¡Fuego! (acaso sólo una primera bala)
Uno de los fenómenos más publicitados de los últimos años en literatura ha sido el de la generación Granta de 1983, formada entre otros por Ian McEwan, Martin Amis, Julian Barnes, Kazuo Ishiguro y Salman Rushdie. Basta añadir algunos pocos nombres más, como Hanif Kureishi, John Banville o John Lanchester, para tener un conjunto de autores hoy tomados como un grupo homogéneo de intereses y estilos. Nada más falso, claro, pero la etiqueta de British dream team, acuñada en España por Jorge Herralde (y denostada ahora por McEwan, por cierto) ha sido un gancho de márketing extraordinadrio. El hecho de que la mayor parte de los autores estén traducidos en Anagrama ayuda a considerar que hay un nexo de unión, ni que sea al menos por el color amarillo de las portadas.
Pero aunque toda generalización sea injusta, es posible que exista un cierto tono común en muchas de estas novelas, de la misma manera que lo hay en múltiples obras norteamericanas escritas durante una década o más (sin ir más lejos, ayer asisitía a la representación de Días mejores de Richard Dresser en Barcelona, y estaba viendo una novela de A.M. Homes). Ha habido muchos períodos recientes de fácil descripción y etiquetaje, con éxitos dispares: el realismo mágico en Latinoamérica, la generación Kronen española, e incluso los imparables catalanes de este inicio de siglo, que sólo ellos, sus editores y yo conocemos.
Asumiendo todo esto, me referiré a determinada literatura inlgesa como un paquete indisociable, para facilitar la comprensión del tema. He sido un lector bastante frecuente de todos los autores mencionados, aunque algunos (McEwan, Amis, Barnes, Rushdie) han estado más tiempo en mi mesilla de noche durante varios años. Y he salido casi siempre bastante satisfecho de la experiencia, por mucho que también soy consciente de no haber estado cerca de obras imperecederas y únicas. Este es el primer error, en cualquier caso: pensar que sólo hay que leer un ideal de novela del que acaso habrá un centenar de obras en la historia de la literatura universal. Así, una vez zampados los cien, ¿qué sería de nosotros? Desconozco si dentro de un siglo alguien seguirá leyendo a Amis, pero en este momento es un plato sumamente provechoso.
El tono al que hacía referencia es quizá el elemento más discernible: historias poco proclives al hecho histórico (en cualquier caso, nunca anteriores al siglo XX), en las que las relaciones entre individuos adquieren la principal razón de ser de la obra (Banville sería el más tentado por la descripción de paisajes), una aparente simplicidad de temas, mucho ámbito urbano, interés por interpretar los conflictos internacionales más acuciantes (la inmigración y los nuevos vecinos de fuera es uno), cierto alarde de ironía y humor desapasionados y, en definitiva, una prosa nada compleja pero también lejana del recurso fácil o banal. Este no estar en ningún bando definido puede ser lo que ponga nerviosos a muchos: ni pretenden emular a Faulkner (y si alguno lo hace no lo consigue) ni apuestan descaradamente por lo comercial. Una línea delgada de difícil tránsito, sin duda.
Pero dejando ya de asumir al grupo como lo que no es, o sea, una generación de intereses y destinos conjuntos, analicemos rápidamente algún espécimen. Para mí, McEwan sigue siendo el más redondo de todos y con una trayectoria más coherente. Expiación no es tan evidente en su construcción, por más que tampoco inaugure nada, pero acierta en la mirada de la niña y en el tránsito hacia las dos etapas posteriores (¡qué alejada la novela de las sagas decimonónicas en las que todo debía ser explicado, y no era aceptable un salto en el tiempo tan vertiginoso!). Sábado me gusta más a medida que más meses transcurren desde su lectura, como los grandes vinos. Lo mejor: bajo la aparente banalidad de la trama hay agazapado un discurso clarividente de lo que nos espera (de hecho, nos esperaba entonces y ya está sucediendo). Chesil beach es simplemente una novela menor, cuya estructura certera no esconde momentos de auténtica ridiculez. Por lo tanto, sigo esperando mucho más de McEwan.
