jueves, 7 de febrero de 2008

Dos momentos nicaragüenses

Coinciden en pocas horas dos noticias que afectan a los dos principales exponentes de la literatura nicaragüense. Como ya he contado otras veces, en este páramo cultural (de alta cultura, se entiende, porque de folklore andamos sobrados) cualquier pequeña aportación es un gran evento, pero ahora las dos noticias tienen su peso específico y también traspasan fronteras.

La primera es la concesión del Premio Bilbioteca Breve a Gioconda Belli. Desde un punto de visto estrictamente comercial, nada que objetar: Gioconda ya estaba publicando en Seix Barral y una voz latina siempre aporta un plus de color a los premios que convocan las editoriales españolas: lo estamos viendo a menudo con otros galardones.

El caso de esta mujer es sintomático: su carrera se desarrolla a través de la poesía, una lírica arrebatada con ciertos influjos modernistas y una característica que le da fama internacional (y que en Nicaragua provoca rasgaduras de sotanas): el erotismo palpable y el sexo en todo su esplendor, especialmente desde el placer femenino. Ya en los 90 decide probar suerte con la novela y el éxito vuelve a ser arrollador, especialmente entre las lectoras más feministas, que la adoran y llevan su voz a distintos países. De ahí nace también una correcta memoria de la época de la revolución sandinista, El país bajo mi piel, que se añade a este subgénero que tan actual sigue siendo por las aportaciones de los personajes políticos que vivieron e hicieron esa época.

Pero créanme que a mi me da una pereza monumental leer la obra en prosa de Gioconda, tan deudora todavía del realismo mágico. El resumen de la novela ganadora del Biblioteca Breve es una excelente razón para salir corriendo de la librería en dirección contraria: una recreación del mito de Adán y Eva, hurgando en sus vidas y describiendo cada paso por el paraíso, manzana incluída. La elección de este tipo de argumentos no deja de ser sospechosa de cierta cursilería, pero que desde un punto de vista comercial tiene sus lectores. Diría que Gioconda quisiera ser la Isabel Allende centroamericana, y su carrera está haciendo.

Creo (aunque nunca lo he constatado de verdad, y quizás solo sea una divagación mía) que el lector nicaragüense se divide en una estricta dualidad: los defensores de Gioconda Belli y los defensores de Sergio Ramírez, como polos irreconciliables. Yo, como buen lector de Sergio, reniego de la prosa melíflua de Gioconda, y creo que a otros les sucede lo contrario. Aun así, tampoco creo que Segio se haya despojado completamente de las influencias, ya malsanas a estas alturas, del realismo mágico, pero sus novelas tienen el don del profesionalismo, del escritor que indaga en los entresijos de la narrativa y que cuida cada frase y cada diálogo con dedicación.

Y ahí llego a la segunda noticia del día: el miércoles pude asistir a la presentación del libro Tambor olvidado, que ya comenté aquí cuando todavía era un proyecto avanzado y Sergio Ramírez nos lo pormenorizó entonces a una treintena de invitados en la Universidad Centroamericana. Ahora llegó por fin el acto público organizado por el Grupo Santillana, con una asistencia mucho más grande de la prevista y que dejó a muchos fuera del auditorio, y ya tengo un ejemplar en mis manos.

Voy a apostar fuerte: este libro es una verdadera revolución para este país, que sabe tanto de eso. A medio camino entre la novela y el ensayo, Sergio se encarga de desmontar el hilo discursivo de la historia oficial de Nicaragua, añadiendo un nuevo factor que va a descolocar (al menos sentimentalmente, que no es poco) a la gente de aquí. Hasta ahora se había dado por buena la versión de que los nicaragüenses del Pacífico son una mezcla de indígenas y conquistadores españoles, pero el libro documenta la influencia que la llegada de los negros africanos tuvo en esa parte de Nicaragua (la influencia en la zona del Caribe ya se daba por descontada). El resultado es que casi todas las manifestaciones culturales del país, que tenían a los indios y a los ladinos como fuente perpetua, pasan a tener unos orígenes que se situan en el continente africano: hablo de la marimba, de la sopa de mondongo, del nacatamal, del quijongo, del gallopinto, incluso el baile del Güegüence (con c lo escribe Sergio) tiene raíces africanas en algunas de sus composiciones musicales. ¡Por no hablar del fenotipo claramente mulato del mismísimo Rubén Darío!

