Madrid. Al visitante no deja de sorprenderle nunca la grandilocuencia de los edificios y las avenidas, alejadas de una escala humana que las haga transitables. Hoy he hecho una simple visita artística por el paseo del Prado, deteniéndome en cada edificio con exposiciones, y mis piernas sufren el embate del gigantismo. No hay distancia corta aquí, cada destino está más allá de todo lo demás. Si ya hacemos un paseo extra hacia el Retiro nos podemos dar por acabados.
En el Prado luce con esplendor la retrospectiva dedicada a Francis Bacon. Una maravilla, y perdonen el sustantivo tan limpio, pero es que en comparación con películas y libros recientes hay momentos que sobresalen sin necesidad de razones demasiado poderosas. Este paseo por la obra de Bacon cumple con lo que debería ser una buena exposición: entender una trayectoria vital a través de una muestra nada abigarrada (unos 60 cuadros), ofrecer las claves del pensamiento del autor, sus influencias más directas, y permitir la comparación con otros autores de la época. Después de dos horas uno sale sabiendo algo más, y eso bien merece desembolsar ocho euros.
Pero todavía hay algo más: después de este tipo de exposiciones no es fácil sustraerse a la tentación de adquirir el catálogo, que al fin y al cabo no es otra cosa que un buen recurso para complementar los ingresos que al museo le suponen las entradas. Creo que hay un porcentaje nada desestimable de visitantes que incluyen el libro en su visita, amén de otros más prudentes que se quedan con postales o pósters que reproducen algunos cuadros.
Nunca he sido un entusiasta de los catálogos de arte, aunque en mi detenida revisión de aquél comprobé que hay una buena cantidad de elementos que no aparecen en las salas, y aspectos muy necesarios para profundizar en las claves del autor de las que hablaba y que en un paseo de dos horas no pueden ser captados, o el espacio impide que puedan ser transmitidos. ¿Es realmente necesario comprar el catálogo cuando la exposición nos ha emocionado? ¿Leeremos con atención todos esos detalles en casa, una vez el efecto estético haya mermado en nuestro estado de ánimo? Es el temor que me asalta cuando la compra se hace por impulso, y en la compra de catálogos no veo que haya otra razón que ese fervor reverencial hacia un artista que nos ha procurado momentos estéticos de gran altura.
Bacon es inmenso, pero tener un volumen tan inmenso como él a 35 euros en mi estantería es otro cantar. En el Prado, como en el MNCARS, hay catálogos antiguos por doquier de otros artistas que me abruman como Tàpies, Barceló, Tintoretto, Velázquez, Goya... y nunca ha estado entre mis objetivos tener una pinacoteca impresa como sí la tengo de ensayos relacionados con la lingüística y la literatura, por ejemplo. Y es lo que ocurre con los libros relacionados con el cine o cualquiera de las artes plásticas: la belleza sutil de las impresiones fotográficas es inversamente proporcional al desmesurado tamaño que ocupan, y toda reproducción acaba siendo, en el mueble, sólo un vago recuerdo de un misterio que sólo se conoce en una butaca y frente a un escenario, o entre altas paredes y delante de un cuadro, o en una sala oscura y con una pantalla blanca ante los ojos. Entonces el catálogo termina siendo un epitafio obsceno cuando el encanto ya se ha perdido con los años, y sólo la memoria nos devuelve el instante mismo en el que sucumbimos ante el horror de un Inocencio X con el grito congelado.
Madrid. Simples divagaciones entre el infernal tráfico y la paz de un hostal en un quinto piso de la Carrera de San Jerónimo.