Del resto, y dado que esto es un blog y no un ensayo y soy incapaz por ahora de detallar remotas lecturas, anuncio en destellos que Rushdie es inmenso a ratos y abusa del delirio en otros. Me divirtió Barnes en Una historia del mundo... pero no he abundado en su proyecto. Amis también me atrapó en La información aunque siento que ha bajado algo su ambición. Banville es quizá el mejor esteta del grupo, de afilada pluma. Tengo pendientes a Ishiguro y Kureishi, espero que por poco tiempo.
En fin: en ningún caso he tenido que dejar libros a medias o abominar de alguien. En los tiempos que corren, eso ya es bastante. No encuentro parangón en la literatura española con un grupo así, y eso debe ser bueno para los ingleses: si comparo con la generación Millás - Montero - Muñoz Molina - Landero, ganan los otros. Si rebusco en su mismo hogar editor, sólo veo a Chirbes - Gopegui - Giralt Torrente - Magrinyà - Puértolas, y vuelven a vencer. Me pasa igual con los franceses o los italianos, aunque la batalla se pone fea si pienso en norteamericanos. Pero hasta ahí nadie me ha convencido de que me olvide del dream team y pase a otra cosa, cuando esa otra cosa que me ofrecen es más insípida, descafeinada y edulcorada.
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La diferencia entre un lector normal y un lector enfermizo es precisa: el primero comprará el lote del 40º aniversario por el libro de Auster, y el segundo lo hará por el catálogo con la foto de Jorge en la portada.
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Me espera una semana de evasión en las montañas pirenaicas. Reabrimos en siete días, pero las huellas están a su disposición las 24 horas.
El azul del cielo
Hace 22 horas
8 comentarios:
Guante recogido, Mr. Deza
:-)
Me parece importante destacar algo: a pesar de las a esta altura insospechadas fuerzas malignas que mueven a Herralde y su sello editorial, hay que reafirmar que el tipo tiene el mejor catalogo que podria tener una editorial en castellano. Y esto lo digo como hispano-hablante fuera de España, con todos los problemas que nos genera leer esas traducciones en castizo tan inasibles.
Dicho esto y yendo de lleno al british dream team, creo que en Europa tienen un liderazgo interesante (son bastante superiores digo, sobretodo Barnes y Banville que son mis preferidos por lejos) y por otra parte, no tienen nada que hacer contra los yankees, que los pasan por arriba. Muchos de esos yankees (honradas excepciones se salvan: Roth, Pynchon y Salinger, por nombrar alguno), hay que decirlo, estan en el catalogo de Anagrama.-
Hola, soy Tomás Rodríguez. Acabo de descubrir tu bitácora y me ha parecido lo bastante sugerente cm para incluirla en mi bitácora. Un saludo enorme, Tomás.
http://tropicodelamancha.blogspot.com
Es cierto que los inglese son muy buenos, pero no creo que tenga nada que ver "El loro de Flaubert" con "Expiación" u otras novelas. El ejemplo mismo de Amis (genial en "La flecha del tiempo") nos hace ver que nada tienen que ver ¿Y Rushdie?. Solo coinciden en nacer en un mismo país y en que aquí los publica Anagrama y en lo de Granta. Lo demás es marketing puro y duro, o eso pensamos.
En una sociedad altamente globalizada las barreras nacionales son escasas y poco significativas en el mundo occidental.
Por otra parte, el lector enfermizo compra el de Auster porque tiene tapas duras (a diferencia de las ediciones anteriormente publicadas por Anagrama) y quiere ver que se siente leer a Auster sin doblar la solapa.
Saludos
hola, he intentado caerle bien a portnoy y no lo he conseguido... he llegado aquí a través de su blog; básicamente estoy de acuerdo con tu juicio: esta gente está en la frontera entre lo acomodaticio y el riesgo(más o menos)literario... tambien coincido en tu preferencia; de todos, McEwan es mi favorito...
nada, un saludo
Perdonen mi silencio contemplativo de estos días, pero agradezco muchos los aportes. Todas las opiniones me sirven para contrastar mis gustos y debilidades. Me he reído con las tapas duras de Auster...
Amigo Montalvá, seguro que Portnoy admite bien tus palabras, pero es que los bloggers somos gente muy inasible.
ei, no sé si considerarme blogger, pero tengo más de un blog...
José, no es necesario que me caigas bien para tener una entretenida discusión. La verdad es que he disfrutado con tus comentarios... lamento haberte dejado una impresión arisca, pero como dice Jacobo, somos inasibles.
Un saludo.
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