martes, 4 de julio de 2006

Dos viajes de novios

Pequeño tributo a JM con erre mayúscula

Para Luisa, llamémosle así

El peligro de lanzarme envites desde las huellas del blog es que los recojo de inmediato y sin pensarlo: me sucede en lo malo (cuando me provocan las fierecillas domadas de la ley y el orden gramatical) y en lo bueno (cuando me proponen relecturas de textos de mis autores favoritos y presiento que gozaré de nuevo con ellos). Volver a Javier Marías, si es que alguna vez nos fuimos de él, siempre es un motivo para escribir unas líneas y mantener nuestro espíritu crítico de lector en alerta. Me llegó, pues, el enlace de la versión manuscrita del cuento “En el viaje de novios”, a propósito de un comentario que hice sobre Corazón tan blanco (CTB), y aprovecho para esparcir algunas notas sobre ambos textos.

No hay duda de que el cuento, publicado en 1991 en una revista, anticipa la segunda escena de la novela (cuya primera edición aparece en 1992) y es una primera versión ya bastante elaborada de la definitiva. En cualquier caso, Marías decidió publicar ese cuento en la recopilación Cuando fui mortal, desconozco si por un interés casi filológico y para exponer su forma de creación literaria o porque lo consideró, simplemente, un buen cuento y una historia que se sustenta por sí misma: a ello ayuda el crescendo progresivo de la tensión y un final inquietante que juega con la lógica y la memoria, siendo así que ya insertado en una novela o ya viajando en solitario se defiende en igualdad de condiciones, aunque ese final sufra un cambio radical en CTB y de hecho deja de serlo como tal, pues la novela y la escena prosiguen.

Que estamos hablando de la misma historia lo puede corroborar no sólo el propio argumento sino también el paralelismo existente entre las frases usadas en ambos casos. Veamos un solo ejemplo:

“Mientras mi mujer se dormía (...), decidí mantenerme en silencio, y la mejor manera de lograrlo y no verme tentado a hacer ruido o hablarle por aburrimiento era asomarme al balcón y ver pasar a la gente, a los sevillanos, cómo caminaban y cómo vestían”. (“En el viaje novios”)

“Pareció dormirse, y yo me mantuve en silencio para que reposara, y la mejor manera de mantenerme en silencio sin aburrirme ni verme tentado a hacer ruido o hablarle fue asomarme al balcón y mirar hacia el exterior, mirar pasar a la gente habanera, observar sus andares y sus vestidos”. (CTB)

Más allá del cambio de Sevilla por La Habana (lo cual induce a pensar que el cuento nació como tal, y que las exigencias argumentales de la novela obligaron al pequeño cambio para conservar una escena que agradó al autor) las diferencias son imperceptibles, y en otros ejemplos la copia es casi exacta. En la novela se incluyen algunos nuevos detalles que son prescindibles en un cuento corto y se nombra a los personajes, y así la mujer ya no es una anónima recién casada sino Luisa.

A estas alturas sólo cabe resumir de manera muy breve la situación: una pareja de novios se encuentra de viaje y regresan a la habitación del hotel por una súbita indisposición de la mujer, que se acuesta de inmediato. Él sale al balcón y en su mirar disperso se topa con otra mujer que espera en la calle a alguien, nerviosamente, hasta que ésta se percata de la presencia del mirón y va en su búsqueda, lo interpela y le grita ante la sorpresa del hombre, y al fin el desenlace se bifurca por caminos opuestos: en el cuento la mujer prosigue con sus imprecaciones y hasta penetra en el hotel (con unas consecuencias que Marías nos escatima con inteligencia), y en CTB se lleva la mano a la boca y asume su error de identificación, pidiendo disculpas.