La fiesta del aguafiestas
Hace 6 horas
10 comentarios:
me ha encantado el post; tengo una coleccion de cientos de catalogos comprados por impulso, como bien dices, no leidos y apenas hojeados despues, que como bien dices, solo son recuerdos vagos de la emocion sentida ante los cuadros...
si pudiera iria a ver la exposicion de bacon, pero creo que no voy a poder (tengo un nano de pocos meses); pero si fuera, sin duda no me resistiria a la tentacion de comprar el catalogo...
quiza olvidaste, en tu interesante reflexion, el fetichismo que es irrefrenable, que obedece a impulsos ciegos, que le lleva a uno a desear poseer lo que considera indispensable, imprescindible para completar una manera de relacionarse con el mundo...esta fuera de toda logica, como digo, es irracional, pero no importa, si no hay espacio en un estante el proximo libro se deja en el suelo, en un rincon...
naturalmente, este fetichismo lo sacian quienes tienen dinero suficiente para coleccionar las obras originales; los que no, a la salida de una exposicion nos llevamos a casa el triste sucedaneo que supone comprar el catalogo
Hola,
Lo mío enlaza con el anterior post. Debo confesar que el bodrio engendrado por Woody Allen hace aguas por todos los lados. Ya sólo con el título se atisba lo que se avecina. Retrata una Barcelona y unos personajes de ficción plana y ridícula. Es un cine que se aleja del arte en todos los sentidos. Bueno pero tampoco quiero perder el tiempo con mi parecer sobre algo que no lo merece, además, te quería comentar que echases una ojeada al blog de Alexis Vilar, en su postscriptum. Es un buen motivo para hablar de otro tema recurrente, el del plagio y la ética, del que por desgracia en España somos unos ases
Un saludo
Roberto
He estado dos días sin entrar en el blog, pensando que mi breve divagación no iba a tener ningún interés para nadie. Me alegro de que a José Montalvá le haya motivado a responder y que complemente el post con la cuestión del fetichismo, muy relacionada con la idea que yo intentaba expresar desde un quinto piso y con un ordenador cedido amablemente por el hostal. Además de la idea de "una manera de relacionarse con el mundo" hay un factor más prosaico: el de "yo estuve allí", fácilmente demostrable por la colección de catálogos, y motivo de orgullo para el que sabe estar en el lugar adecuado cuando corresponde. Pasa también con las primeras ediciones de los libros: "yo lo compré justo cuando salieron los primeros ejemplares".
Gracias, Roberto, por tu aporte a posteriori y la recomendación.
Bueno..he llegado aqui por casualidad, paseando. He leido unos cuantos post. Me gusta. POdría hacer un comentario sesudo pero prefiero seguir navegando..
volveré.
molinos
Esta mañana he estado en la exposición de Bacon y me ha parecido impresionante, no solo por la obra sino también por lo bien que está montada y la visión tan completa que ofrece del autor, su vida y sobre todo sus relaciones y conflictos personales.
Con respecto al catálogo, ni me lo he planteado (bueno, quizás he tenido un momento de tentación...). Otras veces he sucumbido y siempre me he arrepentido porque ha pasado a formar parte de los libros "intactos". De todas formas, ni una cosa ni la otra son muy graves, ni necesariamente interpretables: según el día que tengas...
Como bien dice Marta, entender los conflictos personales del autor y como se reflejan en su obra (y cómo evolucionan) merece una visita a Madrid. Cuando el arte, más allá del valor estético, se nutre de la fuerza de nuestras contradicciones y las expresa, puede alcanzar cotas sublimes.
He estado toda la semana preparando unas ponencias que tengo que dar mañana, así que no tengo tiempo para nada más (como no sea copiar las ponencias en el blog, de lo cual les voy a exonerar amablemente).
Saludos
Creo que el arte es arte precisamente por eso, porque alguien es capaz de expresar sus conflictos a través de una manifestación artística. sin ésto no hay nada. Lo puramente estético está vacío de contenido y no "llega".. El arte nunca puede ser un adorno u objeto decorativo. Es mi modesta opinión y soy totalmente ignorante en la materia.
No cuelgues las ponencias en el blog pero cuenta de qué van, que me ha picado la curiosidad.
Ja ja, si contara eso se descubriría parte de mi encanto como autor de doble vida, así que Jacobo continuará siendo por ahora la única imagen pública y conocida del blog.
(escribo esto simplemente para aumentar la picazón)
(y las ponencias un éxito, por cierto)
Eso no vale, primero nos cuentas lo de las ponencias y después nos dejas con las ganas. Aunque sea una pista que no te delate, cuéntanos algo no seas malo.
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