular sobre algo ocurrido anteayer (entre 1981 y hoy, a nivel histórico, hay un milímietro de distancia). Y en el párrafo que copias están también otras claves, como el de la "recreacíón verosímil". Cada vez es más acuciante leer esta obra de Cercas...