Si buscamos las constantes del autor en este breve ejemplo, se me ocurren al menos dos detalles a comentar: el primero, más anecdótico, lo constituye la reiteración del mismo espacio (un dormitorio) en escenas importantes de otras novelas. Así, en Mañana en la batalla piensa en mí, las primeras cien páginas se desarrollan en ese espacio algo claustrofóbico con otra pareja, solo que en una la indisposición femenina es leve y en la otra fatal: pero así como en Marías es raro encontrar sexo, en cambio sí hay camas y habitaciones y situaciones que ocurren en ellas a menudo. El segundo hace referencia a una particularidad común en muchos de los personajes de sus obras: la capacidad de ver y de escudriñar, de interpretar y de analizar con la mirada. Esto, que se convierte en elemento clave de Tu rostro mañana, está presente en muchas novelas anteriores, y describe a su vez una particularidad formal: los personajes hablan poco y observan mucho, con lo que el conocimiento de las cosas no suele llegarnos por los diálogos sino por el pensamiento (la mirada procesada) de los distintos narradores. No sólo es Jacobo Deza (no confundir con JacoboDeza) quien tiene esa capacidad, por mucho que así se exponga de manera expresa en la novela que protagoniza: también Víctor Francés, por ejemplo, tiene ese don aunque no se nos diga.

Las preguntas que pueden plantearse después de la lectura ya son, en este último párrafo, evidentes: ¿nace la idea de la novela con anterioridad a la del cuento? ¿Es el cuento la chispa que prende una idea que se engrandece y acaba siendo novela? ¿O sólo hay un uso oportuno de una escena que un día fue cuento y acaba por formar parte de un engranaje superior? Quizá todo esté ya contestado en alguna parte, y quizá algún lector del blog pueda abrirnos un nuevo sendero pertrechado con lupa y machete.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Jacobodeza me ha gustado muchooo tu análisis sobre el cuento ( a mi me encantó el final, ‘ad hoc’ para cuento) y estoy de acuerdo contigo respecto a las constantes de Marías en sus relatos. Las constantes de un personaje que mira (sin que le vean) y piensa y nos lo dice, las camas, las mujeres con sus ropas, las habitaciones, esa necesidad de mirar y contar todo, de contárnoslo de …escribir.
Recuerdo muy vagamente que en ’El Hombre sentimental’también ocurre algo importante en la cama no?.

*Javier Marías dixit: “En el viaje de novios’ apareció en la revista Balcón (número especial ‘Frankfurt’, Madrid, octubre de 1991). Este relato coincide en su situación principal y en muchos párrafos con unas cuantas páginas de mi novela Corazón tan blanco (Barcelona, Anagrama, 1992). La escena en cuestión prosigue en dicha novela y aquí en cambio se interrumpe, dando lugar a una resolución distinta que es la que convierte el texto en eso, en un cuento. Es una muestra de cómo las mismas páginas pueden no ser las mismas, según enseñó Borges mejor que nadie en su pieza ‘Pierre Menard, autor de El Quijote”

*Javier Marías, “Nota previa”(pag 10) en su colección de relatos Cuando fui mortal en el que se incluye este relato, Alfaguara, 1996, también se publicó “En el viaje de novios” en la antología del Cuento español contemporáneo, Madrid, Cátedra, 1993.


Me gustaría seguir, pero es tarde y hay ‘un remolino veloz en mis dedos’ que me pregunta insistentemente a qué hora me voy a levantar mañana.
Muchas gracias, de corazón …

JacoboDeza dijo...

Gracias por tus palabras, y por traer aquí estas declaraciones del autor. Es curioso el verbo que emplea: dice Marías que el relato coincide con unas cuantas páginas de CTB, como si hubiese sido un acto providencial, cuanto menos. O sea, que nos deja con la duda del proceso creativo, supongo que para sus lectores podamos seguir invirtiendo nuestro tiempo en teorías literarias y para que blogs como éste sigan existiendo (cuanto menos!)

Un saludo

Anónimo dijo...

Keep up the good work » »

publicidad en internet dijo...

nosotros nos vamos de crucero de viaje de novios por el caribe, y nos quedaremos en isla margarita una semanita. Haremos un seguimiento de todo en nuestro blog: http://bodaestilo.com/blog/

Esperamos que os guste ;-).