lunes, 16 de octubre de 2006

Planeta y literatura: el reencuentro


Tanto es mi asombro que he tenido que dejar mi cuerpo en 24 horas de reposo para decir algo. Álvaro Pombo acaba de ganar el Premio Planeta. Ni más ni menos. Y en un momento en que todos habíamos ya desechado la posibilidad de volver a hablar del asunto (al menos en un blog de literatura), teniendo a medio redactar un nuevo post sobre Bolaño, aquí me veo regresando al evento más descacharrante de las letras hispanas. Un año atrás ya hice una declaración, que de alguna manera era una historia sentimental, sobre mi encuentro adolescente con el premio: mis primeras novelas adultas están marcadas en parte por los nombres de Terenci Moix, Juan Eslava o Torrente Ballester (de ahí a la saga/fuga ya fue tan sólo un salto mortal el que me llevó, ya sí, a reconocer lo sublime de lo banal). Pero con la misma suerte que tuve siendo niño o adolescente en esa época (los últimos bandazos del TBO, el Mortadelo semanal, los cómics adultos de Cimoc, y lejos, muy lejos de las consolas desconsoladas), me apiadé de los nuevos lectores de hoy que, empujados por la marea comercial, navegan al encuentro de Schwartzs, Freires, Posadas y Janers: infelices ellos, pues, que no vivieron un cierto esplendor.

Pero cuando ya nadie daba un céntimo por el invento, Pombo le pone unos cuernos descomunales a Herralde y decide embolsarse 601.000 euros para que acto seguido El Corte Inglés venda centenares de ejemplares de su última novela. Ante todo me permito dudar de la hazaña por dos aspectos sutiles: uno, Pombo escribe novelas con lentitud y desde Contra natura sólo ha transcurrido un año; y dos, Pombo es el escritor que mejor titula en este país, con permiso de Javier Marías, y esta obra, tanto en su título falso como en el definitivo (El año del gato y La fortuna de Matilda Turpin, respectivamente) no presenta ningún hallazgo del tamaño de El héroe de las mansardas de Mansard, El metro de platino iridiado o Telepena de Celia Cecilia Villalobo. Mucho me temo que estemos de nuevo ante el libro alimenticio que todo escritor consagrado debe idear en algún momento de su vida para pasar los restos con cierta comodidad bancaria. Lo peor de Cela, de Marsé o de Vargas Llosa está en el Planeta.

Es curioso lo que le ocurre a Pombo: siendo un escritor alabado por la crítica, construyendo tramas con personajes terriblemente actuales, diálogos desbordantes de socarronería, sigue siendo un autor poco comentado y supongo que poco leído. No llega al extremo de Javier Tomeo (sobre quien nadie habla pero que publica con religiosa puntualidad en Anagrama su novelitas minimalistas) pero no deja de ser paradigmático. Resurgió hace un año por razones extraliterarias, por el morbo del homosexual declarado que entra con banderilla a desmenuzar el tema y a ventilar armarios, y sin que muchos se dieran cuenta por fin de lo grande que es. La deuda pendiente que muchos tenemos con Herralde (ya lo decía Bolaño, que había crecido con su catálogo y se había nutrido de él) es que nos haya presentado a unos cuantos Pombos y que el goce sea nuestro. Es por ello que algo me duele también la cornamenta, aunque me imagino que todo estaba medio pactado y que volverá al redil de Narrativas Hispánicas: quién va a imaginárselo bajo el sello de Planeta, más allá del premio.

Todavía no sé si leeré este libro, reitero mis prevenciones: en diciembre, cuando lo pueda palpar realmente y haya tenido tiempo de atender opiniones de amigos (los que por aquí dejan sus huellas, esos visitantes ocasionales y entrañables) decidiré, y para eso quedan otros libros en el camino.

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El retraso es mío, señor Thays, no se preocupe.

4 comentarios:

Memphis Blues dijo...

Yo creo que también voy a esperar opiniones antes de leer el libro. Es curioso lo que dices que Pombo es el escritor que mejortitula del país. Mis favoritos poniendo títulos son Tennesee Williams y Paul Auster. Me encantan los títulos. Sólo con leerlos ya me sugieren infinidad de temas.
Saludos.

Anónimo dijo...

Pensé exactamente lo mismo. Nadie, y menos que nadie Pombo, escribe una novela para un premio en un año. Puede que la tuviera comenzada, pero nada ha dicho. Se sabe que el Planeta se hace por encargo ¿No pueden dar dos años, al menos? ¿Tan poco les importa la calidad? Que no les importe a los editore no lo entiendo, pero ¿A los autores?

Me gusta muchísimo Pombo. Muchísimo, muchísimo, pero no pienso leer esta novela. ¿Has leído Contra natura? Yo lo hice éste verano y me produjo una pena infinita. Creo que Pombo está mal. Se puede, creo que incluso se debe, y más en el caso de Pombo, ventilar los armarios, como dices, pero no así.

No, ha dicho que sigue con Herralde, que nada tiene que ver haberse presentado a ese premio infecto (lo de infecto no lo ha dicho él, claro).

En fin.

JacoboDeza dijo...

Pues sí, Anacrusa: el desánimo que produce todo esto nace de encargos que deben ser resueltos en pocos meses. Quizá Muñoz Molina fue el caso más contradictorio, pues no creo que en un año se pueda escribir El jinete polaco, pero tiemblo al pensar que Pombo haya sido capaz (¡él!) de idear un par de centenares de páginas al estilo de La cruz de San Andrés, páginas que nada cuentan y que nada aportan a la literatura del país ni a su autor.

No leí Contra natura: ahora hace unos años que no he vuelto a Pombo, pero disfruté muchísimo en su día con El metro..., pocos años después de su primera edición. Como dice Herralde cuando hay nueva novela suya, Pombo a tope. Pero si este hombre logró hace pocos años el milagro de La cuadratura del círculo (¿has leído esa?), me niego a pensar que no pueda repetir la hazaña. Más adelante, claro, porque me imagino que yo tampoco leeré el Planeta.

Anónimo dijo...

El primer libro en mi vida como lector que no puedo acabar. Es triste decirlo, lo se, pero no puedo avanzar más de 3 páginas de golpe, llevo dos centenares de ellas y solo se que no se nada. Me aburro, esa es la palabra, la literatura está para entretener, y este libro ni tiene ni entretiene. Lo siento, después de la decepción de un milagro en equilibrio, pense en darle otra oportunidad al premio planeta, pero esta ha sido la última.