martes, 16 de mayo de 2006

Capote


Comenzaré por el final: lo más extraordinario de esta película es lo menos cinematográfico de ella, lo que más la aleja del cine puro y la acerca a la página escrita. Cuando Capote espera el desenlace de la historia y se debate entre la necesidad de desear la muerte del protagonista y ahuyentar ese malaje con el sentimiento, asistimos a una excelente descripción del diálogo tan actual (todavía ahora) sobre ficción y realidad. Capote desea terminar su novela, titularla, darle un sentido último, pero su elección–invención, la non fiction novel, le obliga a avanzar al ritmo en el que la realidad también avanza, adecuando el tiempo literario al tiempo cronológico en el que va relatando hechos y dándoles forma. Está más preso que el asesino, buscando la llave que le permita salir del laberinto tan fecundo en el que se ha metido.

Esa es la magia de la película, la que al final nos llevamos a casa envuelta en papel de celofán y queda gratamente impresa en la memoria. El resto no es más que retazos de una excelente historia contada con gran oficio: hay una secuencia en el que un fondo musical muy neoyorquino (ya no sé si es un ragtime o un jazz muy ligero, tanto da: puro New York) va subiendo de intensidad mientras se proyectan consecutivamente cuatro imágenes fijas que nos llevan al lugar en el que se toca esa música: el paisaje de rascacielos, las calles de la ciudad, las escaleras del club... y ya estamos en la fiesta, a todo volumen. Así comienza también Psicosis, hasta que nos metemos por la ventana en una habitación indiscreta mientras los amantes se ponen la ropa.

De lo que me siento incapaz es de escribir sobre Philip Seymour Hoffman, porque la maestría de su reencarnación es tan descomunal que a partir de ahora jamás veré a otra persona cuando piense en Capote que a este agraciado actor. Si Capote no fuera como es él me sentiría decepcionado: yo quiero que el escritor se parezca a Seymour Hoffman, quiero que se ría igual que él, que su pose mientras bebe whisky con los amigos sea exactamente esa y no otra. Este ser inventado del celuloide está a la altura de los mejores personajes literarios y es casi seguro que la realidad debe ser mucho más descafeinada que la ficción que emana de este Capote.

La invitación a la lectura de A sangre fría es otro de los estímulos que se extraen de las casi dos horas de metraje. No es nada sencillo esto: la película cuenta todo el proceso de escritura del libro, y por lo tanto cualquier motivo sorprendente (sobre la trama, sobre la evolución de los hechos, sobre su final) queda puesto en evidencia. Tampoco es que esto sea tan malo: qué triste sería leer libros sólo para que nos muestren la pirotecnia que hay en algunos fragmentos de cada novela. La invitación es, pues, a disfrutar de lo que a todo espectador se le antoja como gran literatura, como arte. Se encienden las luces de la sala y el paso siguiente, obligado, es ir a la librería: nos importa poco que ya hayamos visto la horca, como tampoco nadie se pregunta por la cama en la que muere Alonso Quijano antes de leer a Cervantes: lo que vamos a buscar es el placer que proporciona la palabra bien escrita, y después de ver la película nos embarga la sensación de que nos urge recuperar ese clásico, empaparnos de la técnica que convierte una obra aparentemente sencilla en maestra.

¿Y quién iba a pensar que esto llenaría una sala de cine precisamente aquí, donde debe ser tan difícil (todavía no lo he probado) encontrar A sangre fría? Es posible que muchos entraran a ver una película de gángsteres, de high society y de balas perdidas, pero se llevaron la excelente lección de ver literatura y no salir trasquilados: con que hayamos ganado un solo lector habrá valido la pena el viaje.

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La Razón de la sinrazón a veces produce artículos destacables: como coda al texto anterior, este apunte sobre realidad y ficción que anota nombres como Easton Ellis, Vila-Matas, Sebald, Cercas o Eco, y que es capaz de no mencionar ni una sola vez a Capote.

1 comentario:

lukas dijo...

ES de las grandes pelis de esta temporada que aún no he visto. ASí que me la apunto, y espero que todavía pueda ser en pantalla grande. No sé si habrás visto "A sangre fría" de R. Brooks, que pude ver en cine, es maravillosa, con uno de los mejores B/N que se pueden haber rodado nunca. Luego leí el libro, escalofriante, una obra redonda. La verdad es que no sé si será como dices, que los que salgan se lean el libro, pero ver una película así, es ahora más importante que nunca, sobre alguien para quien vida y literatura iban fundidas.