sábado, 14 de marzo de 2009

Nancites 17

Tiempo de pecios: cuando las obligaciones no permiten la reflexión, toda escritura se torna un telegrama, una ristra de breves destellos, un árbol de nancites. A veces tengo la sensación de prometer más de lo que puedo ofrecer, y ahora es uno de esos momentos: viajando sin parar no hay lugar para más cosas que el simple ir y volver.

1. ¿He escrito alguna vez que soy un fan insufrible de Lost? Con unos pocos capítulos de la primera temporada tuve suficiente para entender que estaba ante cine del grande. Mejor: ante un guión de primera magnitud. Dejé al cabo de poco tiempo la todavía más insufrible cadencia televisiva (me niego a estar cada martes a las 10 de la noche en el mismo lugar) y me pasé a la colección de DVD. No he acabado la segunda temporada, ya que hay capítulos que he revisado varias veces y sigo a un ritmo de molusco. Es por eso que me niego a leer todo lo referente a Lost, no vaya alguien a desvelarme secretos clave antes de tiempo, con una sola excepción: los posts de Portnoy sobre los libros que aparecen en la serie. Saber qué leen Jack, Sawyer o Ben es una experiencia apta únicamente para los muy mitómanos, pero este tipo de desvelos son los que hacen más intensa la comunión entre adeptos. Además, yo no creo que el futuro final vaya a decepcionarme: estas series están creadas para postergar el fin hasta que el cuerpo aguante, o sea, hasta que el negocio funcione. El disfrute aquí es la lógica de ir avanzando en un laberinto sabiendo que el espacio es finito y que todo llega a su término, pero la ruta ha sido el motivo mismo de la felicidad. Hasta me sorprendo a mí mismo postergando el visionado de decenas de capítulos: es la misma base de las novelas que releemos con placer conociendo de antemano los entresijos de la trama. Ergo los guionistas de Lost han creado un artefacto perdurable.

2. Sergio Ramírez acaba de publicar El cielo llora por mí, una incursión en el género más o menos detectivesco con clave de Caribe nicaragüense y narcotráfico. Iré a por él, claro, pero la noticia está en el viaje que le financia El País para que describa la miseria de Haití (isla de la que debo empaparme yo, por cierto, y si nada lo impide, el próximo verano). Todo comenzó con Vargas Llosa y su viaje al Congo, que llenó las páginas del suplemento dominical de hace pocas semanas. Sergio ya está preparando los bártulos para esta misión, mitad solidaria mitad publicitaria, que puede dar algún resultado de interés. Aunque nunca he sido partidario de la pobreza con famoso, no niego que espero con ganas cada capítulo de esta extraña serie.

3. ¿Puede el espíritu de un catálogo editorial resumirse en cinco títulos? Jorge Herralde cree que sí, o al menos aceptó el reto de Cuadernos para el Diálogo, e hizo el esfuerzo de minimalismo absoluto para concluir que estos cinco libros explican una trayectoria de 40 años:

-Detalles, de Hans Magnus Enzensberger
-Lolita, de Vladimir Nabokov
-Brooklyn Follies, de Paul Auster
-El héroe de las mansardas de Mansard, de Álvaro Pombo
-Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño

En estos ejercicios siempre se pueden hallar rastros significativos del apego a ciertos nombres, pero prima el aspecto más tangible del negocio: las cinco obras han sido éxitos notables de ventas o han signficado el despegue para autores de la casa. Más allá quedan las preguntas sensibles: ¿Son los exautores (Marías, verbigracia) potenciales integrantes de esa lista? (Nadie ha dicho que Pombo se haya ido para siempre). ¿La ausencia de todo miembro del British Dream Team es casual? ¿No era Anagrama la editorial del realismo sucio norteamericano por excelencia? Es por ello que mis cinco títulos, para explicarle a un marciano qué cosa es Anagrama, sería esta:

-Todas las almas, de Javier Marías
-El día de la independencia, de Richard Ford
-El Imperio, de Ryszard Kapuscinski
-El danubio, de Claudio Magris
-Expiación, de Ian McEwan

Tengo mis razones, tan arbitrarias como otras, pero el espíritu de lo que yo entiendo por eso sello está reflejado ahí, para bien y para mal.

4. Que Bolaño sigue muy vivo ya lo dije en un viejo post, La literatura resistente en Blanes. Pero que eso, aparte de un juego literario a partir de uno de sus libros, sea una verdad incontrovertible, ya es otro cantar. La entrada de Andrew Wylie en la puja por los derechos de autor de Bolaño ha acabado trayendo sorpresas, como la aparición de tres nuevas novelas: El Tercer Reich, Diorama y Los sinsabores del verdadero policía. Y por si eso fuera poco, también ha aparecido la continuación de 2666. ¡Cuánta abundancia! ¿Por qué Ignacio Echevarría nunca llegó a conocer esta producción inédita? Es fascinante comprobar que la inacabada historia de Bolaño se convierte en una de sus mejores novelas jamás escritas.