No acostumbro a escribir nada en este blog que no haga referencia, ya sea de manera directa o tangencial, a los libros. Sólo en muy contadas ocasiones, como esta vez, me permito unas palabras al margen para comentar algo que me urge poner por escrito y no hallo otro mejor lugar que este. Tómenlo como un paréntesis o un intermedio, o quizá también los blogs se nutren a veces de estos textos ubicuos y no sea tan raro el lance.
En todo caso, tampoco voy a alejarme mucho del arte porque quiero comentar una película. El sábado fui a ver, por fin, lo último de Woody Allen con extrema precaución, ya que había recibido por doquier críticas variopintas del film. Admiro bastante a este hombre y por ello todo desencanto es más profundo que el que pueda depararme una persona de quien no espero nada. Aun con sus altibajos, no hay película de la cual no haya sacado algún aspecto perdurable, a veces algunas frases sueltas y otras, algunos hallazgos estrictamente cinematográficos (ah, esa pelota y ese anillo de Match Point, quizá de una candidez excesiva pero al fin y al cabo de eso se nutre el cine, de metáforas y fotogramas perfectos que quedan en la retina para siempre. Qué otra cosa puede ser la roca que persigue a Indiana Jones en una cueva, en la primera parte de la saga, y que Cabrera Infante puso de portada en Cine o sardina: así, de pasada, ya hablo de libros).
Este último engendro titulado con tres nombres propios es un despropósito de principio a fin, que alcanza a cada una de sus partes: el mismo título imposible, la horrenda canción que se repite como una letanía a lo largo del metraje (un remix afrancesado de Los Manolos en plena epopeya olímpica), el sonrojante paisaje barcelonés remachado con los tópicos más gastados del turismo de masas, los diálogos vacíos en cada una de las escenas (oír a Bardem repitiendo eso de “en inglés, coño, habla en inglés” a Cruz durante varios minutos exaspera al más calmo de los espectadores), la nula química entre el cuarteto protagonista (que, en su descargo, debe hacer frente a un guión de supermercado), la risible insinuación nacionalista en todo el montaje (el máster en identidad catalana de Vicky es la sima más profunda del pastel)...
No hallo un solo elemento que pueda defender esta película, si no es que el mismo despropósito completo sea la razón para haber sido creada: como un experimento (¡experimentalismo!) para reírse del mal cine y de los malos guionistas (y de paso de Barcelona entera). En esa sesión había unos pocos espectadores que parecieron entender el desaguisado del mismo modo que yo, riendo no en los escasísimos momentos de supuesta comedia, sino en los momentos más hilarantes del quiero y no puedo: o sea, cuando hay que poner cara de circunstancias por indicación del guión.
Al final, no encuentro otro motivo para este film que la subvención. Dice el productor ejecutivo que perseguirá a Allen para que vuelva a hacer otra película en Barcelona, supongo que con más euros de por medio: al menos sabemos que seguramente será mejor que ésta, porque la lista de tópicos parece haberse agotado en este primer intento. Sin Ramblas, Sagrada Familia, Pedrera y Tibidabo, quizá haya posibilidades de que el cine se cuele por la cámara en una segunda ocasión.
Eso sí: si alguien puede ganar un Oscar por veinte minutos de papel de ex-novia histérica es que los milagros todavía existen, al menos para algunos.
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Un problema de peso: el día 20 tengo viaje hacia Managua y quiero meter en mi equipaje el inmenso libro de Robert Fisk, La gran guerra por la civilización, para ver si allí tengo el tiempo que me falta en Barcelona para sumergirme en él. Pero la física se interpone en mi camino, y estoy valorando si la mejor solución es
a) Meterlo en la maleta principal (a expensas de algún chorizo ibérico que ya no alcanzará)
b) Cargarlo en la mochila de mano (para sufrimiento de mi espalda)
c) Acarrearlo en una bolsa de plástico (como si fuera recién comprado en el aeropuerto)
d) Hacer un paquete postal y mandármelo a mí mismo
El viaje es con escalas y largas paradas. ¿Cuál sería tu elección, oh lector incansable?
La fiesta del aguafiestas
Hace 2 horas
8 comentarios:
Yo en tu lugar metería el libro en la maleta, a ver si en Managua tienes tiempo, que ésa era tu intención. Para el viaje lo mejor es un libro que no te destroce la espalda y que sea manejable.
Sugerencia: cualquier libro de bolsillo. Entrar en títulos o autores me parecería excesivo.
el chorizo menos, da lugar a otros ingredientes en Managua.
b) Cargarlo en la mochila de mano (para sufrimiento de mi espalda)... Toda buena lectura tiene un precio...
Saludos,
2-1 a favor de encontrar un hueco entre mis prendas. Aclaro que no tengo previsto volver a España en 10 meses, así que el sufrido chorizo era un último recuerdo para el paladar, ya que después me lanzo a los frijoles sin contemplación.
Pero la encuesta sigue abierta y todo puedo cambiar.
Hola. A mi me gusto mucho la película. No por nada especial, simplemente me gusta W. Allen y me hace gracia su forma peculiar de trabajar. P. Cruz esta bien, no como para un Oscar, es verdad que su participación es chica. Igual la respeto como actriz y me alegraria mucho si gana. No soy española, quizás por eso senti curiosidad por los paisajes. gual respeto su opinión. Cada uno con sus gustos. Saludos
La película ha tenido éxito en Estados Unidos, y también me parece lógico: tomada como lo que es (un anuncio comercial de Barcelona con una simple narración detrás) puede funcionar para aquellos que nunca han pisado la ciudad. Mi visión es la de un barcelonés, sin duda, aunque también intento hacer crítica cinematográfica y no veo por dónde defender la cinta.
Saludos
Un completo desastre de principio a fin, sí.
Hola Jacobo,
Yo no he visto la película, pero, curiosamente, no hace ni una hora, unos amigos (fieles seguidores de Woody) me la estaban comentando. Su opinión era similar a la tuya, la película es un bodrio.
Y respecto al libro de Fisk, no es lectura recomendable para viajar en avión, bueno la lectura sí, pero no su peso. Así que yo de ti lo guardaría en la maleta y para el viaje, como dice Marta, optaría por libros más manejables. Yo, no voy a ser como ella y me voy a exceder recomendándote uno: La vida ante sí, de Emile Ajar, lo volvieron a editar hace un par de años, no recuerdo la editorial, pero bueno eso es lo de menos, te encantará y el viaje se te pasará volando, nunca mejor dicho.
Un saludo
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