No sé cuánta gente va a leer este libro, pero si este país fuera lo suficientemente atento, lo que aquí se cuenta generaría unas disputas y unos debates en cualquier medio de gran valor. Estaré atento a lo que se publique estos días en la prensa o se diga en la televisión, pero no tengo muchas esperanzas de que esta nueva revolución vaya a cambiar las cómodas costumbres de esta nación aletargada.







8 comentarios:

custardoy dijo...

Me alegro de tu mejoría y espero ansioso tu impresión sobre "Las benévolas".

Un saludo

JacoboDeza dijo...

Está al caer un primer comentario sobre mi lectura en progreso de Las benévolas, espero que hoy mismo.

Leonel Delgado Aburto dijo...

Pues yo tengo serias dudas del efecto revolucionario de este tipo de libros (digo, Tambor olvidado). Ha habido estudios mucho más radicales, como el de Jeffrey Gould "El mito de la Nicaragua mestiza" o el de Erick Blandón, "Barroco descalzo", que si bien han tenido alguna acogida, están lejos de haber cambiado el panorama.

JacoboDeza dijo...

Te agradezco que cites esas dos obras, ya que creo que voy a estar leyendo durante un tiempo textos acerca de lo que plantea Sergio (y creo que sólo lo referiré muy parcialmente en el blog: no creo que sea el lugar, y además serán lecturas muy apegadas a mi trabajo). Ciertamente, pasan los días y sigue el silencio sobre las conclusiones del libro.

Anónimo dijo...

No creo en el acercamiento que SRM dice tener hacia la "cultura negra". Sus fuentes parecen ser meramente documentales, reciclando materiales ya disponibles.

Como prueba de eso no se hizo presente ningun "representante" de la "la identidad negra nica" en el evento.

JacoboDeza dijo...

Es que yo tampoco creo que Sergio esté haciendo ninguna reivindicación políticamente correcta: lo que hace es poner sobre la mesa esos materiales (en efecto, Sergio no descubre nada nuevo) y dar pie al debate sobre los orígenes de la cultura nica. O sea, contar la historia como sucedió, no como se ha querido vender desde hace décadas.

Para mí es un aporte significativo, aumentado por la popularidad y la capacidad de difusión de quien lo escribe. Que no vinieran esos "representantes" no me sorprendió nada: ahí no se reivindicaba nada, era un acto muy académico sobre lo real, y eso parece que a veces es revolucionario.

Leonel Delgado Aburto dijo...

Para la agenda de lectura del Tambor creo que hay que plantearse todo lo relacionado con el concepto de mestizaje. Una cosa es descubrir que "nuestro mestizaje" es más colorido de lo que pensábamos antes y otra decir no somos mestizos sino transculturados o sincréticos, etc. Es decir, no ampliar a PAC sino obstinadamente pegarle aunque sea con Ortiz (contrapunteo del azucar y el tabaco...)... Saludos, Jacobo y Rodrigo, creo que hay bastante para el debate...sólo hace falta comprar y leer el libro... (todo lo dicho hasta aquí meramente "desde afuera" del texto de SR, que no conozco)

JacoboDeza dijo...

Ja, ja, ¡inmisericorde apunte sobre PAC y Ortiz!

La idea de lo mestizo y lo transcultural lo anotó banalmente el editor el día de la presentación: los españoles somos los más mestizos de todos (íberos, celtas, griegos, árabes, romanos). Pero hoy en día se va a dar el paso más grande hacia el mestizaje sin necesidad de invasión: los millones de inmigrantes (africanos, latinoamericanos, etc) que habitan en España van a cambiar el fenotipo medio una vez más y también van a incidir sobre la cultura "nacional", aunque tendremos que esperar un par de siglos de nada para apreciarlo bien.

O sea, que mientras en Nicaragua alguien puede sorprenderse todavía de su pasado, en España nadie alcanza a comprender la magnitud de su presente.

Un saludo (y ya compré el libro, pero la lectura más profunda también queda pendiente).